Asambleas Clínicas. Espacios de análisis de las prácticas de formación

Introducción

La formación en Psicología, comprende entre sus objetivos primordiales la capacitación para entender situaciones y tomar decisiones pertinentes, objetivos que trascienden la adquisición de conocimientos y actitudes profesionales y pone en juego la relación con las instituciones, con el saber y con los otros.

En este artículo relatamos una experiencia en el armado, desarrollo y efectos de las dos primeras asambleas clínicas que organizamos desde la Cátedra I de Psicología Institucional, a la cual pertenecemos. Las mismas tuvieron lugar en el marco de nuestras dos primeras Jornadas de Psicología Institucional en los años 2008 y 2010. El objetivo en ambas fue realizar un trabajo de análisis colectivo y conceptualización de las prácticas de formación profesional en sus múltiples dimensiones. Este dispositivo de análisis docente y clínico se ha multiplicado y continúa siendo un modo en que alumnos y docentes vivimos la formación.
Como planteaba Ulloa se trató de “rescatar el verdadero sentido del término práctica, sin la degradación peyorativa de “practicón” y donde formación no sea equivalente a deformación, sea esta deformación cientificista o lo sea en la asunción elitista del rol, o se dé, como suele suceder con más frecuencia, a través de una interpretación parcial, distorsionada o reactiva (reaccionaria) de los acontecimientos con que se enfrenta un clínico. Capacitación es pues práctica organizada coherentemente, sin saltearse, en una suerte de noviciado conventual, universitario o de otra índole, las condiciones reales facilitadoras o adversas en que deberá ejercer su tarea el futuro clínico”

Qué nos motivó
La posibilidad de reeditar la experiencia de encuentros en Asambleas Clínicas en la Facultad surgió a raíz del pedido que un grupo de alumnos, que sabía de la existencia años atrás de tal espacio coordinado por Fernando Ulloa, formula a la profesora titular.
En ese momento a Virginia Schejter le pareció interesante la propuesta en tanto no fuera una actividad exclusiva de la cátedra sino un espacio de reflexión en el que participaran alumnos y otras cátedras, un espacio compartido.
Como mencionamos antes, fue En el marco de las Primeras Jornadas de Psicología Institucional, en 2008, que se generó la posibilidad de concretar la propuesta, junto al interés de invitar a Fernando Ulloa para que, como en aquel entonces, la coordinara. Al ponernos en contacto con él ya estaba muy enfermo y una semana después falleció. Ante esta pérdida para el campo psi decidimos llevarla a cabo en su conmemoración y coordinarla junto a Virginia Schejter algunos docentes de la cátedra.
La Asamblea Clínica tuvo como objetivo principal el generar un encuentro en el cual deliberar conjuntamente algunos temas que se detallan a continuación y la denominamos “Comunidad Clínica Dr. Fernando Ulloa”.
Los interrogantes y las devoluciones de esa primera experiencia nos llevaron a sostener la propuesta del espacio, realizando una Segunda Asamblea Clínica, a trazar los objetivos y también a renombrarla como: “De la Comunidad Clínica al Análisis de las Prácticas de Formación”. De este modo avanzamos en la construcción de un espacio en el que pusimos el foco en la tarea de Análisis de las Prácticas de formación y de ejercicio profesional. Enfoque en que centramos nuestra práctica desde la perspectiva de la Psicología Institucional. Es desde esa inquietud por visibilizar atravesamientos, fantasías e imaginarios compartidos durante ambos procesos, que incluimos en 2010 la filmación del encuentro, a fin de compartir junto a impresiones y reflexiones escritas algunas imágenes y escenas que describen lo vivido.
En ambas experiencias la coordinación fue compartida entre Virginia Schejter, Profesora Titular, y un integrante de cada uno de los cuatro ámbitos de la cátedra en ese momento: del ámbito de Docencia, Trinidad Cocha; de una Investigación sobre la docencia como un modo de Análisis de las Prácticas Instituidas, Alicia Zappino; de Investigación en Salud en el marco de un proyecto UBACyT, Julia Cegatti; de Extensión Universitaria, Néstor Rivero.
La invitación a participar del espacio fue extendida a estudiantes, ex alumnos, egresados, docentes de otras cátedras y a dos colegas extranjeras, una latinoamericana y otra argentina residente en Paris desde hacía muchos años.

Objetivos y Dispositivo de trabajo
La convocatoria que imaginamos invitaba a los participantes a:
- Pensar cómo se está en la universidad y cuáles son los instituidos en la práctica de aprender.
- Revisar los imaginarios sobre la práctica profesional.
- Generar un espacio en que los estudiantes perciban que su palabra es legítima y que los profesionales y docentes invitados, escuchamos.

Al iniciar cada uno de estos dos encuentros se invitó a los presentes a compartir qué los convocó a participar, con el objeto de construir en acto, entre todos, lo que pasaría allí. En esta dinámica de presentaciones surgieron comentarios, inquietudes y reflexiones tanto de los convocados como de los organizadores ya que fuimos interpelados, enhorabuena, a explicitar nuestras expectativas del encuentro y que compartimos también en este escrito y en las imágenes que siguen.

Imaginarios acerca de la formación del psicólogo
En el contexto de la asamblea surgieron reflexiones acerca de cómo fue y cómo es la experiencia de formación. De lo compartido entre estudiantes, graduados recientes, docentes e invitados destacamos aquellos imaginarios que orientan los modos de pensar y hacer en la propia práctica y que en ocasiones generan dificultades para afrontar las problemáticas actuales.

Los estudiantes refirieron que viven la facultad como si estuvieran “en casa”, plantearon que las facultades un ámbito de pertenencia que brinda identidad, sostén y contención.

Respecto del lugar de estudiante surgieron diversas reflexiones respecto de la relación que se establece con las teorías, las prácticas y la producción de conocimiento. Entienden que el ser estudiante los designa y los habilita fundamentalmente a incorporar información teórica. El “teoricismo” impregna el imaginario del lugar de alumno de manera tal que desestiman la producción de pensamiento propio y la teoría es vista como una práctica en sí misma.

Simultáneamente, circula que lo que se aprende en la formación universitaria es a “pensar mucho y pensar bien”. Pensamiento que aparece asociado a contrastar textos y a “devorar libros”. Se delinea así una Psicología que aparenta ser un cúmulo de teorías a aprender, repetir y aplicar.
Se sostiene que una complejidad de la formación en nuestra profesión acontece porque hacerse psicólogo es una construcción que no se realiza exclusivamente en la facultad, sino que incluye, de manera contradictoria, el recorrido por experiencias y saberes en diferentes ámbitos de la vida. Acordamos que en el proceso de hacernos psicólogos el tránsito académico es fundamental para conocer perspectivas diferentes a las propias y posibilita un nivel de abstracción y conceptualización que trasciende los saberes de la cotidianeidad.
Se plantea que, de todos modos, se suele creer que recién se comienzan a utilizar los conocimientos psicológicos en el momento en que les otorgan el título habilitante. Independientemente que éste es una condición para la participación en ámbitos profesionales.
Apareció la pregunta al respecto de ¿cómo se hace un psicólogo? ya que el transitar por la carrera genera una sensación de “atrapamiento” a modos instituidos de ser y oficiar de alumno, que les impide incorporar los saberes psicológicos aprendidos a lo largo de su vida. Perciben que estos saberes, lejos de aportar a la construcción del campo de la psicología, son una interferencia en la formación y que pertenecen al ámbito privado.
Se planteó, entonces, la importancia de articular el marco teórico con la reflexión acerca de la propia práctica para no quedar atrapados en lo que fue enunciado como “un goce hermoso en pensar”. Se continuó con la pregunta acerca de cómo construir espacios en la práctica de los psicólogos que favorezcan una conceptualización al servicio de esa práctica.
Con relación a la finalización de la carrera surgieron algunas dificultades ante lo que perciben como “abandonar la casa”. Plantearon que sienten vértigo ante el vacío que se les presenta a la hora de concretar la salida al campo profesional.
Es a partir de este vacío que cobra mayor relevancia la carencia de prácticas en la formación. En el momento de recibirse de psicólogo insiste la pregunta: “¿Y ahora qué hago?”. La inauguración de la práctica profesional aislada del sostén identitario de la vida académica es sentida por algunos graduados como desoladora y adjudican parte de la dificultad a modos de aprendizaje alejados del saber hacer.
Además, se entiende que existe escaso diálogo entre la universidad y la comunidad, que permita integrar la práctica profesional a las necesidades del contexto social. De esta manera el academicismo de la formación profesional conforma una “casa” aislada.
Como uno de los modos posibles de sortear el desamparo de la transición hacia el rol profesional, surgió la importancia de organizar el acompañamiento de aquellos que tienen más experiencia, en el aprender a hacer haciendo, analizando la propia práctica y conceptualizándola.
Este modo de aprender aparece asociado a algunos espacios compartidos en que dentro de la formación se puede pensar la práctica y deliberar acerca de las maneras singulares en que cada uno se constituye como psicólogo.

