La psicocorporalidad como abordaje ante situaciones de desastre

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En el siguiente artículo presentamos al Análisis Bioenergético como un abordaje cuya perspectiva aporta herramientas para disminuir el riesgo de secuelas ante situaciones de estrés provocadas por la exposición a situaciones de desastre. Para ello caracterizamos brevemente sus orígenes y sus ejes principales. Por último, desarrollamos por qué el abordaje psicocorporal es indispensable como recurso preventivo para la salud mental haciendo referencia al contexto actual de Pandemia por COVID - 19 y proponemos una guía para explorar la autorregulación a través de la respiración y la autoconciencia corporal, sobre todo vinculada a los síntomas que genera estar ante situaciones de estrés.

Análisis Bioenergético. Historia y aportes actuales.

El análisis bioenergético surge en la década del ´50 de la mano del Dr. Alexander Lowen, paciente y discípulo de Wilhelm Reich (padre de la psicocorporalidad) quien da continuidad al trabajo reichiano de Análisis del Carácter, imprimiéndole su propia mirada.

Lowen toma de Reich el principio fundamental de “Identidad funcional mente-cuerpo”, basado en su investigación clínica, el cual propone que mente y cuerpo son manifestaciones de una misma y única energía. Esta energía se hace presente en todos los procesos vitales del individuo, como por ejemplo en el movimiento, el sentimiento o el pensamiento. De verse interrumpida su circulación, dichos procesos, se verían afectados en su funcionamiento llegando en un extremo a verse también interrumpidos.

Este principio permite dar cuenta de cómo frente a las experiencias transitadas con una elevada intensidad emocional y que de algún modo ponen en riesgo la homeostasis del organismo, éste se defiende a nivel psíquico y a nivel somático simultáneamente. A nivel psíquico, tiene disponible distintas modalidades defensivas, tales como la racionalización, la disociación, la negación, etc.; a nivel somático, las tensiones musculares crónicas.

Las tensiones musculares crónicas son el resultado del trabajo defensivo -a nivel del cuerpo- frente a las emociones dolorosas e intensas que experimenta un organismo desde su nacimiento hasta la fase donde se terminan de configurar los caracteres (en la adolescencia). Frente al estrés emocional los tejidos se tensan como un modo de “sujetar” la emoción en juego y así, en principio, bloquear la expresión, para luego evitar entrar en contacto directo con la emoción, llegando a desentenderse por completo de ella.

Lo que las vuelve “crónicas”, y material de análisis, está vinculado a la intensidad de las experiencias, la repetición y el momento del desarrollo evolutivo en el que las tensiones se fueron estructurando, ya que la disponibilidad, eficacia y las secuelas de las defensas variará en función de la precariedad, o no, del aparato psíquico.

La propuesta del análisis bioenergético en sus inicios, ofreció una modalidad de trabajo que, si bien basada en los principios antes mencionados, se ajustó a las necesidades del contexto en el que surgió, de sus individuos y de sus padecimientos.

Habiendo transitado dos décadas del siglo XXI, podemos decir que, si bien esos principios que gestaron la bioenergética siguen vigentes, la especificidad de la constitución del self y de las problemáticas actuales, hicieron necesaria y urgente una revisión e integración de nuevos aportes que enriquecieron y profundizaron nuestro trabajo.

Uno de esos aportes ha sido la Teoría del Apego, teoría que ha permitido dar cuenta del origen de las modalidades defensivas preverbales y de cómo los vínculos de apego “hacen cuerpo” y permanecen como patrones vinculares que siguen vigentes en la adultez. La inclusión de la teoría de Bowlby y la de psicólogos del desarrollo como Winnicott, Stern, Malher, Balint (entre otros) ha reformulado el modo de estar del terapeuta, actualizando y revisionando los modos transferenciales y contratransferenciales al pensar el proceso terapéutico como un proceso de co-creación terapeuta-paciente.

También se han integrado los aportes del campo de las neurociencias y de las conceptualizaciones sobre el trauma, redimensionando los alcances de la terapia psicocorporal. Hoy podemos confirmar que un entorno de apego poco empático y regulador deja huellas que muchas veces podemos observar en situaciones de estrés postraumático. Autores como Allan Schore, Daniel Siegel, Peter Levine, Pat Ogden, etc. son un valioso aporte y han modificado profundamente nuestras intervenciones.

En síntesis, los conceptos centrales en la bioenergética actual son:

  • Cuerpo y mente son una unidad.
  • Todos los procesos psíquicos tienen un correlato a nivel corporal.
  • La respiración es un proceso fundamental en la producción de energía corporal y su restricción está al servicio de reprimir emociones intolerables.
  • La importancia del trabajo con las tensiones musculares, trabajando los bloqueos musculares crónicos ayudando a relajar sus tensiones, a comprender su origen y función y liberar las emociones por ellas contenidas
  • El concepto de grounding como el trabajo de contacto con la realidad interna y externa. Estar “enraizado” significa estar en contacto con las realidades interna y externa, así como el contacto físico en el suelo en el que se apoya: es la sensación de seguridad que aporta el sentirse apoyado sobre la propia base de sostén.

