Actividad físico deportiva y estrategias de afrontamiento en años de pandemia

Las investigaciones demuestran que los niveles de ansiedad durante el año de pandemia y cuarentena aumentaron. Entre las estrategias de afrontamiento planteadas por gobernantes y la población civil, la actividad física fue una de las principales. Frente a esta propuesta, nos interesa investigar cuáles son las diferencias entre las personas que realizan deporte y aquellas que no lo hacen en relación, no sólo de los niveles de ansiedad, sino también de sus estrategias de afrontamiento. Además, este escrito busca servir de acercamiento a una encuesta para seguir investigando, sobre todo, cómo la influencia de la práctica de actividad física guarda relación con los distintos estilos de afrontamiento.

 

Desarrollo:

Desde el momento en que comenzó a hablarse del COVID-19 las alarmas mundiales se encendieron y con ello la pandemia por el virus atrajo una segunda preocupación, la de la salud mental. La situación de crisis mundial modificó las rutinas diarias, la disposición del trabajo y de los espacios, tanto al aire libre como en la intimidad, influenciando así nuestra vida personal en todas sus dimensiones; la pandemia del COVID-19 y la cuarentena constituyen dos situaciones generadoras de crisis con componentes de altos niveles de incertidumbre, ansiedad y estrés (Cedeño et al., 2020; Ozamiz-Etxebarria et al., 2020: Moreno-Proaño, 2020).

La ansiedad es entendida por Vindel (2011) como una emoción natural que comprende las reacciones que tienen los seres humanos ante la amenaza de un resultado negativo o incierto. En este sentido se vuelve fundamental para quienes trabajamos en Salud Mental pensar e investigar con qué herramientas o estrategias cuentan las personas para afrontar la situación de aislamiento.

La Psicología del Deporte y de la Actividad Física, por un lado, se encarga de promover experiencias saludables, acompañando la vida profesional, su compromiso, disfrute y desarrollo personal de los deportistas de alto rendimiento, Cabe destacar la importancia de la actividad física, vista desde dos perspectivas. En principio se la conoce como “ejercicio”, el cual requiere de una actividad física planificada, teniendo el objetivo de la mejora o el mantenimiento de uno o más componentes de la aptitud física. No podemos quitar la mirada de la actividad física definida como los movimientos corporales que surgen de actividades cotidianas (Cantón Chirivella, 2010).

Desde la Psicología Deportiva y la Actividad física, lo que vamos a priorizar es que se promueva una experiencia deportiva saludable, en el “acompañamiento” de la vida profesional de un deportista que se caracterice por el disfrute, el compromiso y el desarrollo personal.

Por otra parte, la "actividad física" no debe confundirse con el "ejercicio". Éste es una variedad de actividad física planificada, estructurada, repetitiva y realizada con un objetivo relacionado con la mejora o el mantenimiento de uno o más componentes de la aptitud física. La actividad física abarca el ejercicio, pero también otras actividades que entrañan movimiento corporal y se realizan como parte de los momentos de juego, del trabajo, de formas de transporte activas, de las tareas domésticas y de actividades recreativas.

La situación mundial generada por la actual pandemia del COVID-19 nos ha enfrentado a la necesidad de proponer diversas estrategias para mitigar el impacto de esta enfermedad. Dentro de las disposiciones establecidas por la OMS se ha implementado el confinamiento y el distanciamiento social, generando un cambio abrupto en los hábitos y rutinas diarias de las personas, impactando en la actividad física, el ejercicio y el deporte. Esta medida de restricción aumenta la exposición al sedentarismo, condición que inicia o deteriora una enfermedad crónica no transmisible previa e incrementa el riesgo de mortalidad por la pandemia (Ursino et al., 2020).

            Por lo mencionado, aumentar el nivel de actividad física es una necesidad social, no solo individual. Por ende, exige una perspectiva poblacional, multisectorial, multidisciplinaria, y culturalmente idónea (OMS, 2020).

Continuando, una de las formas posibles de evaluar las herramientas con las que cuentan las personas para hacer frente a situaciones potencialmente ansiógenas o estresantes, es conocer su capacidad de afrontamiento, pudiéndose definir éste como el “esfuerzo cognitivo y conductual constantemente cambiante, que se desarrolla para hacer frente a las demandas específicas internas y externas, que son evaluadas (…) como excedentes de los recursos de la persona” (Lazarus & Folkman, 1984, p.141).

