FREUD: CURIOSIDADES DE SU VIDA COTIDIANA (1ª parte)

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El libro de Detlef Berthelsen (1995) “La vida cotidiana de Freud y su Familia. Recuerdo de Paula Ficht”, permite el acceso al testimonio de su ama de llaves, Paula, quien, desde su perspectiva doméstica, comenta la vida diaria de los Freud. Estas conversaciones constituyen un testimonio personal.

Esta fuente, tomada como documento histórico por su significatividad en sí mismo, permite acceder a detalles inesperados. Retratan la cotidianeidad de Freud desde una perspectiva nueva, no implicada ni desde la teoría ni desde su decurso institucional. Nosotros haremos nuestra propia lectura que interpreta el libro. Puntuaciones que destacan detalles, enhebran frases, miradas, secuencias que iluminan momentos y que esbozan desenlaces no dichos. Una aproximación tentativa apunta a captar y retratar momentos de la cotidianeidad de la familia de los Freud, su casa y al “Profesor” en su dimensión humana, desde la mirada de quien venera, admirada, esa intimidad diaria, alguien del entorno próximo inmediato, casi de la familia. Para Paula Flicht, su “vida” es la de esa familia, es partícipe y responsable de “atenderlos”, suya es la intimidad del grupo primario Freud. Sus hábitos y detalles: las comidas, la ropa, las mascotas, el desayuno, la siesta, pequeñascostumbres, frases aparecen bajo el tamiz ingenuo de su relato y sus apreciaciones, esbozan una red de obviedades mínimas que muestran cómo vivieron, decurso y vicisitudes que atravesó ese grupo íntimo y, finalmente, cómo ella fue consolidando, desde su invisibilidad, una posición subjetiva admirable, reconocida por todos: es quien,de manera inesperada, inadvertidamente hereda.

   Preguntas como:¿Cuántos pacientes atendía? ¿Cuánto cobraba? Sorpresas del tipo de que Freud trabajó hasta, prácticamente, el último día de su vida. La distribución de roles entre las mujeres de la casa en su convivencia diaria. Una lo vestía, con otra hablaba del psicoanálisis, con otra jugaba y charlaba, a otra le confería el cuidado de su perro y la compra de sus habanos con otra paseaba…¿Quién era quién? Cuestiones cotidianas: El barbero y el sastre iban casi a diario a su casa. Gustos: El Teléfono no, música no, flores sí. ¿Por qué?

Y curiosidades varias: De vacaciones se llevaba las antigüedades, amigos y pacientes.¿Quéle analizaba a la hija? ¿Que no hablaba con la mujer? ¿Que amaba a su perrita más que a nadie y que era la única que estaba todo el día con él?

El único detalle: insinuaré con punteado en negrita momentos en suspenso para detenerse a pensar los efectos asociativos del material, sin decir lo que me suscitó, para que el mismo lector haga sus inferencias.

Quién es Paula Fichtl

Paula, la protagonista, nació en Austria en 1902, trabajó 37 años con la familia Freud como ama de llaves. Emigró con los Freud a Londres en 1938 al ser invitada por decisión personal dando muestras de lealtad y afecto incondicional. El autor, Detlef Berthelsen, la visitó en el 20 de Maresfield Gardens, en Londres. Y, en las meriendas compartidas inició un diálogo en el que Paula le contó su vida con la familia. Allí aparece Freud como centro de una familia que es un grupo de mujeres. Cada una cumple un rol, a veces compiten entre ellas, otras se complementan. Sus miradascomentan aspectos de un Freud inédito: patrón, anfitrión, esposo, coleccionista, analista, profesor, a veces furioso, inesperadamente goloso y muy sufrido también.

Su llegada, la familia, la casa

El 15 de julio de 1929 comienza a trabajar en la Bergstrasse 19 con otras dos empleadas. En la casa viven el Señor Profesor, Freud. “El Señor Profesor” ya era un anciano encorvado de barba blanca cuando Paula comienza a trabajar para la familia. “Habla poco y en voz baja”. Martha, la esposa, “es callada, auténtica ama de casa de 68 años”; la tía Minna, hermana de Martha, “firme, resuelta, posesiva” alegre, dicharachera; la hija, Anna, “la Señora Profesora” quien la contrata oficialmente por recomendación de su amiga americana Dorothy Burlingham, quien habitaba el piso superior de la Bergstrasse, ya que por años había cuidado a sus hijos. Anna tiene su dormitorio y su consulta en la casa. Se interesaba mucho por los niños.