Un último aspecto que integra el campo teórico de la Bioenergética actual es el trabajo en el marco de un vínculo seguro (terapeuta-paciente) como un modo de reparación de las escenas traumáticas sean éstas producto de un trauma circunstancial o de un trauma del desarrollo.

El trauma del desarrollo, como fue planteado anteriormente, es resultante de la acumulación de acontecimientos intolerables que generan una desregulación somática, psíquica y emocional en el organismo durante el periodo preverbal.

En el caso de los traumas circunstanciales, hoy día se incluyen una gran variedad de eventos personales y sociales de diversa magnitud, todos acontecimientos que irrumpen en la vida de una persona de manera brusca e inesperada (accidentes, desastres naturales, vulneración de los derechos humanos, distintos tipos de violencia, etc.).

En ambos casos se provoca una desregulación fisiológica que conduce a un estado de estrés postraumático estructurado desde la híper-actividad fisiológica o desde la hipoactividad fisiológica, o desde la alternancia de la una y de la otra. La energía intensa que es experimentada frente a la amenaza no puede ser metabolizada ni liberada, desbordando e inutilizando los mecanismos defensivos habituales.

El enfoque psicocorporal como abordaje ante las situaciones de desastres.

Este año nos ha tocado vivir en un escenario muy particular, un virus que irrumpe e instala a nivel mundial un nuevo orden de lo cotidiano a nivel global. Por sus características y envergadura puede definirse como una situación de desastre. Bentolila y Bonadé (Bentolila y Bondé, 2019) definen las situaciones de desastre como todos aquellos sucesos potencialmente traumáticos que se caracterizan por irrumpir de un modo impensable, dejando en suspenso los mecanismos psíquicos que sostienen la vida cotidiana de las personas e implican una amenaza para la integridad física y/o psicológica de los afectados/as.

Seguramente en algún aspecto, todos podemos observar en este último tiempo de pandemia, las prácticas que nos aportan identidad y, en consecuencia, seguridad respecto de nuestro ser y hacer se vieron, y aún se ven, interpeladas fragilizando nuestro enraizamiento. Convivimos con la amenaza de infectarnos con un virus que se contagia con facilidad y a gran velocidad lo que nos sujeta a ser posibles pacientes o potenciales contagiadores/as. Se suma a estas características la tensión y desesperanza que puede provocar la dificultad de proyectar un futuro, entendiendo que sabemos cuándo comenzó esta pandemia, pero nadie sabe cuándo terminará. En estas situaciones, se activa la respuesta fisiológica del estrés debido a que perdemos nuestra posibilidad de control sobre el ambiente desde las respuestas que dábamos habitualmente. Como consecuencia se elevan nuestros niveles de ansiedad y aparecen hiperexcitación, irritabilidad, ira, enojo e hiperalerta, angustia y desconcentración entre algunas de las manifestaciones posibles.  Estas respuestas no son patológicas sino esperables en estos contextos de desastre, pero sostenidas a largo plazo pueden generar daños como alta presión sanguínea; colesterol elevado; problemas para dormir; aumento de peso; deterioro de la memoria; dolor de cabeza; tensión crónica en cuello, hombros y espalda; problemas gastrointestinales; y mayor vulnerabilidad a la enfermedad además del impacto que conlleva en los vínculos. En el corto plazo, implican menor disponibilidad energética para las situaciones propias de nuestro cotidiano que requieran de nuestra concentración. Esto sucede porque en las situaciones de estrés aumenta la atención involuntaria a expensas de la voluntaria. (Porges, 2017)

Al respecto, Bentolila y Bonadé (Bentolila y Bonadé, 2019) señalan que un abordaje psicosocial temprano de los problemas de Salud Mental es la mejor prevención de los trastornos más graves que aparecen a mediano y/o largo plazo. En este sentido es que consideramos un aporte fundamental a la Bioenergética, como un abordaje psicocorporal que nos ayuda a comprender que nos genera estrés, cuáles son las señales en el cuerpo que nos dan cuenta de esta respuesta y qué recursos podemos desarrollar para construir un tipo de respuesta diferente a la traumática.

El trabajo se puede realizar: desde la intervención clínica a través de sesiones individuales e intervenciones en grupos e instituciones y desde la práctica sistematizada de ejercicios a las que puede asistir cualquier miembro de la comunidad (esté o no esté transitando por un proceso psicoterapéutico desde este enfoque).

En cualquiera de estos dispositivos se promueve:

-       Reforzar la percepción de un sí mismo enraizado en el aquí y ahora.

-       La gradual liberación de tensiones crónicas puesta al servicio de la supresión o represión de las emociones.

-       La conexión con las emociones y su expresión regulada y enraizada. 

-       Facilitar la percepción de una envoltura tónica segurizante frente a situaciones de desborde emocional o de falta o carencia de percepción de límites que brinden la percepción de un sí mismo integrado.

-       La adquisición de recursos de autorregulación.

