Negro

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*Relato ganador del Concurso Mostrarte 2013, organizado por la Dirección de Cultura de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires.

 

—¿Dónde habíamos quedado, nena?

—En las escaleras prohibidas.

—Ah, sí; hermosas, de mármol blanco, inmaculadas. Pero nosotros no podíamos usarlas. Eran sólo para las autoridades y ceremonias oficiales.

—¿Y por dónde subían?

—Por las otras, de granito gris, estrechas, laberínticas, lúgubres. En invierno eran tan oscuras… Y no podíamos hablar con nadie, mucho menos con los alumnos mayores. Pasamos tantas… ¡Hasta allí nos fueron a buscar! A algunos compañeros los sacaron del aula a empujones. El Negro saltó por la ventana; yo lo seguí. Era mi mejor amigo, lo admiraba. Sabía tanto…y hablaba tan bien. Era muy bueno, ¿sabés nena?, siempre defendiendo a los más débiles. En la clase protegía a los compañeros más tímidos, y en el barrio…

 

—El cielo está gris, se viene el aguacero. Entremos rápido; que no se moje la harina. ¡Negro!, ayudanos con estas bolsas.

—Metalán nomá en mi casa; ayer el Carlo puso las chapaj´en el techo.

—“Métanlas”, se dice, Carmen, “métanlas”.

—Anoche se llevaron al Mencho, Negro, te buscaban a vó.

“El pueblo unido…”, Carmen…

 

—Abu ¡Te dormiste!

—No, nena, sólo recordaba. El Negro organizaba reuniones en la casita de Carmen. Iba mucha gente; les enseñaba a leer, a sumar y restar. Les leíala Constituciónmientras Carmen y yo amasábamos el pan. A los que vinieron a buscarnos no les gustaba eso de que la gente supiera leer.

—¿El Negro era tu novio?

—A veces el Negro y yo nos escondíamos un rato en la escuelita de la villa. Allí nos encontró una vez el cura, que era amigo de mi familia…

 

—A tu padre no le gusta nada que te metas con esa gente, nena, es peligroso en estos tiempos. ¡Son unos utópicos delirantes!

—Me gusta el Negro, Padre, ayer me quiso besar.

—¿Y le respondiste?

—Sí.

—¿Qué tipo de beso?

—Húmedo y profundo, padre.

—Eso está muy cerca del pecado, niña. ¿Te ha tocado?

—Sí.

—Si sigues permitiendo esas cosas ya no podrás detenerte, te sentirás mojada, y eso no está bien a los ojos de Dios.

—Pero, si nos amamos, ¿qué tiene de malo que nos acostemos juntos? Él dice que no concibe amar sin hacer el amor.

—Si realmente te amara, respetaría tu virtud y no te expondría al pecado ni a la vergüenza.

 

—Vamos al subsuelo, escondámonos en los túneles.

—Tengo miedo, Negro, abrazame.

—Voy a cuidarte siempre, sos lo mejor que me pasó en la vida.

—Me torcí el tobillo al saltar por la ventana.

—Dejame ver. Está hinchado.

—Los escucho, Negro, se acercan, ¡nos van a matar! Vi cuando se llevaron a Carla; la sacaron de los pelos, y al Gordo lo tiraron al suelo y lo agarraron a patadas adentro del aula.

—Shh, vení para acá. Dame un beso; no voy a permitir que nada malo te suceda.

—Estoy embarazada.

—¿Qué?

—Eso, que estoy embarazada. Lo supe la semana pasada.

—¡Mi amor! ¡Qué felicidad! Cuando todo esto termine nos vamos a vivir al sur, como vos soñabas.

—Negro, ¡se acercan! No salgas, te van a matar, ¡Negro! No, no, no…

  

—Abu, estás llorando.

—Te dije que no salieras, Negro, la ráfaga te alcanzó; corriste para protegernos…

—¿Con quién hablás, Abu?

—…Te lo dije. Era peligroso; ellos conocían los túneles.

—Abu...

—Ya sé que prometiste cuidarnos. Le puse Miguel, como vos. Tiene tu misma sonrisa…

—¿Miguel? ¡Abu!, entonces papá…

—…tu sonrisa y tu determinación en la vida. Es un luchador incansable, estarías tan orgulloso de él…

—Abu, ¿era cierto? Mi papá no es hijo del… Abu, ¡Abuuu! No, no, no te vayas, por favor.

—Negro, ¡mi Negro! Te extrañé tanto… Abrazame fuerte, no me dejes otra vez.

 

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