La casa

 La familia Freud vive ahí desde 1892, a partir de 1907 la familia anexa y alquila el ala izquierda, cuando la hermana de Freud, Rosa, se muda. Disponen de 17 habitaciones.

Freud: Sus lugares de trabajo, su estudio, la sala de espera y el consultorio 

Ni bien comienza a trabajar, la familia veranea en Berchtesgarden, en “Haus Scheneewinkel”. Paula y sus hermanas quedan a cargo de la casa, ya que Ana ha sido invitada a una conferencia en Oxford. Paula describe quela sala de espera está llena de alfombras persas que cubren el suelo, el diván y las paredes; una estufa y un profundo sillón de la felpa “con almohadones con fundas de lino limpio” y “un montón de hombrecillos calvos y medio desnudos; y uno con cabeza de perro” (estatuillas griegas, egipcias y romanas). Una puerta disimulada conecta el consultorio al pasillo sin pasar por la sala de espera. “El despacho del profesor parece un museo”. Vitrinas, vasijas, cuencos, máscaras. Había que limpiarlos cuidadosamente. En las paredes fotos de mujeres. Dice Paula: Lou Andreas Salome; Marie Bonaparte, Yvette Guilbert, la bailarina cantante de Toulousse Lautrec. Mujeres hermosas. Su mujer no.  Wolf, el perro de Anna. Una colección de encendedores que habían sido regalados en la vitrina -no usados, porque Freud prefería las cerillas-la cual desapareció con la mudanza. 

La Sala de estar, estaba “animada” con mantas de lana en los sillones y una mesita con un teléfono, cuyo número era: A18170. Freud era renuente a atender el teléfono -porque no le gustaba hablar sin mirar el rostro de la persona-  lo delegaba en Minna, quien a veces respondía como “la señora Freud”.De Anna dice: “Permanece trabajando hasta entrada la noche ante el escritorio de su despacho”.  Paula limpia el despacho impregnado de humo de Freud, cada mañana abría las ventanas para ventilarlo.

La cotidianeidad de la casa estaba organizada alrededor del trabajo del Profesor, con especial atención a los cuidados para atenuar las molestias de la enfermedad. El cáncer aparece a los 62. Se somete a 31 operaciones y a una prótesis muy dolorosa. Una nueva prótesis confeccionada por el dolor Dr. Schroeder del Hospital Tegel de Berlín, en septiembre de 1923, le mejora la salud. El estado de agotamiento llega a los 72 años.

El día

La mañana: A las 6.30 Paula se levanta a encender el calentador del baño del matrimonio para el baño diario de las 7. A la mañana, Martha le prepara el baño, lo ayuda a vestirse. La limpieza y colocación de la prótesis es de Anna. El peluquero a domicilio le recorta la barba y el pelo a diario al profesor-por un chelín por día-, previo al desayuno que es a las 9. Freud se preocupaba por una apariencia esmerada.

La ropa:  Hay que airear diariamente los trajes en la ventana por el fuerte olor a tabaco. Los bolsillos de los pantalones debían ser reparados a diario. Se esmeraban-relata- en planchar las camisas de algodón y las prendas de lino de los almohadones. La impecabilidad de los manteles era vigilada minuciosamente por la Profesora (Anna).

El almuerzo: A la una la familia se reúne a almorzar. “Freud no hablaba. Le costaba comer”. Prefería la sopa de verduras y el helado casero de vainilla en verano, tampoco tomaba vino por las digestiones difíciles.

La tarde: Se retira a una breve siesta en el diván de su consultay luego prosigue en el estudio con sus manuscritos hasta las 3 y media, hora en que se sirve café con pastas (masas) a cada miembro de la familia en su habitación. Si pasea, en vez de siesta, es su cuñada quien lo acompaña, luego será Anna. Trabaja hasta las 19, hora de la cena.

El ocio compartido: Los sábados juega al Torok con su cuñada Minna de compañera y otros familiares y amigos. Lee novelas, las policiales eran sus preferidas: Chesterton, Agatha Christie y Sherlock Holmes, los libros habituales en su mesita de luz. Martha prefería imágenes de Ludwig.

La Mascota:

Su mascota Joffie, el chowchow que le regala Dorothy Burlingham, es su favorito. En realidad, es una perra. Lo acompaña a Freud en la consulta y en su escritorio. Freud consideraba decisiva su “opinión” sobre qué visitas entraban y cuáles no.

El matrimonio Freud: A la noche Martha lo apronta “le cuida como un niño”. “El matrimonio es pacífico, tranquilo, no necesariamente feliz”, agrega Paula. Freud solo conversa con su cuñada y con su hija.

No música, si flores. No se escucha música ni fonógrafo ni valses en la casa, tampoco le interesa la ópera.  La considera “una distracción pesada”. Sí las flores. Freud es la medida de todas las cosas.

El veraneo:

A partir de la Pascua, las vacaciones de 1932 duran todo el verano y constituyen una mudanza: “Toda una expedición” que exige embalar estatuillas, cientos de libros y ropa. No solo muda sus escenarios cotidianos, sino que traslada a pacientes y amigos: Un ala del palacete de la residencia, se destina a alojar a “varios pacientes fijos” y amigos, como Marie Bonaparte, un escultor yugoeslavo, Ernst Jones, y su hijo.

Los ventanales amplios y ventilados dan a los jardines. Bañan a la perra cada vez que se escapa al jardín. Ni Martha ni Anna le tienen simpatía a la mascota, pero Joffiees intocable. 

Algunos hábitos compartidos: A Freud le agrada juntar hongos en el bosque con su canastita. Festeja que Paula coleccione las estampillas de su correspondencia, ya que ambos comparten la complicidad de una fuerte afición a coleccionar. Freud acaricia y estudia las nuevas piezas, les busca lugar, es todo un acontecimiento. Cuando los inviernos arrecian-Freud, por su escasa salud, dice estar “bajo arresto domiciliario”-deja de subir escaleras y de dar sus paseos, circunstancia en la que Paula sale a comprarle los 20 puros diarios y el Manchester Gurdian, y a pasear ala perra.

Paula y La familia:

 Paula, asistente de la cotidianeidad del Profesor, se convierte en imprescindible: le prepara el sillón de consulta, su “lugarcito”, con almohada y mantas de lana.  Con el tiempo, aprende a manejar la biblioteca de Freud. Limpia las antigüedades y estatuillas.Regula las entradas y salidas de pacientes y visitas.

  Paula, tiene apego a Martha: admira su autodominio, su orden ahorrativo en lo doméstico. La describe como poco comunicativa y expresiva, aquejada de jaquecas intensas y frecuentes.

Los almuerzos del domingo le permiten a Paula, conocer a Matilde y su familia, al marido de Sofie, el fotógrafo de Hamburgo que lo retrata. Freud pone adusta “cara de foto”, como a su editor. Con sus hijos es formal, con sus nietos sonriente y cariñoso. 

Dorothy, amiga de Anna, es hija del magnate americano Tiffany y vive en el piso superior. Ella comenta: “Emerger de las profundidades del inconsciente con el aroma del Guglhupf de Paula es una agradable vuelta a la realidad”. Paula aprende repostería en la cocina de la Condesa de Blame. La preparación es perfecta y redonda. Su repostería genera afabilidad y bienestar.

Para Paula, la Bergstrasse es su segundo hogar y los Freud su familia. Anna y Marie Bonaparte la invitan en su viaje a Salzburgo y en agosto del 34 van en el Bentley con chofer. Al pasar por Gigl su pueblo natal, es recibida como persona importante.

El barrio. Ni académico, ni intelectual universitario, como hubiera preferido Martha, tampoco es como el de las distinguidas casas vienesas con jardín. Con comercios, carnicería, un mercado itinerante de cosas usadas y antigüedades.

Las mujeres de la familia.

La tía Minna, cuñada de Freud, hermana de Martha, le compite a Paula: abunda en críticas, “se enfada de nada, me ignora y me rebaja”, le dice Paula a Anna: “Tiene celos por el trato afectuoso y amable del Profesor”, le comenta Anna. Paula le dice a Anna “que, de la corte de Freud, es la que goza de ser escuchada”. Anna, con el tiempo,sustituye a la madre en los cuidados de Freud y a su tía en su acompañamiento social y en los paseos.

Los Freud le dan a Paula una existencia estable y dignidad personal. Atiende la puerta y conduce a muchas personas importantes, a la Sala de espera, consulta a Freud en su Despacho y de allí los ingresa a la Consulta.

¿Cuánto trabaja Freud y cuánto cobra?

Freud atiende 5 pacientes por día. Cobra el equivalente a 25 dólares la sesión en efectivo y a esos ingresos se le suman los ingresos por derechos de autor.

Regalos y gustos

Freud regala monedas para Navidad, la cual le gusta festejar con un pavo. Y, para Año Nuevo, prefiereel champan con caviar. El caviar le encanta, pero depende de que se lo regalen, ya que Martha es muy ahorrativa. Por su parte, Marta no recibe regalos y tampoco le gustan los festejos.

Paula, los pacientes y visitas de famosos

Como los pacientes llegan muy nerviosos, Paula les da algo de comida antes de entrar. Hay atractivas visitantes, (“el Señor quedaba con mejillas coloradas y no se levantaba”) entre ellas, Muriel Gardiner, amiga y espía. Y un paciente extraño, ruso (el Hombre de los lobos), también escritores como Thomas Mann (con el que discutía de “puros”, científicos y artistas). Todos son de su ámbito, al que se accede por análisis o por encuentros y discusiones teóricas. Anna traía a sus amigas. Había un caso de un astrólogo psicoanalista “que le escribe al menos 100 cartas y al que Freud nunca recibe”. En una oportunidad, para hacerle una broma, llega Peter disfrazado y se le impone a la consulta. La chanza termina mal porque Freud entra en un enojo furioso. 

A medida que el movimiento va creciendo se vuelve más activo el proceso de expulsar infieles y adoptar nuevos seguidores. Pero el psicoanálisis llega a fascinar a la vanguardia intelectual europea, como Marie Bonaparte, Princesa casada con el Príncipe de Grecia. Para ella Paula es considerada “la doncella, mayordomo y persona de confianza del Profesor”.

La ocupación nazi de Austria

Cuando la ocupación nazi de Austria, Freud escribe furioso “Finis Austria”. Entre el 33 y 36 se crea la Sociedad Médica Alemana de Psicoterapia. Anna crea las Jackson Nurseries. Freud cumple 82 el 5 de mayos del 38. El peligro se advierte y Freud no quiere abandonar Viena. Será menester un laborioso trabajo de Marie Bonaparte y Ernest Jones de un día entero de conversaciones para convencerlo. Las violentas visitas de la Gestapo, una informal y dos formales, despojan a Martha del dinero diario y de la caja fuerte. Finalmente, cuando se decide, le exigen “un impuesto para desertar del Reich”.

La salida

Elige residir en Inglaterra. Jones se encarga de los papeles de residencia, su hijo de la vivienda. Los papeles, libre deuda y pasaportes tardan meses. Embalan muebles y pertenencias, se hace una selección de libros. Marie Bonaparte, paga las deudas que las Gestapo dice que deben de la imprenta. Los últimos días un fotógrafo retrata en la casa tres familias: la familia de su hija Matilde, la familia de su hijo mayor y de su hermano parten antes.

Freud le pregunta a Paula si ella los acompaña. Ella asiente.

El Orient Express 

Ellos reservan en el tren Oriente Express Viena-París 2 compartimientos.

La última noche cenan en silencio. Desayunan al día siguiente y, a las 14.30, parten en 2 taxis. Cuando pasan por Salzburgo la familia de Paula asiste a la despedida. Los Freud están muy tensos. ¡Se relajan cuando pasan la frontera a Francia:¡“Ahora somos libres!”, recuerda Paula que dice Freud.

La llegada a París, ostras en lo de Marie Bonaparte

Llegan a la mañana a la Gare del Est en París en donde los espera Marie Bonaparte con Jones y su hijo. Eluden al periodismo y los flashes. A Freud se lo percibe anciano y pobre, con sus vestimentas austeras. Parten en taxis a la casa de MB con los Bentley y Rolls a su mansión en Saint Cloud. Descansan, cenan ostras y a las 22.30 parten a Callais, al Ferry que los lleva a Dover.

La llegada a Londres

Llegan excitados a Londres donde nuevamente deben eludir al periodismo. Parten en taxis hacia la casa de Elsworthy Road con vistas a los jardines del Regent Park, la casa que Ernst Freud “el arquitecto” hijo de Sigmund ha rentado. Les resulta simpático el cottage inglés de ladrillo con jardín. Cientos de cartas y flores les dan la bienvenida. El detalle perturbador para Freud: Sanidad le retiene el perro en cuarentena. “Demos gracias al Furher que nos haya obligado a emigrar a este lugar”.

Recibe a su sobrino, hijo de un hermanastro del padre de Freud, Samuel Freud, después de casi 20 años.

A las semanas Freud retorna a sus actividades habituales de escribir sus manuscritos en su escritorio. Se busca una vivienda definitiva en el barrio de Hampsted. Ya dispone de sus bienes que llegan vía Suiza, pero deciden esperar para la mudanza, la llegada del mobiliario los libros y las estatuas con el miedo de que se las hayan incautado los nazis, y sin las cuales Fred se siente perdido. Las mismas llegan a mediados de agosto.

La breve estancia en el Hotel

En septiembre-a tres meses de la llegada- se pasan al elegante hotel Esplanade, actual Collonades.

