Génesis y el psicoanálisis

Por el Dr Shlomó Gotzidanquen[1], miembro del equipo Buffet Freud

El Origen

En el principio sólo era Él, y se sentía solo , único, y no escuchado, y se angustiaba, porque sabiéndose todopoderoso, necesitaba, como cualquier otro mortal (aunque Él no lo era, no lo sabía, porque no existia la muerte), del deseo de otro, de la escucha, de alguien con quien compararse, para poder sentirse superior y omnipotente. “¿ Cómo ser reconocido como Dios, si no existe nadie para que me reconozca?” Habrá dicho, o pensado, es lo mismo.

Entonces Él dijo: “hágase el psicoanálisis”, pero el psicoanálisis no se hizo, porque por más Él que fuera, para que haya psicoanálisis se necesitan por lo menos dos personas, y que una de ellas sea psicoanalista.

Entonces Él creó a un psicoanalista[2], no lo hizo a través de una de sus costillas, sino de una de sus palabras. Y lo hizo a su imagen y semejanza. Por lo que el psicoanalista lo primero que hizo fue creerse “Él”, pero como todos sabemos, Él es uno solo (al menos eso opinan los monoteístas, que son los que piensan que el hombre desciende del mono,  como su nombre lo indica), por lo cual, si Él era Él, el psicoanalista fue “El Otro El”. Aunque Él no se decía a sí mismo El sino “Yo”, por eso lo llamó “El otro YO”, finalmente, no sabiendo si debía llamarlo “el otro El” o "el otro Yo”, optó por llamarlo “El otro Usted” pero cuando entraron más en confianza, el Usted fue eliminado de la expresión, y fue, simplemente, El Otro.

Creado que fuera el psicoanalista, esto no quería decir que necesariamente existiera el psicoanálisis.

Pero entonces, Él dijo: “me siento solo, nadie me escucha, yo soy el creador del Universo, y siento que nadie me comprende”.

A lo que respondiole el psicoanalista:

-Lo suyo no es original, a todos les pasa lo mismo, creen que les pasan cosas únicas, pero eso es puro narcisismo.

-¡Qué es el narcisismo?- preguntó Él.

-Si usted no lo sabe, quien podría saberlo? -le respondió el analista.

Y entonces dijo El.

-Hágase el narcisismo.

Y la luz se hizo, y así se pudo ver.

Y entonces dijo Él.

-Usted mencionó el término “todos”, pero que yo sepa, hasta ahora “ todos” somos usted y yo.

-Eso es porque usted no ha desarrollado aún sus aspectos más creativos, por mas “Creador” que se autodenomine… ¡Cuando va a crecer? ¡Ni siquiera tiene usted nombre!

-Tengo, pero odio que pronuncien mi nombre en vano.

-Lo entiendo, yo también estoy harto que digan cualquier tontería en nombre del psicoanálisis.

- Que digan  quienes”?

-Ups.

-No se preocupe.

-Usted es quien se preocupa y proyecta en mi su preocupación. Usted quiere que yo le diga cómo debe crear el mundo, para luego tener a quien echarle la culpa de los errores, para no hacerse cargo de su propia obra. Yo creo que deberíamos trabajar seis días por semana.

-¡Y el séptimo?

-Descansar.

Y El pensó que eso era bueno, y entonces creó los días y las noches, para poder encontrarse el día siguiente, a la misma hora.

Al cabo de cinco días, el tratamiento iba avanzando. Ël estaba venciendo sus inhibiciones creativas, podríamos decir que se había desbloqueado bastante, si creyéramos en esa palabra. Ya había podido crear campos y montañas, prados, plantas, flores, incluso animales de toda clase, pero la angustia, la sensación de no ser escuchado ni entendido, continuaba. Entonces, en la sexta  sesión, el analista le dijo:

-Quizás haya llegado el momento de crear personas.

-¿Y eso qué es? -preguntó Él.

-Se supone que usted es Omnisciente, debería saberlo- díjo el analista.

Él negó el señalamiento de su propio desconocimiento, y dijo:

-Por supuesto que lo sé, porque yo lo sé todo, incluso lo que ignoro, ya que puedo crearlo como me guste. La existencia de algo depende de que yo sepa que eso existe.

