Homenaje a Adriana Rubistein

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 “La condición humana coexiste con la inevitabilidad de la muerte. Un real que define las condiciones de nuestra vida, una finitud que no resulta fácil de soportar”

Adriana Rubistein, “La subjetivación de la muerte propia”.


El viernes 28 de noviembre, en el marco VI Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología, realizamos un homenaje a nuestra querida colega Prof. Adriana Rubistein. Tal como planteaba el Prof. Gabriel Lombardi en la invitación, Adriana trabajó 23 años en la cátedra Clínica de Adultos I, donde “es mucho lo que hizo y lo que contribuyó. Merece este homenaje cuando casi ha transcurrido un año de su prematura despedida”.

En este sentido, recordarla por su producción fue el objetivo de este encuentro. Adriana fue pionera en la construcción de las prácticas profesionales, coordinando una de las primeras prácticas que hubo en esta Universidad: “Un acercamiento a la experiencia”. También se interesó, junto a otros colegas de esta casa, en la articulación entre psicoanálisis e investigación, bregando para que las investigaciones psicoanalíticas, sin perder los principios que las rigen, tuvieran inserción en ámbitos académicos.

Su producción se plasmó en distintos libros y artículos —algunos todavía inéditos que reflejan fundamentalmente su posición de enunciación, su deseo por la extensión del psicoanálisis, lejos de todo dogmatismo.

La relación del psicoanálisis con las condiciones institucionales de su práctica, tanto en los inicios del tratamiento como en sus conclusiones, fue un tema permanente de su investigación. En jornadas anteriores presentó los libros que fueron el producto de las investigaciones que dirigió en la Universidad: Freud y la eficacia analítica y La terapéutica psicoanalítica. Efectos y terminaciones. Este año además coincidió con la publicación de un libro que pertenece a la colección Psicología Eudeba, dirigida por la prof. Estela Eisenberg, Consulta, Admisión, Derivación. Adriana Rubistein impulsó siempre la idea de que el dominio del psicoanálisis excedía los consultorios privados, y por eso le interesó la articulación entre psicoanálisis y hospital, psicoanálisis y salud mental, psicoanálisis e institución. Uno de sus textos predilectos era “Nuevos caminos de la terapia analítica”; y consideramos que su libro póstumo lo demuestra. Libro breve, con lo elogioso que tiene la brevedad, cuando de lo que se trata -como diría Baltasar Gracián-  es de no prolongar algo más de lo necesario. Libro que tiene además todas sus marcas. Trazas de enunciación que nos invitan con un estilo que aúna sencillez y rigurosidad.

Adriana Rubistein renueva allí su interés y su trasmisión dirigida a los alumnos de grado y posgrado, que se enfrentan al encuentro siempre nuevo con un paciente. Saca estos temas del ámbito de la Salud Mental, para interrogarlos a la luz de la ética del  psicoanálisis. En este sentido no es solo un libro para los que recién se inician, ya que renueva las preguntas de los practicantes del psicoanálisis tanto en el ámbito institucional como fuera de él. Adriana nos propone aquí un recorrido que va hilvanando problemas de la práctica. Cualquiera que haya hecho parte de su formación en algún ámbito institucional, podrá reconocer los puntos de tensión y de discusión, así como también el esfuerzo por iluminarlos. Por ejemplo, en relación a las “entrevistas preliminares” si lo preliminar está en relación a la entrada en análisis y no siempre hay entrada en análisis ¿Qué estatuto tienen estas entrevistas? Adriana propone una respuesta posible: “Me gusta hablar entonces de entrevistas con un analista y pensar que algo del análisis circula allí y pueden producirse efectos analíticos ya en el marco de una admisión”;  porque  “lo esencial del análisis para Lacan no depende del encuadre, depende de lo que se articule como discurso allí. Y eso está ligado a la condición del oyente” (Rubistein 2014:20). Es ese carácter contingente de encuentro o desencuentro el que hace la diferencia.

Se ocupa de cernir las particularidades del momento de la consulta, las especificidades de la admisión y ya, en esas primeras páginas, introduce la importancia de recortar los modos de presentación de la demanda. En su transmisión, siempre hacía hincapié en la importancia de rastrear, no solo qué viene a pedirnos ese que llega a consulta, sino también ¿por qué ahora? Introducía así el fracaso en las respuestas a lo traumático como un momento crucial, cuya localización orientaba en la cura.

