Staff

Intersecciones Psi
Revista Electrónica de la Facultad de Psicología de la UBA
Año 15 – Número 55
Junio 2025
Secretaria de Extensión, Cultura y Bienestar Universitario
M. Alejandra Rojas
Director General
Jorge A. Biglieri
Generación de Contenido
Pablo Fernández
Diseño
Agustina Espector
Diagramación
Alejandro Zeitlin
Colaboran en este número:
Sabrina Aboy
María Laura Bustingorri
María Laura Carpovich
Milagros Celleri
Angel Elgier
Elena Galíndez
Cristian Garay
Sebastián Gentili
Pablo Hoffenreich
Florencia Klajner
Mariela Mansilla
Pablo Novara
Mariana Raimondi
Roxana Vogler
Editorial
Les damos la bienvenida a esta nueva edición de la Revista Intersecciones Psi. En nuestro Editorial anterior recordábamos la creación de nuestra Facultad de Psicología, ocurrida hace 40 años en 1985. Señalamos también que el año 1985 fue muy importante en la historia reciente de nuestra Universidad de Buenos Aires, en tanto fue escenario de importantes cambios institucionales como efecto del retorno a la vida democrática. Uno de estos cambios fue la implementación del ingreso irrestricto, cuestión que fue discutida en todas las universidades nacionales y que, en nuestra Universidad, dio lugar a la creación del Ciclo Básico Común.
La creación del Ciclo Básico Común en 1985 constituyó, en ese sentido, la respuesta de la Universidad de Buenos Aires, a través de una política institucional, que terminó con las restricciones y limitaciones impuestas durante los años de la dictadura, iniciando a la vez un nuevo capítulo en el campo de las políticas de ingreso. En ese sentido, se caracteriza al CBC como un modelo innovador de acceso directo a la Universidad, que aporta una nueva experiencia en ese campo, no solo a nivel nacional, sino también internacional, y que fue pensado como un mecanismo de nivelación académica respecto de los estudios secundarios de los ingresantes y de preparación y adaptación a los estudios universitarios.
A lo largo de estos 40 años el CBC ha sido objeto de reflexión, de debates, de investigación y de críticas. Hoy naturalizamos su existencia como instancia de ingreso a las Carreras de la UBA, pero generalmente se desconocen los mecanismos de ingreso que lo antecedieron. Quizás una breve historización nos ayude en este aspecto.
La Universidad de Buenos Aires (UBA), fundada el 12 de agosto de 1821, es una de las instituciones educativas más emblemáticas de América Latina. Desde sus inicios, la UBA ha estado atravesada por transformaciones políticas, sociales y culturales que moldearon, no solo sus planes de estudio, sino también sus criterios y mecanismos de ingreso. La UBA nació en el marco del proyecto modernizador del gobierno de Martín Rodríguez y su ministro, Bernardino Rivadavia, en un contexto de consolidación del Estado nacional y de reordenamiento institucional. Inspirada en los ideales de la Ilustración y del liberalismo decimonónico, la Universidad fue concebida como un espacio formador de las élites letradas que dirigirán la naciente república.
En sus primeros años, el acceso a la universidad estaba fuertemente condicionado por factores sociales, culturales y económicos. El perfil del estudiante típico de la UBA era el de un varón perteneciente a los sectores acomodados de Buenos Aires o de las provincias, muchas veces proveniente del Colegio de Ciencias Morales (posteriormente el Colegio Nacional de Buenos Aires), institución que oficiaba como principal semillero de futuros universitarios. Las mujeres estaban excluidas de los estudios superiores, y no fue sino hasta fines del siglo XIX que comenzaron a ser admitidas. El ingreso, en esos tiempos, no estaba reglamentado por un sistema formalizado de exámenes de admisión como los conocemos hoy. La estructura universitaria respondía al modelo napoleónico, con facultades autónomas y rígidas jerarquías internas. El acceso estaba condicionado, más por el prestigio del estudiante y sus conexiones sociales, que por un proceso estandarizado de selección.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, la UBA comenzó un proceso de expansión, tanto en su número de Facultades, como en su matrícula estudiantil. La fundación de nuevas unidades académicas (como las Facultades de Medicina, Derecho y Ciencias Exactas) fue acompañada por una mayor demanda de ingreso. Sin embargo, el proceso de admisión seguía estando en manos de las propias Facultades, que establecían sus propios requisitos de acceso. Por ejemplo, la Facultad de Medicina exigía la aprobación de determinados estudios previos, mientras que otras Facultades aplicaban sus propios exámenes eliminatorios. Fue en este período cuando comenzaron a observarse los primeros indicios de tensión entre la universidad y los sectores sociales emergentes. La inmigración masiva, el crecimiento de una clase media ilustrada y la consolidación del sistema educativo secundario promovieron una demanda creciente de acceso a los estudios superiores. No obstante, la universidad seguía siendo un ámbito restrictivo y selectivo. En este contexto, la creación de colegios nacionales en distintas provincias comenzó a abrir la posibilidad de acceder a la UBA para estudiantes del interior del país. Sin embargo, las barreras económicas y geográficas seguían siendo significativas, limitando la inclusión real de sectores más amplios de la sociedad.