-Vaya, qué manera de negar la realidad externa- dijo el analista.

-¿Qué realidad externa?

-Ups… bueno, quizás sea el momento propicio para que usted la cree, para poder diferenciar “el YO” del mundo exterior.

-No entiendo nada, ¿Usted crearía una realidad interna?

-No, Usted.

-¿Qué dije? ¡Recuerde que YO soy YO y Usted es Usted!

-Tiene suerte de no haberme creado lacaniano -dijo en analista, pero digamos que ya está en tiempos de que exista una realidad, para poder diferenciar lo que es “Él” de lo que es “NO-ÉL!

-¿Noel? ¿Usted cree que yo necesito un papá?

-No, pero creo que si se siente usted Omnipotente, debería crear otros seres más avanzados con los que se pueda comparar ¿de qué le vale ser más poderoso que… ¡Una lagartija!?

- Entiendo. Podria crearlos a mi imagen y semejanza!

-Pero entonces ellos se creerían Él, ya que no puedo tratarlo de Usted, porque Usted soy yo. Pero además ,lo serían ¿por qué es usted taaan narcisista, que no admite que los seres pueden tener otras formas y conocimientos diferentes a los suyos?

El tuvo que admitir que el psicoanalista tenía razón, pero no lo hizo. Por algo era Él y ese otro no era Él, era Usted, o, peor aún, era “¿usted qué piensa?"

Pero como Él no pudo reprimir el concepto, porque eso ni Dios lo consigue, la idea volvía una y otra vez, y Él reconoció que su analista tenia razón, y decidió castigarlo para no vuelva a pasar. Primero se le ocurrió aniquilarlo, pero se dio cuenta que, de hacerlo, no estaba castigando al analista, sino a Él mismo, ya que no iba a tener quien le interprete. Entonces decidió que lo dotaría de una extraño lenguaje, en el que utilizaría las mismas palabras que los demás, pero con otros sentidos que nadie entendería; pero se dio cuenta de que eso tampoco estaría bien, porque ÉL tampoco lo entendería. Finalmente se decidió por el peor de los castigos. Mientras el psicoanalista dormia, le quitó una costilla y creó creó otro psicoanalista más, parecido pero diferente, en este caso se trataba de “Una” psicoanalista.

Y como Él vio que el sistema era bueno, creó también a una persona, y le quitó una costilla para poder crear a una segunda.

Y el psicoanalista, ya despierto, le interpretó.

-Usted no soporta que haya otros seres completos, les tiene que quitar algo de su cuerpo, sea una costilla, el prepucio, el apéndice.

Y según reza la tradición, eso fue más de lo que Él podía escuchar. Así que transformó al analista en serpiente y le prohibió conectar a los recién creados humanos con sus deseos inconscientes.

 

La tentación

Y allí estaba Él, con sus dos seres humanos creados a los efectos de que lo escuchen y lo reconozcan como Omniscente, Omnipresente y Todopoderoso, por más que Él, en toda SU sabiduría, se negara a aceptar que si necesitaba que alguien lo reconozca como tal, tan Todo poderoso no era. Pero, como el psicoanalista estaba transformado en serpiente, nadie se lo decía, y al no escucharlo, para Él estaba todo bien.

¿Todo bien? NO… Freud aún no lo había señalado, pero el malestar en la cultura ya existía. Él sintió que los seres necesitaban tener un nombre. Para poder diferenciarlos de sí mismo. Primero pensó en el nombre para el varón, y no se le ocurrió nada. NO tenía parientes, ni fallecidos ( como se usa entre los judios askenazis) ni vivos ( como se usa entre los judíos sefaradís y también entre los cristianos) para homenajear. Se le ocurrió que al único que podía homenajear era a Él mismo.