Internación y mudanza definitiva

Schur lo examina y ha aparecido una nueva ulcera cancerosa que motiva su hospitalización en la London Clinic por una cirugía maxilar. Se mudan a MerensfieldGardens 20. Freud se ha vuelto muy popular en Londres El barrio, estima Paula, es tranquilo y de casas con jardines. La casa es blanca, de 10 habitaciones con jardín y amplio parque con árboles.

Se instala un ascensor o lift para subir a Freud a su habitación y a Minna, que está gravemente enferma. Las habitaciones son más amplias y espaciosas y ventiladas que en Viena. La consulta de Freud, por decisión de Martha, da al Jardín. Las habitaciones del profesor son arregladas por Paula. Las alfombras persas, el escritorio, las estatuillas, la biblioteca se instalan exactamente como en Viena.

El regreso de Freud después de tres semanas, de la operación número 31, demacrado y debilitado, preocupa extremadamente a Paula. “Apenas podía hablar”, dice. Freud le agradece que “todo vuelve a estar en su sitio, menos yo”. La consulta, el estudio y la sala de espera quedaron como réplica exacta de Viena. Hasta el dibujo del chino que le regalara “el hombre de los lobos”.

En noviembre retoma la consulta a cuatro pacientes. Recibe a Stefan Zweig con Dalí, Virginia Woof; G. H. Wells y, nuevamente, al hombre de los Lobos, Sergei Pankejeff.

Regresa la perrita. Paula comienza a cocinar porque se le requiere la comida vienesa. La vajilla completa, y los enseres son mudados.  Desayuna tarta con huevos, almuerza carne y verduras, solo, en su estudio para que la familia no lo viera.

El ocaso

Dos cancerólogos consultados hablan de lo delicado de la situación. El cáncer no es operable. Freud recibe el diagnóstico con la misma calma que ha soportado su enfermedad, “sin quejarse nunca”.Jamás tomó calmantes, al final tomaba hasta 4 aspirinas por día. Sigue escribiendo y recibiendo pacientes. “Apenas se le entiende”. Le adosan un lecho para poder recostarse en la consulta, desde donde ve el jardín. El hijo le instala una mecedora americana en la terraza, en la que se recuesta con mantas.

Anna duerme con él en la consulta. A veces se despierta y quiere comer a las 2 de la mañana. Enseguida Paula le hace pan tierno con huevos. Ambas lo cuidan. Apenas come un par de bocados.

Alemania declara la guerra a Inglaterra

El domingo 3 de septiembre a las 11 la radio anuncia la declaración de guerra del Reich a Inglaterra. La familia se halla reunida escuchando la radio. Se aterrorizan con la primera alarma.

La muerte de Freud

El estado de Freud empeora. Le recuerda al médico, Max Schur, su promesa de ayudarlo cuando “su estado resulte imposible de soportar”. Alcanza a dar una dosis de morfina antes de partir a EEUU. Allí, continúa atendiéndolo la Dra.JosefineStross. Las cuatro mujeres que lo acompañaron en el tren, están a su lado. Freud dormita, permanece inconsciente y, 36 horas después, a las 3 de la mañana, muere.

Velan sus cenizas 3 días después, contrariando el rito judío.

Finalmente:

Me impacta el rol de las mujeres, la esposa-madre controlada callada, dueña del hogar y administradora austera. Nunca un regalo o un festejo. Lo viste lo cuida. Comparten las comidas. Y la inmediatez de los cuidados personales. La cuñada Mina, alegre decidida, conversadora, acompañante en sus paseos y en sus juegos de cartas. La hija, con quien habla de psicoanálisis, le atiende el problema de la boca. Vigila la impecabilidad de los manteles. Tiene su consulta en la otra ala de la casa. Paula, asistente en el consultorio, “limpia las estatuillas” y conoce la biblioteca al dedillo. Le maneja la agenda de entradas y salidas. Le acomoda sus “lugarcitos”, los muebles, ventila y cose su ropa, cuida a los perros y le compra los cigarros. Le prepara la comida. Destaco la entrañable amistad de Marie Bonapartecon Freud. Ella vigilaba, sentada durante horas en el rellano de la escalera del piso de arriba, la posible llegada de la Gestapo y Paula la asiste con té y masitas.

Me impacta la fortuna de los Tiffany a través de Dorothy, la amiga de Anna protegiendo con el embajador su viaje en el Orient Express.

La red de amigas de Anna, rondando en el barrio el Freudenstadt, y sobre todo la relación de Anna con Paula.

En la próxima edición de Intersecciones PSI publicaré un artículo que, a modo de continuación del presente, contará, siempre a través de la visión de Paula Ficht, la vida de la familia Freud y qué fue de su inmenso legado.

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