Análisis sobre los problemas que causa la transgresión normativa en la convivencia de pasajeros del subterráneo de Buenos Aires

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En el marco del proyecto de investigación UBACyT “Percepción e incumplimiento de normas en el subterráneo de la Ciudad de Buenos Aires” tuvimos como objetivo general comprender la relación de los pasajeros con las normas del subterráneo de Buenos Aires. En este artículo presentamos algunos hallazgos sobre los problemas que causa la transgresión normativa en la interacción y convivencia de los pasajeros del subterráneo, que pertenecen a dos artículos que elaboramos previamente. Los resultados dan cuenta que el (in)cumplimiento de normas de convivencia y seguridad causan malestar, irritabilidad, tensión y situaciones violentas entre pasajeros. Por lo cual, es importante realizar un diagnóstico y comprender las causas para diseñar intervenciones que mejoren el bienestar de los pasajeros.

Introducción

En el marco del proyecto de investigación “Percepción e incumplimiento de normas en el subterráneo de la Ciudad de Buenos Aires” (UBACyT 20020170200237BA) tuvimos como objetivo general comprender la relación de los pasajeros con las normas del subterráneo de Buenos Aires, el cual se llevó a cabo en un contexto previo a la pandemia por Covid-19. Como muchos de Uds. saben por experiencia propia, los argentinos tenemos una relación complicada con las normas. En general, podemos cumplir unas normas y otras no. Por ejemplo, algunas personas no van a conducir con exceso de alcohol en sangre, pero si van a bajarse películas o música de internet sin pagar lo que corresponde. También, nos sucede que hay veces que cumplimos una norma, como cruzar por la esquina de la calle, y otras no, porque estamos apurados y no pasa ningún auto. Nuestra relación con las normas es compleja, y depende mucho del contexto y lugar en el cual estamos. El objetivo de este artículo es presentar algunos hallazgos sobre los problemas que causa la transgresión normativa en la interacción y convivencia de los pasajeros del subterráneo.

La relevancia de este estudio

En la Argentina, diversos autores afirman que se constituye lo que se denomina una cultura de la transgresión (e.g., Beramendi, 2014; García Villegas, 2011; Nino, 2005), donde las prácticas de incumplimiento normativo están socialmente avaladas, por lo que raramente se las reconocen como ilegítimas a pesar de su ilegalidad. En este sentido, el incumplimiento normativo denota un problema sistémico y generalizado que no puede entenderse de manera aislada o monocausal, sino que debe ser comprendido a un nivel social e institucional (Beramendi, 2014; Beramendi y Zubieta, 2014, 2015, 2018).

A pesar de que la transgresión se observa en distintos espacios sociales e institucionales de la sociedad argentina (Beramendi, 2014), esta problemática adopta características particulares en cada institución/espacio. Esto va a depender de su función, del momento socio-histórico y de su propia cultura.

Es fundamental comprender las problemáticas que se desarrollan en el espacio público. Este espacio es una construcción social donde se desarrolla la ciudadanía. La extensión y calidad del espacio público está necesariamente ligado a la equidad y el desarrollo social. Cuanto mayor es el desarrollo y la calidad de este espacio, mayor es la capacidad de acción y derechos que tiene la ciudadanía. Por ende, la construcción de este espacio responde a modelos políticos y culturales, a políticas públicas coyunturales gubernamentales y al rol activo de los ciudadanos (Borja, 2003).

El subterráneo se convierte en un transporte público clave para moverse por la ciudad, ya que transporta alrededor de 39 millones de personas por mes en la Ciudad de Buenos Aires (Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, 2019). Es fundamental que los organismos de gestión del tránsito y las empresas que administran tomen conciencia de las experiencias de los usuarios y mejoren las condiciones y bienestar ellos (Diab et al., 2017).

El transporte moderno por excelencia: el subterráneo

Durante el siglo XX, en todas las grandes ciudades del mundo, el Estado comenzó a invertir en el desarrollo de un sistema de subte, ya que ha sido considerado uno de los medios de transporte más eficaces y eficientes (Bell & Iida, 1997). Este transporte evita la polución, los ruidos, el tráfico, y transporta a un gran caudal de pasajeros a un bajo coste energético (Jain et al., 2014).

Desde la aparición del primer subterráneo en 1863 en Londres, este medio de transporte tuvo como propósito resolver problemas de hacinamiento y enfermedades que pululaban en la ciudad. El subterráneo fue un medio barato y rápido para transportar a trabajadores a los suburbios, los cuales brindaban una mejor calidad de vida (Bradley, 2007 en Siu y Zhao, 2013). En la actualidad, la función del subterráneo sigue siendo la de transportar rápidamente y descentralizar la gran población de las ciudades para poblar los suburbios y disminuir el tránsito automovilístico.

En la Ciudad de Buenas Aires, el nacimiento del subterráneo fue producto de la necesidad de organizar y estructurar el impacto del crecimiento poblacional de fines del siglo XIX y la diversificación de las actividades productivas de la misma (Nesprias, 2016).

El crecimiento explosivo de la ciudad, el cual pasó de 400.000 a 1.200.000 habitantes, generó un colapso, y obligó a las personas a trasladarse a los suburbios. Así surge la necesidad de reestructurar la planificación del transporte público para que las personas puedan trasladarse velozmente dentro la ciudad y su periferia (Singh, 2013). Además, este nuevo transporte no sólo quiso combatir el tráfico de la ciudad sino también modernizarla como en otras ciudades europeas (Nesprias, 2016).

En 1909, se aprobó el proyecto que permitió la construcción de la línea A, la primera línea de Iberoamérica y la número 13 en el mundo (Singh, 2014). Esta línea fue inaugurada en 1903 por el presidente Victorino de la Plaza. Al día siguiente de su inauguración, 170.000 personas viajaron en el nuevo transporte porteño que constaba de 8 estaciones. En la actualidad se ha extendido, ya que cuenta con 103 estaciones, sin embargo, no se cumplimentaron los 100 km que se habían planificado a principio del siglo pasado (Singh, 2014).

Los problemas normativos en el subterráneo

El subterráneo (i.e. metro) es un medio de transporte público donde diariamente conviven centenares de personas que viajan de un punto a otro de la ciudad. Como en todo espacio público, se espera que existan normas que regulen la convivencia ciudadana para crear un ambiente cómodo y cordial entre extraños (Beramendi & Romero-Gianotti, prensa).

Las normas de convivencia y seguridad permiten lograr un balance entre el control del comportamiento de las personas y el respeto por la libertad de los pasajeros. El control y la libertad son dos variables interdependientes que están en constante conflicto en espacios públicos que son compartidos por muchas personas. Esto supone que los espacios sean utilizados por todos, pero procurando que las personas no se sientan inhibas por el comportamiento de otros pasajeros. En este punto se diferencia lo privado, donde las personas eligen ciertas pautas de interacción y de comunicación con los otros y su medio; de lo público, donde el espacio está controlado por normas y autoridades que deben evitar que una persona sienta amenazada su libertad o experimente sentimientos negativos (Zhao & Siu, 2014).

En el subterráneo, como en cualquier espacio público, se espera que el usuario se adapte y actúe según los parámetros establecidos. Por eso, se crea un conjunto de normas formales e informales. En principio, las empresas que gestionan el subterráneo estipulan un conjunto de reglas formales escritas, algunas acciones concretas, que le informan al viajero cuál es el comportamiento esperado. Estas están presentes en carteles o símbolos. Luego, el subterráneo tiene ciertas reglas informales que son implícitas, o normas sociales no escritas, que los pasajeros aprenden a partir de la imitación o la transmisión oral y que le permiten comprender la lógica propia del transporte (Zaporozhets, 2014).

El mal comportamiento normativo en el subterráneo se lo cataloga como normas de incivilidad (Aranguren & Tonnelat, 2014). Diversas investigaciones describieron que cuando las personas incumplen normas implícitas o explícitas (e.g., reclinarse en los pasamanos e impedir que otros lo usen, viajar con bultos que ocupan espacio, manspreding, mirar fijamente a otros pasajeros, entre otras) generan en los otros enojo, intimidación, incomodidad y malestar y, en consecuencia, se generan tensiones entre los pasajeros (Tuckel et al., 2016, Zaporozhets, 2014; Zhao & Siu, 2014).

Nuestros estudios

En este apartado se presentan algunos resultados de dos estudios que se llevaron a cabo. En el marco de un estudio cualitativo, se llevaron a cabo grupos focales con pasajeros del subterráneo de Buenos Aires (Beramendi, en prensa). En este estudio, se observó que los participantes conocen mayormente las normas formales del subterráneo (e.g, ceder los asientos, no apoyarse en la puerta, no ingresar al vagón cuando se escucha la señal sonora que avisa el cierre de puertas, no fumar, entre otras), y también describieron normas informales (reglas que no están escritas pero que todos saben) que organizan la convivencia en el transporte (e.g., mantener una distancia apropiada, no hablar en voz alta por celular, ocupar una porción adecuada del asiento). Por lo cual, el incumplimiento normativo no se debe al desconocimiento.

Los participantes del mismo estudio explicitaron que perciben que tanto ellos como el resto de los pasajeros transgreden las normas, aunque enfatizaron que transgreden algunas más que otras. Según los participantes, hay normas que no se pueden cumplir por las condiciones de aglomeración del viaje. Por ejemplo, en las horas pico, es casi imposible poder circular o no apoyarse en las puertas. Pero la mayoría enfatizó que ellos sí ceden el asiento. Como plantean Oceja et al. (2001), el cumplimiento normativo depende de la percepción de legitimidad de la norma. Es decir, cuando las personas creen que la norma es justa aumenta su adhesión a ella. Por ejemplo, en el caso de no apoyarse en la puerta, no es que los participantes piensen que no está bien la norma en sí misma, sino que creen que, ante el aglomeramiento de personas, es algo inevitable y a ellos les resuelve ciertos problemas como caminar por los pasillos del vagón entre una multitud de personas. La norma de seguridad comienza a perder relevancia o coherencia por la dinámica propia del funcionamiento del subterráneo, y la gente empieza a no respetarla. Sin embargo, es interesante atender que cuando los vagones no están llenos de pasajeros, igualmente algunos de ellos se quedan parados en la puerta. Es decir, a pesar de que ya no responde a la lógica del incumplimiento, el comportamiento se automatiza, se descontextualiza la acción; y así se naturaliza una nueva norma.

El problema radica en que esta nueva estrategia que se aprende y se adopta no soluciona el problema social o grupal, sino que es una estrategia que utilizan las personas individualmente para poder adaptarse al sistema. La transgresión generalizada pone de manifiesto que hay una discrepancia entre las normas formales o explícitas (e.i., estipuladas por la empresa) y las informales o implícitas (e.i., las nuevas reglas) (Helmke & Levitsky, 2004). Ante esta tensión, es importante comprender si la norma es funcional, y si lo es, cómo adaptarla al nuevo contexto, y si no lo es cambiarla. El problema principal surge cuando las normas se contraponen y generan confusión, ya que le restan poder a las normas en sí mismas.

Los participantes manifestaron que les molesta que las normas se incumplan, porque esto implica que una persona se beneficia y que otra se perjudica; y esto causa situaciones de tensión entre pasajeros. Un participante explicó que a él le molesta mucho estar esperando el subte detrás de la línea amarilla como corresponde y luego ver que de pronto la gente se “cola”, y no puede subir. Según el participante, hay veces que espera otro subte, pero hay otras que necesita subir, y entonces empieza a empujar y forcejear para poder viajar. Él cree que el problema es causado por la gran cantidad de pasajeros que viajan, pero también, por la falta de un código de respeto entre las personas.

            A partir del análisis de los resultados, se observó que la transgresión normativa causa mayores niveles de violencia entre los pasajeros. Como las normas no se respetan, las personas eligen sancionar la conducta normativa de otro pasajero de manera violenta. Por ejemplo, un participante comentó que él pedía permiso para moverse en el coche, llegar a la puerta y descender. Es decir, seguía una regla de educación. Sin embargo, cuando no era escuchado, él recurría a un acto de violencia como empujar al resto de los pasajeros con los codos. Esto crea un clima de irritabilidad y tensión entre los pasajeros, y lo más problemático, es que se naturalizan las conductas violentas.

            En el marco de un estudio cuantitativo, se diseñó un cuestionario autoadministrable con escalas Likerts, viñetas y preguntas abiertas y cerradas. En este estudio participaron 768 usuarios del subterráneo de Buenos Aires (Beramendi & Marini, 2021). Los análisis descriptivos de la escala de Convivencia en el Subterráneo que diseñamos, mostraron que los participantes perciben un alto grado de comportamiento desconsiderado en el subte, como, por ejemplo, perciben que los pasajeros tienden a empujar o prefieren sentarse más cómodamente que dejarle espacio a otro pasajero para que se siente. Además, los participantes de este estudio identificaron altos niveles de irritabilidad. Reconocieron que ellos se irritan fácilmente al igual que otros pasajeros. En este sentido, los participantes percibieron un clima social de impaciencia y tensión en el subte. A pesar de este clima negativo, los participantes perciben gestos de cooperación y consideración entre los pasajeros. Por ejemplo, creen que, si tienen un problema, alguien les ayudará. Finalmente, los participantes admitieron realizar acciones conflictivas para enfrentar los problemas de convivencia que experimentan. Por ejemplo, usar los codos para tener más espacio o molestar sutilmente a alguien si algo les molesta, en lugar de comunicar el problema (Tabla 1).

Tabla 1

Análisis descriptivos de la escala Convivencia en el subterráneo

Dimensions

M

DE

Cooperación y gestos de consideración

2.95

.65

Gestos de desconsideración

3.84

.64

Sensación de irritabilidad

3.43

.84

Acciones conflictivas

2.60

.83





Nota
: el rango de respuesta es 4.

Además, se diseñó una viñeta para analizar la percepción de tolerancia que hay ante el incumplimiento una norma de convivencia “no pararse en la puerta si uno no va a descender”. Las opciones de respuesta van desde acciones que se circunscriben en normas de educación hasta reacciones altamente agresivas, y se dejó la opción de que los participantes manifiesten otra opción que no esté contemplada. A continuación, se detallan: (a) le pedirían permiso nuevamente, (b) le pedirían permiso, pero ya levantando la voz, (c) le harían un comentario irónico/sarcástico, (d) le gritarían para que reaccione y se mueva, y (e) lo empujarían porque tienen que bajar y la persona no se mueve.

Como muestra la Tabla 2, los resultados dan cuenta de un clima social de baja tolerancia donde solo alrededor del 19% de los participantes creía que los pasajeros mantendrían buenos modales y un tono de voz apropiado en su segunda comunicación. La mayoría pensaba que la gente respetaría la manera, pero alzarían la voz. Este tipo de comunicación informa del enfado o malestar del pasajero, pero al mantener las formas evita un posible conflicto. Sin embargo, si se agrupan las dos respuestas más agresivas, ceder y empujar, el 38.1% de los participantes cree que los pasajeros tendrían una reacción más violenta o amenazante. A partir de estos resultados, se observa que los participantes perciben un ambiente de tensión y baja tolerancia, donde la transgresión de las normas sociales podría convertirse en un problema.

Tabla 2

Frecuencia y porcentaje

 

F

%

Le pedirían permiso nuevamente

140

18.6

Le pedirían permiso, pero ya levantando la voz

261

34.8

Le harían un comentario irónico/sarcástico

27

3.6

Le gritarían para que reaccione y se mueva

62

8.3

Lo empujarían porque tienen que bajar y la persona no se mueve

224

29.8

 Otra

37

4.9

Total

751

100







Discusión

En este artículo se presentaron parte de los resultados de dos estudios que dan cuenta de cómo el incumplimiento de normas de convivencia y seguridad causan conflictos entre los pasajeros. Claramente las condiciones de aglomeración causan problemas cruciales en la convivencia entre pasajeros, y deben ser mejorados a partir de políticas públicas. Sin embargo, también hay que observar que los problemas que conlleva la transgresión normativa no sólo dependen del caudal de pasajeros sino de pautas de interacción que se naturalizan y que causan malestar. Por eso, es importante comprender la lógica que subyace a la transgresión normativa para reconocer los mecanismos que toleran actos de violencia o maltrato entre pasajeros. Para ellos es importante que las normas sean funcionales a los pasajeros y, al mismo tiempo, promover el control social entre los usuarios del subte. Esto va a llevar a una mejor convivencia y, sobre todo, va a evitar un escalada de violencia, donde a las personas les parece bien sancionar a otro a partir de empujarlo, golpearlo o codearlo.

 

Referencias

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