-Pero no puedo llamarlo Él. Como yo, porque entonces cuando lo llamen a El no sabremos a quien de los do es, y además, si no quiero que pronuncien mi nombre en vano, no tiene sentido que alguien se llame igual que yo, ya que cada vez que  pronuncien su nombre estarían diciendo el mío, en vano. Bueno, pero puedo homenajear alguna de mis características, Podría llamarlo “Omnisciente, Omnipresente”…hm... es un nombre que debe llevar toda la vida, y como lo hice inmortal, sería toda la Eternidad, no lo estoy favoreciendo, seguro terminarían llamandolo “Omni”, lo que suena a Objeto volador no identificado. No. ¡ya sé, puedo llamarlo Todopoderoso! Pero… ¿no es mucho para un ser que no es “nada poderoso”? Ah, entonces puedo llamarlo “Nada poderoso”, pero es un nombre muy largo, suena a babilonio, tipo Nabucodonosor… ¡Lo puedo llamar “Nada” ¡Ya sé, lo voy a llamar “Nada”!

Pero como Dios hablaba en hebreo, y el hebreo se escribe de derecha a izquierda, quedó  al revés ¡“Adán”!

Y lo llamó Adán.

Y entonces Él pensó que la mujer también debería tener un nombre. Pero dándose cuenta de que encontrar el nombre para el varón, se había cansado, decidió llamarla “Adán” también a ella. “Al fin y al cabo al lado mío los dos son nada”. Pero entonces el psicoanalista, desde su cuerpo de serpiente, le susurró

- Habrá dos con el mismo nombre, y uno solo con el tuyo.

Y a él eso no le pareció bien. Entonces decidió llamarla con el nombre de lo primero que viera. Y justo pasó un pájaro volando, y El decidió llamarla “Ave”, y entonces[3] quedó “Eva”.

-¿De modo que ya los tienes, Adán y Eva, dos seres capaces de escucharte, comprenderte, interpretarte y señalarte?

-Sí, dijo Él, ya no te necesito para me marques mis errores, ahora los tengo a ellos para que marquen mis aciertos, me adoren e idolatren.

-Creí que no te gustaba que idolatren a nadie.

-Es cierto… a nadie… más que a Mí, a Yo, a Él.

-¡Pero, si van a poder hacer las mismas cosas que yo  ¿cómo sabés que no te van marcar errores, como yo mismo lo hice?

-Simplemente lo sé… porque… porque.. ¡Porque lo sé! Pero de todas maneras, no les voy a permitir comer del árbol del conocimiento, de manera que, al poder discernir, van a discernir lo que yo discierna por ellos.

-¿No les vas a dejar conocer nada?

-No.

-¡Y entonces, cómo van a saber cual es el arbol del conocimiento, para poder hacerte caso?

-¡¡¡Ya te transformé en serpiente!!! ¿quieres ahora que te quite el habla y te obligue a arrastrarte como si fueras un vil gusano?

-¿Qué es un vil gusano?

-Ups… mirá, mejor vete, antes que lo invente a través de ti.

-Okey, dejemos aquí por hoy. 

El psicoanalista serpenteó un poco (para aquellos que les cueste entender lo que hizo, imaginen lo que hace habitualmente un psicoanalista  ante una pegunta directa de alguno de sus pacientes: bueno, éste hizo lo mismo, pero con el cuerpo), y finalmente se acercó a un bosque, en el que Eva intentaba, infructuosamente, que un sapo se transformase en principe.

NI bien lo vio (al analista) hizo como que no lo veía [4] , y siguió en sus vanos intentos de transformar al sapo en príncipe: le hacía cosquillas, lo revoleaba,  le intentaba tirar de las inexistentes orejas, le decía “oso, oso, que bicho más hermoso”.

-De modo que usted quiere transformar al sapo en príncipe -le dijo el analista, desde su cuerpo de serpiente.[5]

-¿Qué es “sapo”?  ¿qué es “Príncipe”?  ¿qué es “transformar”? preguntó Eva, evidentemente bajo los efectos de la prohibición del árbol del conocimiento.

-Si no lo sabe ¿por qué le hace eso? -preguntó el analista.

-Porque no me gusta así como es, quiero que sea diferente -respondió Eva.

-¿Y cómo sabe usted que no le gusta que sea así como es?

-No lo sé… simplemente no me gusta, pero es algo que me pasa siempre, veo algo, y me gustaría que fuera de otra manera…  luego veo otra cosa, que es de esa otra manera, y me gustaría que  cambiara, y así.