Imaginarios acerca de la práctica del psicólogo
En el espacio clínico que se mantuvo a lo largo del dispositivo fueron surgiendo imaginarios y preguntas relacionadas a ese saber hacer en la práctica del psicólogo que permitieron desplegar incertidumbres, temores y placeres del hacer profesional.
Una de las inquietudes se relacionó con cómo saber hacer uso de la palabra, cómo ir encontrando maneras de decir en función de quien es el interlocutor. Se respondió a esta inquietud planteando que en el encuentro con otros se van descubriendo las propias posibilidades de aportar. Esto implica modificar la idea que hay que saberlo todo de antemano, ya que en el diálogo se construyen ideas adecuadas a cada situación.

Se planteó que “existe un mito en relación a que los psicólogos son los que saben de determinadas cuestiones de la vida”, este planteo hizo surgir el interrogante acerca de qué sabemos los psicólogos acerca de la vida de los otros. Creer que sabemos violenta tanto a los usuarios como en los profesionales, que son interpelados al ser requeridos a responder desde este lugar de saber anticipado.
Acordamos que no se puede saber del otro sin el otro, sin acercarnos desde una legítima ignorancia. Entendemos que el diálogo se ve facilitado si el acercamiento se produce incluyendo preguntas acerca de dónde uno está ubicado en esa relación. Saber que uno no sabe del otro y alejarse de la pretensión de saber qué decir. De este modo se abre un juego en el que se construye, se teje entre dos, en grupos, o en equipos.
Por último, con relación a este lugar de saber, los estudiantes temen hacer daño si intervienen haciendo una devolución de sus trabajos de campo. Además, durante la carrera no se suelen habilitar espacios para realizar devoluciones de lo que van aprendiendo en el vínculo con los otros. La cuestión queda ubicada una vez más del lado del pensar en soledad, sin co-pensar con otros que también están pensando.
En el intercambio surgieron preguntas que aún hoy siguen vigentes:
¿Qué es ser estudiante? ¿Qué es ser docente? ¿Qué trabajos se pueden hacer como psicólogos? ¿Qué imaginan acerca de cómo será su práctica profesional? ¿Qué es analizar? ¿Qué es una intervención psicológica? ¿Qué es ser psicólogo? ¿Qué hace un psicólogo? ¿Para qué ser psicólogo? ¿Para qué formar psicólogos? ¿Cómo se forma un psicólogo?

Ante la pregunta que nos hicieron acerca de qué nos interesaba a nosotros poner a reflexionar en ese espacio surgieron diferentes supuestos construidos a partir del análisis de las prácticas profesionales y de formación que realizamos en el trabajo docente:

- la vivencia de recibirse para los alumnos implica la sensación de desligarse del sostén institucional.
- existe la percepción acerca de la disminución del valor de ser graduado universitario en relación a otras épocas.
- los psicólogos recién recibidos temen caer en “lo pecaminoso de transgredir las reglas fundamentales de la profesión” y les resulta difícil definir cuáles son las reglas fundamentales y cuáles no, así como habilitarse para ocupar creativamente nuevos espacios en la práctica profesional.
- la práctica individual que caracteriza el imaginario acerca del rol del psicólogo es una dificultad para hacerse psicólogo.
- un espacio de intercambio por fuera de la cursada nos iba a permitir escucharnos de un modo diferente, corriéndonos del rol tradicional de docentes y alumnos que en la cursada está atravesado por la obligatoriedad de cumplir con el programa.