-       Fortalecer la comprensión de los modos históricos de actuar en situaciones de estrés, aportando respuestas adecuadas al presente.

-       El descubrimiento de modos de organizarse que favorezcan la percepción del control interno.

-       Proveer un sostén desde la palabra, la mirada, la respiración y si fuera posible, desde el contacto corporal.

-       Sentirse en vínculo ante la soledad o el desamparo

-       Recuperar la esperanza, sentir alivio y placer por la vida.

Es común escuchar en los/as pacientes y alumnos que luego de una sesión o clase de bioenergética recuperan el sentimiento de alegría por vivir. Es interesante también, observar que este sentimiento no se da en soledad sino en el marco de un vínculo que puede ser con el terapeuta o con un colectivo. Nos parece esencial recuperar esta vivencia ya que el sentido de lo comunitario es otro de los factores fundamentales para disminuir el riesgo en salud mental en las situaciones de desastre. Consideramos que la construcción compartida de un sentimiento de acompañamiento seguro y segurizante en donde la vitalidad circule es el camino para una comunidad consciente de su autocuidado. 

También, que los recursos que ofrece este enfoque son un recurso válido para la atención oportuna y eficaz de cualquier persona que requiera ser acompañada, fundamentalmente para aquellas que están en la primera línea de respuesta -equipos de rescate, personal de salud, docentes de escuelas, voluntarios, religiosos, etc.- que luego pueden contar con este recurso para asistir a quien así lo necesite, sobre todo, cuando no hay palabras o las palabras no alcanzan.

Por último, les compartimos una experiencia sencilla que puede guiar su camino al enraizamiento y la autorregulación.

  • Ejercicio: Sentate en una silla con ropa cómoda, que no ajuste la zona diafragmática ni abdominal, y en lo posible sin calzado. Apoyá la zona de isquiones cerca del borde del asiento para que las piernas puedan estar a 90°, con los pies en contacto con el suelo.

Comenzá a respirar, dejando entrar el aire por boca y nariz (sin esfuerzo) y exhalando por la boca, dejando que el aire pase por tu garganta emitiendo un suave sonido. Enfocate más en la exhalación, prolongando el tiempo de exhalación hasta vaciar por completo tus pulmones. Aprovechá el sonido para soltar las tensiones de tu cuerpo. ¿Cómo es tu respiración? ¿Es profunda? ¿Superficial? ¿Hasta dónde sentís el movimiento respiratorio?

Mientras vas respirando, tus tensiones van liberándose, es posible que aparezcan movimientos involuntarios en tu cuerpo. Dejá que esos movimientos “sean”, que circulen. Esos movimientos pueden ser suaves, espasmódicos o más intensos como temblores. La calidad del movimiento variará de acuerdo al grado de estrés de tu cuerpo.

Ahora, tomá aire en la inhalación y al exhalar presioná tus pies en el piso, presioná el tiempo que dure tu exhalación, y al volver a inhalar soltá la presión, pero no el contacto de tus pies en el piso. Quedate inhalando y exhalando de este modo. Podés también presionar junto con los pies, las palmas de las manos sobre tus rodillas y continuar respirando. Tomá algunos minutos para hacer una pausa y sentir tu cuerpo, tu respiración. ¿Cómo te sentís ahora? ¿Podés sentirte más en tu cuerpo? ¿Podés sentirte enraizado/a y presente en tu cuerpo?

 

Bibliografía

Bentolilia, Silvia; Boneadé, Alejandra. (2019) La violencia de los desastres. Revista Subjetividad y Procesos Cognitivos Vol.  23, Nro. 1 “Violencia Social” ISSN electrónico: 1852-7310.

Cegatti, Julia; González Loza, Adriana. (2019) “Nuevas perspectivas en análisis bioenergético: la importancia del vínculo terapeuta-paciente” en Abordajes inclusivos en salud mental. Edit. Asociación Argentina de Salud mental. Serie Conexiones. ISBN 978 – 987 45937 -4 -0.

Krsul, A. (2014) Fundamentos Teóricos del Análisis Bioenergético en Reich y en Lowen, Libro de Bolsillo, Editada por Federación Latinoamericana de Análisis Bioenergético (FLAAB).

Levine, P. (2013) En una voz no hablada, Buenos Aires, Editorial Alma Lepik ISBN 9789871522200.

Lowen, A. (1975) Bioenergética. Terapia revolucionaria que utiliza el lenguaje del cuerpo para curar problemas de la mente, México, Editorial Diana, 1977.

Lowen, A. (1993) La espiritualidad y el cuerpo, Barcelona, Editorial Paidós.

Ogden, P.; Minton, K.; Pain, C. (2009) El trauma y el cuerpo, Bilbao, Editorial Desclée de Brouwer ISBN 978843023193.

Porges Stephen W. (2017) La Teoría Polivagal. Fundamentos neurofisiológicos de las emociones, el apego, la comunicación y la autorregulación. Ediciones Pléyades, S.A. ISBN 9788493774370.

Reich, W. (1933) Análisis del carácter, Buenos Aires, Editorial Paidós, 1965

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