-Ajá- atinó a decir el psicoanalista, y mirando hacia arriba, dijo -“ ya sé… ¿dijiste “ hágase la histeria”, no”

Pero Él no le respondió. Ella, en cambio, si.

-¿Qué me quiere decir con eso?

-Usted nunca lo entendería.

-¿Porque soy mujer? ¿acaso cree usted que las mujeres no entendemos, que somos seres inferiores?

-No. porque Él le prohibió comer del árbol del supuesto saber.

-¿Y usted dice que si yo comiera de ese árbol, entendería todo?

-Sería usted como Él.

-¡Pero Él no tiene buen gusto, mire las criaturas que ha creado, los colores que usó, ese bicho (señalando al sapo) yo lo hubiera hecho dorado con rayas violetas!

-¡Usted podría ser la mujer más bella del mundo!

-¿Y eso que quiere decir?

-Si usted come de ese árbol, sabría lo que quiere decir.

Y Eva probó.

 Y ni bien lo hizo,  se reconoció desnuda.

-¡No tengo qué ponerme, no tengo qué ponerme!!! ¡Adáááááán, no tengo qué ponerme!

Adán acudió presuroso, la vio, y lo único que atinó a decir es:

-No entiendo.

-¡¡Vos nunca entendés nada, vos nunca entendés nada!! nunca me escuchás, nunca me llevás a pasear, nunca me invitás a comer, nunca me decis que estoy linda!!! ¡¡Vos no sabés nada de lo que quiere una mujer!”¡¡No sé pára que te hizo Él!

-Él los hizo para que lo escuchen, adoren e idolatren a Él –dijo el analista.

-¿Y a mí quien me va a idolatrar? -preguntó Eva.

-Mucho me temo que si quiere que exista alguien que la idolatre, va a tener que encargarse usted misma de hacerlo -dijo el analista.

-Adán, ayudame a hacer gente para que me idolatre!

-¡Y eso cómo se hace? -preguntó Adán.

-Para saberlo, va a tener que comer del árbol del conocimiento -lo tentó él analista.

-Oh -dijo Adán-.yo no sé nada de nada, pero lo único que sé es que eso está prohibido, que a él no le va a gustar nada.

-¡Vos siempre preferís a otra persona, siempre lo mismo! -gritó Eva- ¡te vas a jugar con el oso, o a tomar agua con el cocodrilo, o te la pasás obedeciendo cualquier capricho de Él que se aparece a cualquier hora y pide cualquier cosa ¿Y yo qué, yo qué???

-¡Yo Adán; tú, Eva -.Dijo Adán, confundiéndose de personaje[6]

-Adán, quiero personas que me idolatren!

-¡No se puede! -dijo Adán- ¡está prohibido!

-Adán, ya me vas a pedir que te haga cosquillas en alguna parte de tu cuerpo!

-Nunca te lo pedí

-¡¡¡Ya me lo vas a pedir!!!

-No se puede, está prohibido. No se puede, está prohibido. No se puede, está prohibido. No se puede, está prohibido -insistió Adán.

-Hagase la neurosis obsesiva-  dijo el analista mirando hacia el cielo.

-Está bien -dijo Eva- entiendo, si vos no querés que haya seres que me idolatren… si lo preferís a Él.

-Eva, No se puede, está prohibido, no es que yo no quiera, es que No se puede, está prohibido...

-Si vos no querés… -susurró Eva-. Lo entiendo . Hoy en día los hombres no saben compromterse en un vínculo.

-No entiendo lo que decís- dijo Adán.

-Jamás lo entendería- dijo el analista.

-¿Es porque tengo prohibido el árbol del conocmiento? -preguntó Adán

-No, porque sos varón- le respondió el analista.

-Bueno, Adán, voy a buscar otro ser que no tenga prohibido comer de este árbol, a ver si me ayuda a crear personas que me idolatren.

Y Adán no pudo frenarse, le dio un mordisco al fruto prohibido.

-¡Hágase la familia!- dijo por lo bajo el psicoanalista.

Entonces apareció Él, enojadísimo por lo que ellos habían hecho.