Un hito fundamental en la historia del ingreso universitario en la Argentina fue la Reforma Universitaria, iniciada en Córdoba en 1918, cuyas ideas rápidamente se expandieron a todo el país, incluida la UBA. Este movimiento, impulsado por estudiantes, cuestionaba el carácter elitista y dogmático de las universidades y exigía una profunda democratización de su funcionamiento. Si bien la Reforma no estableció cambios inmediatos en los mecanismos de ingreso, sí instaló un nuevo paradigma: el de la universidad pública, gratuita, laica y cogobernada. En 1949, durante el primer gobierno de Juan Domingo Perón, se eliminó el cobro de aranceles universitarios, lo que supuso una ampliación significativa del acceso, aunque aún persistían desigualdades estructurales en el ingreso efectivo a las carreras. La gratuidad transformó radicalmente el perfil del estudiante universitario, permitiendo el ingreso de hijos de trabajadores y sectores populares que antes no podían siquiera considerar la posibilidad de cursar una carrera superior. Sin embargo, este acceso ampliado también generó nuevos desafíos: la masificación de la matrícula, la saturación de las facultades, y la falta de una instancia niveladora que preparara adecuadamente a los ingresantes.
Durante los años sesenta y setenta, la UBA vivió una serie de convulsiones políticas, académicas y sociales que impactaron directamente en la cuestión del ingreso. La masificación de la matrícula, producto de la gratuidad y del crecimiento demográfico, comenzó a evidenciar limitaciones estructurales del modelo universitario tradicional. A esto se sumaron los vaivenes políticos: el golpe de Estado de 1966 que instauró la dictadura de Onganía supuso una intervención directa de las universidades, la represión de los espacios estudiantiles (como la tristemente célebre "Noche de los Bastones Largos") y la implementación de políticas más restrictivas. Algunas facultades introdujeron exámenes de ingreso con criterios excluyentes, lo que generó resistencia y movilización estudiantil. En este escenario, comenzó a gestarse la idea de un ciclo común que permitiera unificar los criterios de ingreso, nivelar la formación de los ingresantes y preparar mejor a los estudiantes para las exigencias universitarias. No obstante, el contexto político de la dictadura militar iniciada en 1976 postergó cualquier reforma profunda.
La llegada de la democracia, con la presidencia de Raúl Alfonsín en 1983, abrió una nueva etapa para la educación superior. En este clima de renovación institucional, la Universidad de Buenos Aires impulsó una reforma trascendental: la creación del Ciclo Básico Común (CBC) en 1985.
El CBC fue concebido como un ciclo introductorio obligatorio, previo al ingreso formal en las carreras de grado, que ofreciera una formación básica común para todas las disciplinas. Su creación respondió a múltiples objetivos: igualar oportunidades, ofrecer herramientas académicas fundamentales, orientar vocacionalmente a los estudiantes y generar una primera instancia de evaluación y seguimiento. Desde su implementación, el CBC se constituyó como una puerta de entrada democratizadora, al permitir que estudiantes de diversas trayectorias sociales y académicas accedieran a la Universidad en condiciones más equitativas. Su diseño pedagógico incluyó materias troncales según las ramas del conocimiento (como Sociedad y Estado, Pensamiento Científico, Matemática, Química, entre otras), impartidas en sedes descentralizadas de la UBA en diferentes barrios de Buenos Aires y el conurbano.
Aunque el CBC ha sido objeto de críticas -por su alta tasa de deserción o por su percepción como una instancia “filtro”-, también es valorado por su carácter nivelador y por haber abierto el acceso a miles de estudiantes que, de otra forma, podrían haber quedado excluidos. La historia del ingreso a la Universidad de Buenos Aires es, en gran medida, un espejo de los cambios sociales, políticos y educativos de la Argentina. Desde su origen elitista y restrictivo en el siglo XIX, pasando por los ideales democratizadores de la Reforma del 18 y la gratuidad de 1949, hasta la creación del Ciclo Básico Común en 1985, la UBA ha transitado un largo camino en pos de una universidad más accesible, inclusiva y federal.
El CBC representa, hasta el día de hoy, un intento de resolver las tensiones históricas entre el ingreso irrestricto y la necesidad de una formación académica sólida. Su implementación marcó un antes y un después en la forma en que se concibe el acceso a la educación superior, y sigue siendo objeto de debates y reformas que actualizan sus objetivos y alcances.
Claudio Miceli