Psicología y Ambiente. ¿Cómo puede contribuir la psicología a los desafíos del desarrollo sustentable?

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En nuestra vida cotidiana es cada vez más evidente el atravesamiento de las cuestiones ambientales en la mayoría de los ámbitos en los cuales las personas se encuentran insertas. La introducción de contenidos ambientales en los diversos niveles educativos, el amplio tratamiento en los medios de comunicación social, el influyente papel de los movimientos sociales ecologistas, la creciente preocupación por un consumo ecológicamente responsable, la protección de extensos espacios naturales, o las campañas institucionales para la adopción de comportamientos sociales respetuosos en la conservación de un recurso natural o en la mejora de la calidad ambiental de nuestra comunidad, pueden ser algunos ejemplos significativos de esta afirmación. Consecuentemente en las últimas décadas la preocupación por el deterioro progresivo del  ambiente  ha ocupado el centro de las investigaciones en el marco de diversas disciplinas. El estudio de las conductas ecológicas  constituye hoy  un tópico de gran trascendencia científica, social y política, dado que el daño ambiental está directa o indirectamente vinculado al comportamiento de los ciudadanos. En este sentido la responsabilidad de cada uno en la protección del ambiente constituye una preocupación sustantiva en las políticas ambientales y en las políticas universitarias. Es así que se plantea la necesidad, tal como León (2005) lo plantea, de un abordaje del tema a través de intervenciones e investigaciones que incluyan la relación entre diferentes niveles educativos, en nuestro caso la universidad, el  medio ambiente y la educación ambiental. Las universidades deberían asumir un rol más activo ante la problemática ambiental, incorporando la educación ambiental como temática disciplinar  transversal en toda formación superior. 

¿Qué puede aportar la psicología a los desafíos del desarrollo sustentable?

Es mucho lo que la psicología, especialmente la Psicología Ambiental (PA) puede  contribuir al campo del desarrollo sustentable, al enfocar su estudio en el ambiente entendido desde un carácter sociofísico.  Aragonés y Amérigo (2010) sostienen que se trata de analizar la conducta en los escenarios en donde tiene lugar: edificios, hospitales, clases, calles, medios de transporte, parques, espacios naturales o cualquier otro lugar que las personas ocupen. Han sido numerosos los autores (Proshansky, 1976; Lee, 1976; Holahan, 1982; Stokols & Altman, 1987; Valera, 1996; Gifford, 2007; Moser, 2009) que la han conceptualizado, presentando elementos en común en sus definiciones. En algunas se destaca la valoración de los aspectos intrapersonales; en otras la interrelación o influencias interactivas recíprocas admitiendo una bidireccionalidad entre la persona y el ambiente; otros autores focalizan sobre el tipo de ambiente bajo estudio, pudiendo ser construido o natural. En síntesis, según Aragonés y Amérigo (2010) se puede definir la PA como la disciplina que pone el énfasis en el estudio de las relaciones entre la conducta humana y el ambiente físico, tanto natural como construido.  Se suma a su vez el carácter internacional de los desarrollos de la PA que según Stokols (1995, 1997) a cada nicho ecológico o área geográfica le corresponde un tema de desarrollo. Hace dos décadas este autor ya planteaba como temas futuros de estudio de la PA las dimensiones psicológicas de la contaminación ambiental y del cambio global, los brotes de violencia en los niveles regionales e internacionales, el impacto de los cambios tecnológicos en el mundo del trabajo y en la vida familiar, las estrategias fundamentadas en el ambiente para la promoción de la salud comunitaria, y las implicaciones del aumento de la edad media de la población en el diseño ambiental y en la planificación comunitaria. En el 2016 estos temas, objeto de estudio y de preocupación, siguen estando vigentes enmarcándose en términos generales bajo el concepto de desarrollo sustentable.

En el Informe sobre nuestro futuro común de la World Commission on Environment and Development (1987- 1988) el desarrollo sustentable es definido como el proceso por el cual se busca satisfacer nuestras necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas.

Pol (2002) entiende a  la sostenibilidad (o sustentabilidad) como un concepto que presupone la solidaridad de dos tipos: intra – generaciones, un concepto bien amplio de justicia social basado en una estructura económica equitativa  y en el respeto del ambiente; e inter-generaciones, la consolidación de una calidad de vida a un ritmo que respeta las limitaciones de los recursos naturales. Como no es posible mantener los actuales patrones de la sociedad de consumo occidental, y extenderlos para el resto del mundo, esa calidad de vida tendría que estar basada, no en la defensa de privilegios adquiridos ni en la acumulación de la riqueza, sino en un equilibrio social y ambiental fundado en la solidaridad y en la equidad.

