Testimonios: Conversaciones entre Nietzsche y Lacan

I. El testimonio del pase

El pase es un dispositivo inventado por Lacan que propone investigar uno de los problemas cruciales del psicoanálisis: el final del análisis y la transformación  que éste produce en un sujeto. Esta investigación se realiza a partir de los testimonios de los analistas que deciden transmitir aquellos cambios que el psicoanálisis les ha producido en su subjetividad. Actualmente se encuentra vigente en muchas escuelas de orientación lacaniana.

El dispositivo del pase es un modo esencial para la formación del analista de orientación lacaniana. El testimonio, que puede ser dado por todo analizante que haya alcanzado la dimensión de conclusión de su análisis, es evaluado por un Cartel de Pase: un jurado de analistas elegido para esa función en el contexto de una escuela de orientación lacaniana.

El procedimiento implica que el testimonio es dado a dos analistas en forma separada (dos pasadores), quienes cumplen la función de transmisión al Cartel del Pase mencionado que otorga, al analista que ha testimoniado, la nominación de AE, analista  de la Escuela. A partir de esta nominación, el AE deberá hacer transmisión pública de aquello testimoniado.

Cada pasador tiene la condición de escuchar ese viraje singular, ese paso que condujo al pasante a la posición de analista, en tanto él mismo está ubicado un paso antes del final a partir de su expe- riencia analítica.

El Cartel del Pase es un jurado que no lo sabe todo. Se dejará enseñar por lo más particular de lo transmitido de la experiencia que se desprende de un análisis. Los testimonios de los pasantes llegan al Cartel mediante el relato de los pasadores. La interrogación permanente sobre el deseo del analista es lo que permite esta apertura a lo nuevo. Y es lo que posibilitará  la enseñanza de la que se responsabiliza el Cartel del Pase en sus presentaciones públicas.

Lacan instaura el pase en su escrito “Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela” y el dispositivo comienza a funcionar algunos años después en la Escuela Freudiana de París (fundada en 1964 y disuelta en 1980).

En 1976 Lacan refiere “designe con el pase esta puesta a prueba de la hystorizacion del análisis, cuidándome de no imponer este pase a todos, porque no hay todos en este punto, sino dispersos descabalados” En el inconciente freudiano se reconstruye una historia, una hystoria (término que guarda homofonía con hysteria) para ser contada a otros. Hacer el pase no es hacerse historiador de uno mismo. Es más bien mantener esa brecha abierta.

II. La autobiografía como escritura de un otro: Nietzsche y Derrida

Los relatos autobiográficos surgen en la Modernidad, junto con la noción del sujeto cartesiano; como relato de un yo a sí mismo, un yo unificado. Tradicionalmente se considera que la autobiografía de un pensador tiene valor sólo como conjunto anecdótico a la hora de pensar su obra. Contrariamente, Nietzsche, y con él Derrida, con- sideran que la filosofía es autobiografía. En este sentido, ya no se trata de un relato de un yo a sí mismo; sino de un yo-otro, que se desconoce a sí mismo; de un nosotros.

Derrida plantea que Nietzsche en el “Ecce Homo” compromete su cuerpo y su nombre: “Como preveo que dentro de poco tendré que dirigirme a la humanidad presentándole la más grave exigencia que jamás se ha hecho, me parece indispensable decir quién soy yo (…) Yo vivo de mi propio crédito” El sujeto, resultado de la autobiografía, es un producto de un lenguaje.

En 1991  Derrida escribe su autobiografía, “Circonfession” en la cual habla del precio de la escritura: “Me divierto mucho, me habría divertido tanto, pero eso cuesta un precio, desorbitante, es al menos lo que querrían decir de mí, esperando el precio desorbitante, justamente, lo excesivo, el mal cálculo y la pérdida” El precio que se debe pagar es la muerte. El nombre sobrevive la materialidad del cuerpo. Derrida propone pensar la autobiografía como hetero- thanato-biografía.

Panesi plantea que “la autobiografía no es un mero teatro interior: viene del otro y va hacia el otro”. En este sentido, no hay autos que no esté atravesado por el heteros. “El nombre propio es ya el nombre de un muerto”.  En la autobiografía se pone de manifiesto la economía fúnebre de toda escritura, un trabajo textual del duelo. Cragnolini plantea que el trabajo del duelo consiste en elaborar una pérdida, introyectando en la propia mismidad aquello que se ha perdido. “Pensándolo en los términos de la muerte, supone disolver al muerto, y mantenerlo “bien muerto”. La introyección de “lo otro” en “lo mío” en el trabajo de duelo es una asimilación que termina por deshacer en mi propia mismidad aquella otredad”. Para Derrida “se escribe solamente cuando se abandona la compañía de lo contemporáneo” En la filosofía contemporánea, la escritura propia se desapropia.