-¡Yo les dí todo, y ¿ustedes me lo agradecen de esta manera? ¿comiendo del único fruto que estaba prohibido?

-Sabes que lo prohibido siempre tienta- dijo el analista.

-Yo lo sé. Pero ellos no tenían cómo saberlo -dijo Él furioso- ¡usted es el culpable!

-¡Ahora está proyectando en mí las consecuencias de sus propias falencias! ¡Si no quería que comieran ese árbol, no lo hubiera creado! ¿qué clase de doble mensaje es ese, de poner algo valioso cerca, y a la vez prohibirles que lo prueben?

-¡Tendrían que haber tenido la suficiente fuerza de voluntad!

-!Se las hubiera dado! ¡qué clase de creador es usted, que se queja de los defectos de sus propias creaciones!

Pero Él, para algo era omnisciente.

-¡Es cierto, yo los creé! ¡pero ya son grandes, hasta cuando van a seguir viviendo a mis costillas! ¡No podrían haber madurado, digo YO, o sea ÉL?

-¡Pero si les prohibió el conocimiento!

-Noooo. Yo solamente les prohibí que comieran “del  árbol del conocimiento”. ¡Si querían adquirir conocimiento, que lo hagan a través de su propio esfuerzo!  ¡No hacen nada, no me adoran, ni siquiera me hacen caso!  ¿qué clase de divinidad soy yo, que sus creaciones no lo obedecen? ¿cómo me voy a presentar delante de los otros Todopoderosos, no sé, los dioses griegos, los egipcios, si mi propia descendencia, esos que hice a mi imagen y semejanza, no me pueden obedecer ¿dónde está mi imagen paterna, mi autoridad?

-Bueno, dijo el analista -esto suele pasar, es frecuente que los jóvenes se rebelen a los mandatos familiares.

-¡A Mí no me suelen pasar las cosas que “suelen pasar”! -dijo Él- ¡¡¡para algo soy único!!!! Si me pasara lo mismo que a otros, esta religión seria politeista!  ¿No sabe usted que soy Él único?

- Y quizás allí esté el origen de sus conflictos, Él. Es porque es Dios Único. Al no tener hermanos, no está acostumbrado a tener que competir por el cariño, o la adoración, o los rezos…

-¡Eso pasó hace mucho, no me venga ahora con traumas de mi infancia, que pasó hace miles de milenios! ¡ahora el problema son ellos! ¡pero yo les voy a enseñar! ¡¡¡van a tener que laburar!!! ¡van a tener que ganarse el pan con el sudor de su frente! ¡y de acá se van! ¡Fuera los dos, fuera de mi casa, fuera, fuera! 

Adán y Eva miraron al analista con los ojos llenos de lágrimas.

-Ya se le va a pasar. Ustedes vayan, salgan al mundo, crezcan, y no se olviden de llamarlo de vez en cuando, a ver cómo está.

 


 

[1] Reconocido psicoanalista, y estudioso del Talmud, algunos de sus textos fueron escritos bajo el seudónimo de “Silvio Tedeum". Entre sus escritos más renombrados se encuentran “el éxodo de los pacientes” “la mujer de Lot no existe”, “Cortar a un niño ( ensayo sobre Salomón)”, “Sansón y la castración simbólica”, “el porvenir de un faraón”, “Los que fracasan al  circuncidar”, “El Yo, el Ello y Él”, etc.

[2] Con lo que se comprueba que el psicoanálisis es la profesión mas vieja del mundo, desmintiendo toda la mitología que afirma otra cosa.

[3] Como ya explicamos, Él pensaba en hebreo, al menos en esos tiempos en los que el inglés aún no había sido creado, suponemos que luego se hizo poíglota, aunque jamás politeista.

[4] Aplicando, quizas por primera vez en la historia, el concepto de bella indiferencia.

[5] Nosotros, al igual que nuestros lectores, sabemos que las serpientes no hablan, pero al parecer, en tiempos bíblicos no se tenía ese conocimiento

[6] No lo justificamos, pero digamos que, ambientalmente hablando, los diálogos entre Tarzán y Jane ocurrian en sitios fisicamente parecidos.

 

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