El desarrollo sustentable o sostenible está estrechamente ligado a las conductas sustentables que las personas llevan adelante y que vienen configuradas por acciones individuales específicas, relacionadas con intereses como el ahorro de recursos limitados, el consumo y reciclaje de productos ecológicos, el control de la contaminación o la reducción de residuos ( Blas & Aragonés, 1986)

En la conceptualización de ambientes de Víctor Corral Verdugo (2015) para que se constituyan en ambientes positivos no alcanza con brindar bienestar a las personas sino que hay que pedirles también conductas sustentables.  Estas son definidas como conjunto de acciones efectivas, deliberadas y anticipadas que resultan en la preservación de los recursos naturales, incluyendo la integridad de las especies animales y vegetales, así como en el bienestar individual y social de las generaciones humanas actuales y futuras (Corral Verdugo & Pinheiro, 2004).

La investigación en torno a este tema fue desarrollando formulaciones teóricas y propuestas metodológicas que avanzan en la comprensión de cómo los seres humanos se enfrentan a la problemática medioambiental. Es de destacar que los estudios de las conductas protectoras del ambiente se han dado mayoritariamente en el marco de la PA, abordando el contenido de las actitudes hacia la preocupación ambiental como aspecto  relevante si se considera a ésta como el fundamento de la conducta proambiental.

Siguiendo la teorización antropocéntrica y ecocéntrica de Thompson y Barton (1994) los motivos que las personas exponen a la hora de proteger el ambiente se concentran en dos tipos de discurso: un perfil antropocéntrico para las personas vinculado a la necesidad de preservar el ambiente debido a su contribución a la calidad de la vida humana; y un perfil con valoración ecocéntrica que caracteriza a las personas que valoran el ambiente natural, la naturaleza por sí misma.

La relación entre las conductas proambientales, como gestión de residuos, la eficiencia energética, el consumo ecológico y el activismo ambiental y  la implicación personal en la ejecución de las mismas,  donde un aumento de la conciencia hacia las cuestiones ambientales, y muy particularmente la reducción de actitudes apáticas, redundaría en un aumento de las conductas protectoras del medio ambiente (Amérigo & García, 2014).

Considerando el recorrido teórico desarrollado hasta aquí, se presenta el Programa Psicoverde de la Secretaría de Extensión de Facultad de Psicología, UBA implementado en nuestra Facultad a fines de 2013, en el marco de UBA Verde, de la Secretaría de Extensión Universitaria y Bienestar Estudiantil de la Universidad de Buenos Aires. A través de Psicoverde se propone un sistema de separación de residuos en origen en la cual todos los actores (docentes, no docentes y alumnos)  de nuestra Facultad estamos comprometidos. A partir de la separación de los residuos (en secos y orgánicos), representantes de las Cooperativas de Recuperadores Urbanos que corresponden a la zona de nuestras dos sedes retiran semanalmente los bolsones con los residuos separados para ser luego reciclados. El reciclaje de materiales implica la separación y recolección selectiva de éstos, y su posterior acondicionamiento para su reutilización, procesamiento y transformación en nuevos productos. Es internacionalmente aceptado debido a que reduce la demanda de recursos y la cantidad de residuos que deben ser dispuestos en rellenos sanitarios.  

Los beneficios que traen la separación y reciclaje son: menor contaminación del ambiente; mayor inclusión social (se benefician a recuperadores urbanos y sus familias con el aumento de sus ingresos y condiciones de trabajo más dignas y seguras) mayor cuidado de los recursos (los materiales recuperados se reinsertan en el sistema productivo como materia prima)  y efecto multiplicador (con su ejemplo, la Universidad de Buenos Aires aporta a la educación ambiental y cambio cultural.)

La misión del Programa UBA Verde es trabajar en acciones de concientización, investigación y capacitación en temas relacionados con la protección ambiental, en cooperación, con otras instituciones de educación superior del país y la región en el desarrollo de actividades que promuevan acciones a favor del cuidado del medioambiente. Todo esto con el fin de: colaborar en la reducción de la cantidad de residuos de disposición final que llegan al relleno sanitario, contribuyendo a: mejorar las condiciones del ambiente, el uso de recursos naturales y la inclusión social; generar redes con universidades nacionales e internacionales que realicen gestión ambiental; generar documentos que den a conocer los beneficios de la separación en origen; capacitar al personal docente, no docente y alumnos de la universidad; fortalecer el vínculo con las cooperativas de recuperadores urbanos y generar acciones en común; trabajar transversalmente con otros programas de extensión de UBA.