III. El testimonio  de pase como escritura  de un otro: Lacan con Nietzsche y Derrida

En “Nietzsche:  políticas  del  nombre  propio”  Derrida  plantea  que Niezsche, y posiblemente Freud, abordaron la filosofía con su nombre, poniendo en juego sus nombres. La filosofía se hace en nombre propio, se escribe con la corporalidad.  El nombre es siempre y a priori un nombre de muerto; ya no refiere exclusivamente al portador del mismo. El nombre propio indica una supervivencia testamentaria de su portador, una “vida”  más allá de la presencia. De igual forma, Lacan propone como principio: “el psicoanalista no se autoriza sino a sí mismo”  Como psicoanalistas, vivimos de nuestro propio crédito poniendo en juego nuestro nombre cada vez con cada paciente. Derrida analiza la cuestión del nombre propio y de la identidad en el marco de su teoría de la lengua como sistema de diferencias. El nombre propio es impropio: desnombra, expropia. “La relación consigo mismo no puede ser más que de différance, de huella o de alteridad, y existe una irreductibilidad en la relación con el otro, testimoniada en la noción de expropiación o desapropiación, por la cual experimentamos que no hay identidad a sí plena”. Nadie puede arribar  al título  de AE, analista  de Escuela, en soledad.  Es necesario atravesar por un dispositivo, el pase; en el cual se da testimonio autobiográfico de su propio análisis.

“Nombrar a alguien analista, nadie puede hacerlo. Y Freud no nombro a ninguno. Dar anillos a los iniciados no es nombrar. De allí mi proposición de que el analista no se hystoriza más que por sí mismo: hecho patente”. Sin embargo “no excluye que la Escuela garantice que un psicoanalista depende de su formación”  La Escuela, la comunidad entre psicoanalistas, atraviesa el nombre y la formación de cada psicoanalista.

Para Niezsche, el nombre propio se relaciona con un proceso de des- personalización. Al hablar en nombre propio, se habla también en nombre de otros. Siempre se está atravesado por los otros. Y es aquí donde radica el valor del el dispositivo psicoanalítico del pase: un sujeto psicoanalizante emerge psicoanalista (psicoanalizado) en un proceso mediado por otros. Y esto también tiene un precio que el analista debe pagar. En “La dirección  de la cura y los principios  de su poder” Lacan refiere que el analista paga con su ser, en tanto es por su carencia en ser que se pone en juego en la experiencia  analítica. El analista entra al dispositivo como muerto, desde la falta en ser, dejando sus ideales de lado; para que la combinatoria simbólica pueda operar.

En la concepción de la escritura de Derrida, escribir es retirarse de la escritura misma. La ausencia corporal del autor del texto y portador del nombre permite la presencia de la palabra. Esto se ve reflejado en el testimonio del pase; el cual llega al Cartel y a la comunidad de analistas mediado por los pasadores. De esta forma, el analista que brinda el testimonio no es trascendente al mismo y tampoco lo domina. La relevancia del testimonio del pase para el psicoanálisis no está en la historia particular de ese sujeto, sino en lo que esa hystorización puede aportar a uno de los problemas cruciales del psicoanálisis: el final del análisis y la transformación que un psicoanálisis produce en un sujeto.

IV. Conclusiones

Un testimonio de pase es una autobiografía como escritura de un otro en el sentido que otorgan Nietzsche y Derrida.

Hacer el pase no es hacerse historiador de uno mismo. El testimonio autobiográfico del pase no es un mero anecdotario de la historia personal de un sujeto; sino que da cuenta de un proceso psicoanalítico que concluye en un final de análisis. En esta línea, podemos considerar que el propio testimonio de pase se desapropia.

BIBLIOGRAFÍA

Cragnolini, M. Nombre e identidad: filosofar en nombre propio. Ponencia al X Congreso Nacional de Filosofia, Huerta Grande, noviembre de 1999. Edición digital: Derrida en castellano http://www.jacquesderrida.com.ar/comentarios/cragnolini_2.htm

Cragnolini, M. Para una “melancología” de la alteridad: Diseminaciones derrideanas en el pensamiento nietzscheano. Revista Estudios Nietzsche. Universidad de Málaga. Numero 1, 2001.

Derrida, J. Circonfession. En BENNINGTON, G. Jacques Derrida. Madrid, Catedra. 1994.

Derrida, J. Nietzsche: políticas del nombre propio. En La filosofía como institución. Barcelona, Granica, 1984. Edición digital: Derrida en castellano http://www.jacquesderrida.com.ar/textos/nietzsche_nombre_propio.htm Lacan, J. Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela. En Otros Escritos. Buenos Aires, Paidós. 2012.

Lacan, J. Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11. En Otros Escritos. Buenos Aires, Paidós. 2012.

Nietzsche, F. Ecce Homo. Madrid, Alianza. 2011. Nietzsche, F. Asi hablo Zaratustra. Madrid, Alianza. 2011.

Panesi, J. El precio de la autobiografía: Jacques Derrida, el circunciso. Re- vista Orbis Tertius. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.

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