El rol del psicólogo en el equipo interdisciplinario de salud en tiempos de pandemia

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Mucho se habla en estos tiempos de la pandemia y sus consecuencias. No siempre se hace hincapié en las consecuencias para la salud mental, si bien el Ministerio de Salud de la Nación y la Facultad de Psicología, entre otras instituciones y organismos oficiales, han publicado recomendaciones para intentar reducir esas consecuencias, reconociéndolas y estableciendo la importancia de tratarlas. En este caso quiero detenerme, no tanto en esas recomendaciones, sino en el rol que nos toca como profesionales de salud mental cuando pertenecemos a un equipo interdisciplinario de salud.

Desde los primeros días del aislamiento social preventivo obligatorio (ASPO) se ha hecho hincapié en la importancia de las camas de terapia intensiva disponibles para los casos graves de COVID-19 y del “aplanamiento de la curva”, para darle tiempo al sistema de salud a “armarse” para el momento en que esos casos graves necesiten internación en terapia intensiva. “Armarse” significa reorganizar los servicios hospitalarios para tener esas camas disponibles, lo que ha implicado una serie de decisiones necesarias para que el sistema no colapse en ese momento, incluido el ASPO, para que los contagios ocurran de manera paulatina y no se enferme toda la población al mismo tiempo. Eso fue y es fundamental.

Pero no se ha hablado tanto del primer nivel de atención de la salud, donde se encuentran los equipos interdisciplinarios que llevan adelante la promoción de la salud, la detección temprana y la asistencia de la población en los barrios. Es en la tarea de estos equipos en la que quiero detenerme aquí para reflexionar sobre nuestro rol y hacer foco en el derecho a la salud y las estrategias para garantizarlo en estos tiempos difíciles.

Voy a centrarme en tres ejes para la reflexión:

1. Las situaciones de acceso que siempre nos preocupan, pero en estos tiempos se han complicado.

2. Las estrategias que tuvimos que incorporar para mantener y/o crear vínculos con la población.

3. La situación que debemos empezar a pensar sobre el futuro postpandemia.

En cuanto a las situaciones de acceso, es tarea de los equipos interdisciplinarios de salud del primer nivel de atención realizar actividades de promoción de la salud y prevención, para que la población esté informada y se garanticen sus derechos. En este sentido, un componente muy importante lo constituyen los derechos sexuales y los derechos reproductivos. El Consenso de Montevideo recomienda nombrarlos por separado para no subsumir unos a otros: no solo nos enfocamos en el acceso a la anticoncepción como derecho reproductivo (que es lo primero en lo que pensamos cuando decimos, todo junto, derechos sexuales y reproductivos o salud sexual y reproductiva), sino también en el derecho al placer, a la orientación sexual, a la identidad de género, a ejercer la sexualidad sin coerciones ni violencia, etc.

Me voy a centrar, entonces, en la salud sexual y la salud reproductiva y los derechos que debemos garantizar. El acceso a la información, a la anticoncepción y a una interrupción legal del embarazo (ILE) se constituyen como situaciones de atención prioritaria en esta situación de pandemia y aislamiento. Así lo ha establecido el Ministerio de Salud de la Nación y también varios ministerios provinciales, como el de la Provincia de Buenos Aires. Eso significa que una persona que necesite salir de su casa para ir hasta un centro de salud u hospital para buscar un método anticonceptivo o solicitar una ILE está autorizada para hacerlo. Lo mismo ocurre con las situaciones de violencia que sufren mujeres, niñas y niños, y que se han recrudecido en este tiempo de aislamiento: para pedir ayuda o atención pueden salir de sus casas. Ese el mensaje que tanto el Ministerio de Salud como el nuevo

Ministerio de las mujeres, géneros y diversidad han difundido. Pero ¿resulta sencillo para las personas ejercer estos derechos y acceder a la atención que necesitan?

