Obrar mal, decir la verdad

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La función de la confesión en la justicia

Curso de Lovaina


Invitado por la Escuela de Criminología de la Universidad Católica de Lovaina, en 1981 Michel Foucault dicta las seis clases del curso Obrar mal, decir la verdad. Función de la confesión en la justicia, en un contexto marcado por los debates entre abolicionistas y partidarios de posiciones de "mano dura" en torno a la reforma del Código Penal. En ese sentido, el curso contribuye a socavar el discurso criminológico de la peligrosidad. Pero Foucault va más allá: reflexiona acerca de la larga historia de la confesión, del "decir la verdad" en las instituciones judiciales y religiosas de Occidente, de los poderes y los efectos que tiene la obligación de decir la verdad sobre sí mismo.

A modo de presentación, evoca una escena ciertamente dramática que transcurre a mediados del siglo XIX: un psiquiatra francés induce a un enfermo que ha sufrido delirios y alucinaciones a reconocer que nada de lo que relata ha ocurrido, que sólo se trataba de locura; por la fuerza, lo obliga a reconocer su condición de loco, confesión que se convierte en un elemento decisivo en la cura. Esta escena revela la complejidad de una práctica que, aun bajo coacción, necesita suponer un sujeto libre que se comprometa a ser lo que afirma ser. A lo largo del curso, con deslumbrante erudición y fluidez, Foucault analiza la trayectoria de ese acto verbal mediante el cual el sujeto plantea una afirmación sobre lo que él es, queda vinculado con esa verdad, se pone en una relación de dependencia o sumisión respecto de otro y modifica a la vez la relación que tiene consigo mismo.

Publicada por primera vez casi en simultáneo en francés, inglés y español, esta obra traza la historia de una práctica que se extiende desde la Antigüedad griega, pasando por el examen de conciencia y la "confesión tarifada" en el ámbito medieval y cristiano, hasta el dominio moderno y contemporáneo. Una práctica que no cesa de crecer hasta involucrar casi todos los aspectos de la vida personal, y que revela tanto los procedimientos judiciales de producción de un efecto de verdad como la necesidad del sujeto de tener un discurso de verdad sobre sí mismo.

En Obrar mal, decir la verdad, la exposición de Foucault va mucho más allá de cuanto se sugiere en el subtítulo. En efecto, no se trata sólo de la función de la confesión en la justicia, sino de una historia de la confesión desde Homero hasta el siglo XX, en la que Foucault nos muestra las líneas que vinculan los dos extremos de su proyecto en torno a la sexualidad. Este curso es, de algún modo, el eslabón perdido de la Historia de la sexualidad.

Edgardo Castro

 

Conferencia inaugural (fragmento)

En una obra consagrada al tratamiento moral de la locura y publicada en 1840, Leuret, un psiquiatra francés, se refiere a la manera cómo ha tratado a uno de sus enfermos. Tratado y, afirma, curado. El señor A. tenía un delirio de persecución y alucinaciones. Una mañana Leuret lo lleva el baño y lo pone de pie bajo la ducha. Comienza entonces una larga conversación, que resumo. El médico pide al enfermo que cuente bien en detalle su delirio. 

El doctor Leuret: "En todo caso, no hay una sola palabra que sea verdadera; usted dice locuras. Y porque está loco, lo retenemos en Bicêtre".

El enfermo: "No creo que esté loco. Sé lo que vi y oí".

El doctor Leuret: "Si quiere que esté contento con usted, tiene que obedecer, porque todo lo que le pido es razonable. ¿Me promete no pensar más en sus locuras, me promete no hablar más de ellas?".

Vacilante, el enfermo promete.

El doctor Leuret: Muchas veces ha faltado a su palabra sobre este punto: no quiero contar con sus promesas; va a recibir una ducha hasta que confiese que todas las cosas que dice no son más que locuras".

Y le aplican una ducha helada sobre la cabeza. El enfermo reconoce que sus imaginaciones no eran más que locuras y que va a trabajar. Pero agrega: “lo reconozco porque me fuerzan a hacerlo.

Nueva ducha helada.

“Sí, señor, todo lo que le dije son locuras”.

“¿Estaba loco, entonces?”, pregunta el médico.

El enfermo vacila: “Creo que no”.

Tercera ducha helada.

“¿Estaba loco?”

El enfermo: “¿Ver y oír es estar loco?”

“Sí”.

Entonces el enfermo termina por decir: “No había mujeres que me insultaban ni hombre que me perseguían. Todo es una locura”.

foucault obrar mal


Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 2014.

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