Algunas de estas inquietudes fueron apareciendo en los planteos que realizaron los participantes y otras preguntas y propuestas surgieron como conclusión de las asambleas clínicas. Otros efectos de las reflexiones en torno a las prácticas de formación fueron la realización de una investigación en el marco del PROINPSI “Dispositivos analizadores de la formación y práctica profesional del psicólogo”, la continuidad de las reflexiones en el aula con los estudiantes y un espacio Intercátedras que invita a la reflexión a cátedras de diversas instituciones universitarias.

Conclusión
De concebir el ser psicólogos como una identidad cerrada, a concebirnos como profesionales en formación… un modo de concluir abriendo sentidos.
Durante los encuentros se resaltó la importancia de preguntarse a lo largo del hacer, acerca de esos otros con los que se está trabajando y acerca de uno mismo: “¿qué hago yo aquí?’, ¿qué esperan que haga?”.
Coincidimos en que este posicionarse en construir conocimiento en el encuentro con otros, permite a los estudiantes y a los recién egresados correrse del lugar pasivo e inhabilitante que asocian a la falta de formación práctica. Además, a ir construyendo en conjunto no solo un saber teórico, sino un saber hacer, esperando poder hacer. Es con alegría que hacemos lugar a estos espacios y a las reflexiones que aparecen desde una legítima ignorancia, diferente a la ignorancia culposa. Esto implica pasar de hacerse cuestionamientos a uno mismo con un matiz “criticón”, a formularse genuinamente preguntas. Esto requiere soportar ese primer tránsito por un no saber, confiando en que, en conjunto con otros y con dispositivos adecuados, se va aprendiendo y conociendo.
Ser psicólogo desde esta perspectiva es saber que no se sabe, pero estar dispuesto a aprender, preguntándose, investigando, estudiando, observando, trabajando, compartiendo, acompañando, escuchando, pensando, entendiendo, desnaturalizando. De esta manera se otorga entidad académica a la curiosidad, a la sorpresa, al descubrimiento en el encuentro, que garantiza una manera de ir construyendo y construyéndose como profesional.
Dar lugar a la pasión, al divertirse haciendo, a la ternura, generar un momento inaugural más habitable en nuestra formación.

Salir de la “casa isla” hacia un desdibujar el límite entre el adentro y el afuera de la facultad, en pos de una formación desde y para la comunidad que arme puentes entre la formación y el ejercicio de la profesión.
En este sentido creemos que es necesario enfatizar que no es sino con la comunidad que nuestra profesión adquiere sentido. Reconociéndonos como parte de esa comunidad. Estas afirmaciones nos invitan a analizar nuestra implicación: ¿para qué ser psicólogos? y ¿quiénes son los destinatarios de nuestro trabajo?

Por último, creemos que el ejercicio de revisar los propios atravesamientos, articulado con la consideración de nuestra responsabilidad ética con la historia, el presente y el devenir, amplía el horizonte de la práctica profesional a numerosísimos espacios sociales aún no explorados.

Virginia Schejter. Doctora en Psicología (UBA). Profesora titular de la cátedra de Psicología Institucional en la Facultad de Psicología de la UBA; coordinadora general de la Práctica Profesional "La Práctica Profesional del Psicólogo Institucional". Consultora en Psicología Institucional del Hospital de Pediatría "Juan P. Garrahan" y coordinadora del equipo consultor, que realiza tareas de diagnóstico, asesoramiento, intervención y desarrollo en los diferentes estamentos, áreas y servicios que componen el Hospital.

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