En sintonía, para Ignacio Lewcowicz (2004), las crisis suponen el agotamiento de una forma de pensar una situación con la que ya no hay sentido. En este caso, podemos pensar la pandemia como una situación de crisis donde nuevas respuestas son necesarias para abordar lo que está aconteciendo: hospitales llenos, desconcierto generalizado, aumento en la demanda de psicofármacos y con ello un aumento en la demanda de atención en salud mental, como lo afirma el Doctor Ibarra, médico psiquiatra del Servicio de Salud Mental del Hospital Padilla.

El propósito de esta investigación está puesto en las posibles diferencias sobre los niveles de ansiedad percibida en el contexto de ASPO y la capacidad de afrontamiento, entre quienes realizan actividad física, por un lado, de alto rendimiento, por otro, quienes la realizan recreativamente y quienes no realizan ningún tipo de actividad. Por lo dicho, para continuar es necesario clarificar estas distinciones, es así que Jurgens (2006) define los siguientes grupos:

Sedentarios: No realizan actividad física sistemáticamente, se consideró sedentarios a los sujetos que realizan actividad física esporádicamente, 2 veces a la semana o menos.

Recreativo: Realizan actividad deportiva en forma sistemática, al menos 3 veces por semana.

Competitivo: El entrenamiento apunta tanto a la mejoría de la forma física, como de las habilidades tácticas y técnicas. La condición para pertenecer a este grupo fue practicar deporte en forma sistemática, estando federado en un club.

Alto rendimiento: Tipo de deporte competitivo que somete al organismo al rendimiento máximo, buscando la máxima performance, preparándose para competir a nivel nacional, sudamericano, panamericano, mundial u olímpico.

Como vemos, la práctica de ejercicio físico se puede observar y medir en todas sus formas. Ahora, en relación a la Salud Mental, ¿qué sabemos?

Los científicos y los médicos han sabido desde hace mucho tiempo que la actividad física regular puede originar importantes beneficios para la salud. Aunque las ciencias de la actividad física son complejas y constituyen un campo aún en desarrollo, no existe la menor duda de los peligros del sedentarismo y de que la práctica de actividad física comporta numerosos beneficios, entre los que se encuentra la reducción del riesgo de padecer diversas enfermedades y la mejora de la salud mental (Nieman, 1998).

Aunque no se habían establecido aún relaciones causales, ya desde hace dos décadas se comenzó a relacionar la actividad física con el bienestar psicológico y con aspectos tales como la calidad de vida, la reducción del estrés, los cambios en los estados emocionales y los estados de ánimo, la mejora del autoconcepto o los descensos en los niveles de ansiedad y depresión (Biddle y cols., 2000).

La información existente apunta a que la práctica de la actividad física se traduce en una mejora del bienestar subjetivo, entendido como sentimientos de satisfacción con la vida, la familia y el trabajo. Así, en un estudio realizado en España mediante un programa de intervención con actividad física aeróbica y no aeróbica de ocho meses sobre personas sedentarias de 61 a 77 años, se demostraron incrementos significativos en el bienestar psicológico y en la satisfacción en los dos grupos de ejercicio en comparación con los controles, siendo las mejoras significativamente más elevadas en el grupo de actividad aeróbica. No obstante, para que se produzca un efecto a largo plazo debe existir un estilo de vida activo más que una intervención concreta y puntual (Márquez Rosa, Rodiguez Ordax y De Abajo Olea, 2006).

 

 

Discusión:

¿Es la práctica de actividad física con regularidad una posible solución estable para disminuir los niveles de ansiedad de la población? ¿Existen diferencias en cuanto a la ansiedad y a los recursos de afrontamiento según el desempeño o la ausencia de la actividad físico deportiva? Si así lo fuera, ¿En qué tipo de respuestas de afrontamiento podría influir?

Para continuar esta discusión y aportar a responder esa pregunta, los invitamos a participar de esta investigación a partir del siguiente formulario:

Es condición ser mayor de 18 años.

https://docs.google.com/forms/d/1cIrNUr2n7lS7zNVocN-GuEA-oElPhdQeBKreoCRHttk/edit?chromeless=1

 

Referencias: