De la memoria como derecho, al derecho al olvido en Google

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Una de las noticias de esta semana ha sido sin duda el comienzo de la denominada “derecho al olvido”, o derecho a los sujetos peticionar a las empresas de Internet, borrar sus datos. Google ya ha comenzado a brindar el servicio.

En algún momento, quizás no lo podemos identificar con día y fecha, algo mutó. Formó parte de una generación que defendió  el derecho a la memoria como un bastión de la lucha contra el olvido. Desde tantas injusticias en siglo XX, requerían no olvidar, desde situaciones como el denominado genocidio Armenio, pasandando por el Holocausto, hasta lo más cercano: los crímenes de lesa humanidad de las dictaduras latinoamericanas en los años 70. La memoria histórica y el recordar para olvidar, fue mucho más que una consigna. Una situación donde lo grupal y lo individual se entrelazaron en una historia común subjetivizada. Consignas históricas de la militancia argentina, como "Ni olvido, ni perdón" formaron una concepción de sujeto donde la memoria, lo hecho y lo no hecho, formaban parte del horizonte.

En el marco de  una sociedad del espectáculo Guy Debord.(1967), insertos en una modernidad liquida , Bauman, S, (1999) donde la proliferación de la imágenes, a millones, el día a día del dar cuenta, de un ser líquido, entre 140 caracteres y el culto a las selfies, se producen toneladas de cometarios, vivencias, fotos, videos que se indexan por día en los buscadores.

Con el paso de los años se generan la tensión de querer olvidar y forzar a la memoria externa que son los buscadores en nombre de la privacidad a borrar lo que ya no somos.

La memoria individual olvidaba intencionalmente, a veces como antídoto al dolor, otras como síntoma y en muchos casos no se podía olvidar y permanecía como el secreto que todos llevamos dentro.

Este olvido social a pedido, implica la ruptura con los soportes que constituyen la historia de estos sujetos, que en algún momento los visibilizaron y que hoy en otras historias quieren dejar atrás.

Una parte, es cierto, hace a la privacidad y al derecho de comenzar nuevas vidas, pero queda la otra memoria, la propia para comenzar, la de los amigos, la de tantos sitios donde pasaron o se replicaron las fotos o textos, aún en los mejor de los casos, lo de google será una limpieza parcial de pasado.

Quizás esta prótesis mental que son los buscadores tengan también su punto de falla, su incapacidad de olvidar todo.

Revista Electrónica de la Facultad de Psicología - UBA | 2011 Todos los derechos reservados
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