En el marco del Programa Psicoverde, anualmente se llevan adelante diversas actividades con fines de difusión, concientización y capacitación. También se realizan estudios de seguimiento, considerados indispensables para su evaluación y valoración que brindan valiosa información a partir de la cual se tiende a ajustar, mejorar y repensar la aplicación de nuevas técnicas en su funcionamiento, considerando principalmente a los diferentes actores intervinientes, docentes, no docentes, alumnos e integrantes de la Cooperativa de Recuperadores Urbanos.

En uno de los estudios realizados en el año 2014 con 364 participantes, entre docentes y estudiantes de nuestra casa de estudios se analizaron tanto los motivos de acuerdo con el Programa  como los  de separación de residuos. La categorización realizada de las respuestas dadas permite identificar al programa en términos generales como  “cuidador, defensor, protector y creador” al generar conciencia, facilitar los  comportamientos y hábitos, la higiene y limpieza, ser un  aporte a la comunidad  y constituirse en una práctica relevante para la formación profesional:   área de vacancia; rol del psicólogo; educación ambiental. Respecto de los motivos por los cuales separar los residuos,  argumentan lo siguiente: “ es una  ayuda a los cartoneros, a la gente que lo necesita; se constituye en una actitud solidaria con gente que recicla, ya que los  materiales vuelven al circuito productivo; el planeta es de todos y parte de nosotros; se puede hacer compost; no cuesta nada; es una responsabilidad social, el cambio debe empezar individualmente, soy parte de la universidad; es un hábito / costumbre (desde el hogar – otros ámbitos); porque están facilitados los dos tachos…”.

Finalmente, y a modo de conclusión en este artículo se ha puesto de manifiesto la contribución  de la PA  al campo del desarrollo sustentable, en particular con el estudio  las conductas proambientales, como lo es la gestión de residuos con la separación en origen.

 

Referencias

  1. Aragonés, J.I., & Amérigo, M. (2010). Psicología Ambiental. Madrid: Ediciones Pirámide.
  2. Blas y Aragonés, J.I. (1986). Conducta ecológica responsable: la conservación de la energía. En F.J. Burillo y J.I. Aragonés (eds.) Introducción a la psicología ambiental. Madrid: Alianza Psicológica.
  3. Amérigo, M., & García, J. (2014). “Perspectivas multidimensionales de la preocupación por el medio ambiente. Relación entre dimensiones actitudinales y comportamientos”. Psico 45 (3), 406-414.
  4. 4.   Corral Verdugo, V.; Frías, M.; Gaxiola, J.; Fraijo, B.; Tapia, C., & Corral, N. (2015). Ambientes positivos. Ideando entornos sostenibles para el bienestar humano  y la calidad ambiental. México: Pearson.
  5. Corral Verdugo, V., &  Pinheiro, J. (2004). “Aproximaciones al estudio de la conducta sustentable”. Medio ambiente y comportamiento humano,  5 (1 y 2), 1-26.
  6. Gifford, R. (2007). Environmental Psychology. Principles and Practice. Boston: Allyn and Bacon.
  7. 7.   Holahan, C.J. (1982). Environmental Psychology. Nueva York: Random House.
  8. Lee, T.R. (1976). Psychology and the environment, Londres, Menthuen y Co. Ltd.
  9. León, C. L. (2005). Programa Director de Educación Ambiental para La Universidad Nacional Experimental de Guayana. Tesis No Publicada para optar al grado

científico de Doctora en Ciencias de la Educación, Universidad de La Habana,

La Habana.

11. Moser, G. (2009). Psychologie environnementale, Bruselas: Groupe De Boeck.

12. Pol, E. (2002). “The theoretical background of the city-identity- sustainability  Network”, Environment and behavior, 41(1), 8-25.

13. Proshansky, H.M. (1976). “Environmental Psychology and real world”. American Psychologist, 31, 303-310.

14. Stokols, D., & Altman, I. (1987). Introduction. En D. Stokols e I. Altman (eds.) Handbook of Environmental Psychology, Vol. 1, pp 1-4. New York: John Wiley & Sons.

15. Thompson, S. C. G., & Barton, M. (1994). “Ecocentric and anthropocentric attitudes toward the environment”. Journal of Environmental Psychology, 14,  149-157.

16. Valera, S. (1996). Psicología ambiental: Bases teóricas y epistemológicas. En  l. Iñiguez y E. Pol (comps) Cognición, representación y apropiación del espacio. Barcelona: Universitat de Barcelona.

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