Staff
Revista Electrónica de la Facultad de Psicología de la UBA
Año 13 – Número 47
Junio 2023
Secretaria de Extensión, Cultura y Bienestar Universitario
M. Alejandra Rojas
Director General
Jorge A. Biglieri
Generación de Contenido
Pablo Fernández
Diseño
Agustina Espector
Diagramación
Alejandro Zeitlin
Colaboran en este número:
Carolina Baldovinos
Gerardo Battista
Ana Cafiero
Damiana Castriotta
Ingrid Costamagna
Silvina Fernández
Miryam Galli
María Agostina Gerbaudo
Gladys González
Karina Gritta
Guido Pablo Korman
Fabiana Lipare
Miguel Marini Forero
Yanina Mazzoni
Adriana Mosquera
Griselda Paiva
Laura Ramallo
Mercedes Sarudiansky
Daniela Scelatto
Patricia Scolari
Viviana Tesolín
Lola Torres
Cecilia Varela
Juan. C. Vidal
Valeria Wittner
Editorial
Les damos la bienvenida a este nuevo número de “Intersecciones”. En este número nos gustaría destacar algunos aportes de la psicología ambiental a la satisfacción residencial. El cuidado del medio ambiente ha contribuido al crecimiento exponencial de la psicología ambiental en los últimos años. Esto nos habla, no solo de una preocupación genuina por el cambio climático evaluado a partir de la construcción de variables como actitudes hacia el medio ambiente, y comportamiento proambiental, sino que también la focalización de cómo influye el entorno donde vivimos en nuestro comportamiento en general.
En este sentido, una de las temáticas a considerar es el ambiente residencial. Este es un tipo de entorno que posee un fuerte componente personal, ya que el individuo vive ahí y por eso influye en su forma de ser, sintiéndolo como propio, a diferencia de otros ambientes que son más sociales y por ello más impersonales (Lázaro Ruíz & Gil Lopez, 2005). Es por ello que, según Amérigo (1990), el entorno residencial nos brinda significado e identidad al individuo.
Por estas razones, muchas veces difieren los atributos objetivos y subjetivos del ambiente residencial, es decir, el estado actual “objetivo” de la vivienda con los factores subjetivos que indican el significado ambiental, y a la vez influyen en la calidad de vida. (Corraliza, 1987). El primero se refiere, según Lázaro Ruíz y Gil Lopez (2005), a las circunstancias externas que permiten el desarrollo de las capacidades vitales. En cambio, los segundos, evalúan la satisfacción y la percepción que se tienen de esas mismas condiciones objetivas globales. Por ejemplo, es muy usual que los individuos de mayor edad prefieran el lugar donde viven, por más que objetivamente carezcan de numerosas facilidades, en detrimento de un nuevo lugar o de una residencia de ancianos donde no poseen tanta significación como el lugar donde han pasado toda su vida (Rowles, 1990). Otro ejemplo, se da en general en las evaluaciones de externos sobre las viviendas donde hay una diferencia abismal entre los inspectores y las personas que viven ahí, lo cual apela a los factores subjetivos del significado ambiental en general, volviendo la relación espacial en una red ambiental de significados (Corraliza, 1987).
En esta misma línea, Stokols (1972) se ocupó de definir y diferenciar otros dos conceptos relacionados: la densidad y el hacinamiento. La densidad estaría relacionada con condiciones físicas de la vivienda y se refiere en parámetros espaciales, y el hacinamiento es más un estado motivacional surgido de la interacción de factores espaciales, sociales y personales. Es decir que el primero estaría más cercano a lo objetivo y el hacinamiento a lo subjetivo. Por otro lado, Stokols (1976) sostiene que el hacinamiento puede influir más en los ambientes primarios (como la casa) que en los secundarios, en cambio la densidad afectaría más a los segundos. Esta diferencia que parece estrictamente teórica no sólo no es menor, sino que también posee muchas consecuencias prácticas. Diversos autores han confundido ambos conceptos considerando el hacinamiento como una cuestión espacial y dejando por fuera consideraciones personales.
Ahora bien, estas distintas formas de conceptualización con disímiles unidades de análisis se han estudiado en función de procesos psicosociales como la representación, la identidad, el apego, la satisfacción o el uso del espacio. Así, una de las principales variables para evaluar los procesos de representación mental de los espacios reales de las viviendas es la satisfacción residencial (Aragonés & Amérigo, 1987) que es entendida como el grado de afecto o la actitud que produce el hecho de vivir en un determinado contexto (Aragonés, 2003). Se podría entender como una suerte de distancia o diferencial entre las características del ambiente residencial real y aquello que los habitantes desearían que fuera. Según Canter y Rees (1982) es un constructo que está compuesto por la vivienda, el barrio y el vecindario, modulado por los factores personales.
Finalmente, si bien la psicología ambiental viene creciendo en los últimos años a nivel mundial, y la Argentina no es la excepción, aún tenemos un bajo caudal de investigaciones sobre esta temática, así como aplicaciones profesionales de la misma, teniendo en cuenta la gran cantidad de graduados en Psicología que tenemos en nuestro país. Es por ello que alentamos a la comunidad a seguir interesándose por las distintas aristas que introduce esta disciplina, así como en las nuevas problemáticas a resolver para nuestra sociedad.
Luis Jaume
Bibliografía:
Amérigo, M. (1990). Satisfacción residencial: una aproximación psicosocial a los estudios de calidad de vida. Editorial dela Universidad Complutense, Servicio de Reprografía.
Aragonés, J. I., & Amérígo, M. (1987). Satisfacción residencial: Un concepto de calidad de vida. Documentación Social, 67, 133-154.
Aragonés, J. I. (2003). Los desarrollos de la Psicología Ambientalen los próximos años. Estudos de Psicologia (Natal), 8(2), 329-330.
Canter, D., & Rees, K. (1982). A multivariate model of housing satisfaction. Applied Psychology, 31(2), 185-207.
Corraliza, J. A. (1987). La experiencia del ambiente: percepción y significado del medio construido.
Rowles, G. D. (1990). Place attachment among small town elderly. Journal of Rural Community Psychology.
RUIZ, V. L., & LÓPEZ, A. G. (2005). La calidad de las viviendas de los ancianos y sus preferencias ante la institucionalización The quality of old people’s housing and their preferences before institutionalisation. Intervención Psicosocial, 14(1), 21.
Stokols, D. (1972). On the distinction between density and crowding: Some implications for future research. Psychological review, 79(3), 275.
Stokols, D. (1976). The experience of crowding in primary and secondary environments. Environment and Behavior.