Luego se va a dedicar a un tema espinoso: el problema de la analizabilidad. De ese capítulo hay mucho para decir. Destacaremos la referencia a un texto freudiano que no es de los más populares: “El método psicoanalítico de Freud”, de 1904. Allí Freud se ocupa de las condiciones subjetivas para la aplicación del método analítico. Tras un rodeo por Lacan, referido a qué hacer con los canallas desde una perspectiva ética, propone un recorrido por Miller, para situar los problemas que se arman cuando el acento se pone en el encuadre, y sobre todo cuando la condición de analizabilidad se reduce a que aquel que consulta “se ajuste” a éste. Se tratará entonces de propiciar las condiciones para que un análisis sea posible; o al menos “tomar una vertiente pragmática en la que es la utilidad del encuentro con un psicoanalista lo que vale, en el sentido en que podría reducir el sufrimiento” (Rubistein 2014: 44)

Respecto a la derivación, es trabajada desde dos tensores: cómo llega alguien derivado y a dónde se deriva a alguien que consulta, acentuando los cortocircuitos que pueden ocurrir en ese trayecto entre la consulta y la derivación; y viceversa. Es preciso, dice, que ese que consulta se disponga a hacer una experiencia. Una experiencia, podríamos decir, que no lo descuente de la partida.

Por último, sitúa la importancia de articular transferencia, interpretación y rectificación subjetiva. Propone leerlos desde los nudos, descartando toda cronología, y toda pregunta estéril respecto de qué es primero. Dice: “Se produce un efecto subjetivo en un espacio transferencial, no sin la herramienta de la interpretación. La interpretación es del orden de la táctica, ya desde el primer encuentro” (Rubistein 2014: 82)

Así, Adriana Rubistein transmite en este libro su posición como analista. Nos invita a pensar la práctica desde lo cotidiano, desde el quehacer de todos los días. Al igual que este libro, su lugar en la Universidad, la mantuvieron con una apuesta firme por la vida. Hasta el último momento tuvo proyectos y los plasmó en acto.

Su manifiesta alianza con su deseo de transmitir el psicoanálisis no desfalleció con la enfermedad. También allí su maestría fue ejemplo para todos nosotros. En un apartado del  artículo citado en el epígrafe se pregunta:

“¿Qué sucede cuando alguien se encuentra con la noticia de una enfermedad terminal? También aquí hay variaciones en las respuestas subjetivas y muchas veces un mismo sujeto pasa por diferentes momentos frente a la enfermedad. Negación, rebeldía, enojo, desesperación, esperanza, aceptación son algunas de las maneras de reaccionar frente a lo inevitable. Muchos no quieren saber, no preguntan, niegan  la posibilidad de que sea algo malo y sin solución y hay que respetarlos. Otros prefieren saber y se aferran a las posibilidades de un tratamiento para su posible curación. Otros frente a la cercanía de la muerte, siempre futura, toman decisiones como casarse, hacer un viaje, saldar cuentas pendientes de su vida.

Pero siempre se está vivo hasta el final. Y de la muerte propia, no se sabe.

Freud decía que soportar la vida sigue siendo el primer deber de todo ser vivo. La ilusión pierde valor cuando nos estorba hacerlo. Saber que la muerte puede ocurrir en cualquier momento y al mismo tiempo proyectar al futuro la dimensión del deseo no es sencillo. Tensión irreductible que  requiere al mismo tiempo saber de la finitud y sostener el deseo a pesar del futuro incierto. Fragilidad de la vida con la que convivimos, que implica reconocer, como planteaba Lacan[i] que “la función del deseo debe permanecer en una relación fundamental con la muerte” por lo cual “la terminación del análisis…debe enfrentar al que padece con la realidad de la condición humana…”,  con el desamparo de la relación con su propia muerte. Pero para hacer posible la vida.

Como decía Freud, “si quieres soportar la vida, prepárate para la muerte”.

Este artículo, fechado en 2007, no solo reanima un momento de la enseñanza de Lacan que no suele ser muy frecuentado, sino que anticipa la dignidad con la que Adriana supo vivir: “uno siempre está vivo hasta el final”.

 

Notas

[1]   LACAN, J (1959-60):  “El Seminario 7: La ética del psicoanálisis”. Ed Paidos.


 

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