Para esto, nuestro rol es fundamental: si somos parte de un equipo de salud, es un momento en el que, más que nunca, es necesario desplegar todas las herramientas que nuestra formación y nuestro rol nos permiten utilizar. Es probable que las personas solo acudan al centro de salud o lugar de atención solo para lo que consideran una urgencia. El miedo al contagio y la restricción para movilizarse fuera de la casa seguramente hacen que muchas personas no concurran. Entonces, por un lado, debemos aprovechar cualquier visita a la institución de salud para sostener la promoción de la salud sexual y la salud reproductiva, ofreciendo y brindando información, con una escucha atenta de las necesidades, hacer unas pocas preguntas clave para saber si está utilizando el método anticonceptivo, si lo necesita, si sufre situaciones de violencia en su casa, o si necesita ser escuchada, porque el aislamiento, el recrudecimiento de las tareas de cuidado que refuerzan la desigualdad de género, la incertidumbre, etc., la angustian o le provocan cualquier sentimiento del que necesite hablar o demande asistencia.

Por otro lado, este aislamiento nos convocó a utilizar estrategias y herramientas que no solíamos usar y que, incluso, generalmente rechazábamos. Empezamos a usar la virtualidad en todas las expresiones que conocíamos y en las que fuimos conociendo en esta etapa: la conexión por las plataformas virtuales para reuniones y clases, las videollamadas, los mensajes de whatsapp o de texto, los llamados por teléfono. Para la atención de pacientes incorporamos la videollamada y los llamados telefónicos que no solíamos usar ni aceptar, pero que ahora permiten continuar los tratamientos y a veces, incluso, comenzarlos. Por supuesto que no es lo mismo. Nada es igual en estos tiempos. Pero son las maneras que encontramos para mantener la conexión con el afuera, con los/as otros/as, para sostener los vínculos, lo que incluye al vínculo terapéutico.

Todas las estrategias son válidas para sostener la promoción de la salud desde los equipos de salud. Cada equipo toma decisiones de acuerdo con la población que atiende y sus características, y también de acuerdo con los recursos con los que cuenta. En esto, nuestro rol como profesionales de salud mental también es fundamental: nuestro oído atento contribuye a buscar las mejores estrategias para estar en contacto sin invadir, para ofrecer escucha sin imponerla, para estar presentes, pero no más de lo solicitado.

Y todavía no podemos tener claro cómo será el futuro, ni cuándo llegará… Pero podemos empezar a pensar algunas cuestiones. Es probable que durante un tiempo (o mucho tiempo) el contacto con los otros continúe mediado por distancias físicas y tapabocas, sin poder hacer reuniones con mucha gente (lo que puede incluir a los espectáculos culturales y deportivos) y no sabemos aún cómo será el regreso a las escuelas y universidades.

Este tiempo de aislamiento ya está mostrando consecuencias en la salud mental, pero tenemos que pensar estrategias para el después. Nuestro rol en los equipos de salud también será fundamental para contener a la población más vulnerable e incorporar en las actividades de promoción de la salud aquellas estrategias de autocuidado que sea necesario reforzar para mejorar la calidad de vida.

Esta pandemia nos convoca a seguir construyendo nuestra posición como profesionales de salud mental, posición que siempre se nutre con nuevas experiencias que contribuyan a nuestra capacidad de alojar a todas las personas pero que, esta vez, nos obliga además a una creatividad de recursos y herramientas que no teníamos pensado tener que incorporar.

Nuestro rol en los equipos de salud sigue estando ligado a la escucha atenta, la promoción de derechos, la visibilización de los estereotipos de género y de las situaciones de violencia más silenciosas. Pero estos tiempos nos convocan a enfrentar situaciones extremas, de urgencia permanente, en las que somos parte de estrategias que a veces parecen alejarse de nuestra formación profesional de base, pero que nos siguen mostrando la importancia de la interdisciplina y la construcción de abordajes comunes junto con el equipo, no solo para enriquecer las acciones sino también para apoyarnos mutuamente en esa construcción.

 

Bibliografía

CEPAL, 2013, Consenso de Montevideo sobre Población y Desarrollo.

Disponible en: http://feim.org.ar/wpcontent/uploads/2017/05/Montevideo_PoblacionDesarrollo_Doc.pdf

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