El porvenir de una revolución: La interpretación del proletariado.

  • Agrandar Texto
  • Achicar Texto

Encuentro con Lenin

Freud está sentado en un tradicional café de Viena.  Es 1916. Es de tarde y está lleno de gente. De pronto, entra Lenin. Es un hombre de unos 45 años, calvo y de barba candado, ruso, con un gran sobretodo. Como está lleno, se sienta en la mesa junto a Freud.

F: Disculpe, pero preferiría sentarme solo

L: Como buen  burgués individualista se niega a compartir sus comodidades con el proletariado.

F: Uh, no sabía que era usted el proletariado. En tal caso, no me molesta que se siente, siempre que ocupe usted solo una silla.

L: A cada hombre una silla y nadie tendrá dos hasta que todos no tengan una.

F: Ajá.  ¿Desea tomar un café?

L: Los deseos son desviaciones pequeñoburguesas, se trata más bien de las necesidades urgentes que hay que cubrir. ¡El hambre no se tolera!

F: Pediremos en ese caso un sándwich

L: Siempre la burguesía decide qué es lo que comerá el proletariado. 

F: Yo no soy “la burguesía” y usted no es “el proletariado”, yo veo aquí a una sola persona

L: Soy uno pero represento a muchos. Seré millones en el momento adecuado.

F: Ya entiendo, apres-coup.

L: ¿Qué? No entiendo alemán.

F: Es un término que literalmente significa “después del golpe”.

L: ¡Golpe no, golpe no! ¡Revolución!

F: Bueno, no se enoje. Mire qué bella tarde.

L: Para los burgueses es una bella tarde, Para el proletariado, las tardes, las mañanas, las noches, son lo mismo.

F: ¿Lo mismo? ¿Una situación que siempre se repite?  ¿Será que no puede encontrarle un nuevo sentido? ¿Ha sufrido el proletariado un trauma infantil que no pudo elaborar aún?  ¿Hay algo que no quiere perder y por eso no cambia?

L: ¡Lo único que puede perder el proletariado son sus cadenas!

F: ¿Se refiere usted a los mandatos familiares o sociales?

L: ¡Me refiero al zar!

F: ¿Alzar? ¿Quién lo alzaba, su mamá, su papá, su abuelito?

L: Al zar, ese déspota sanguinario asesino que explota al pueblo.

F: ¡Vaya! ¡Con esa imagen paterna, no me extraña que este usted tan enojado y perseguido! ¡Que no sepa qué hacer!

L: ¿Qué hacer? ¿Qué hacer? Esa es la pregunta.

F: ¿Y usted qué piensa?

L: No se trata de lo que piense yo, esa sería una desviación burguesa. Se trata de lo que decide el partido que es una superestructura con moral e ideales colectivos.

F: Ya veo, una superestructura  con moral e idealismo que está por encima del yo individual… ¡Es muy interesante su teoría!

L: Si, basada en el principio del centralismo democrático.

F: Que de alguna manera se opone al principio del placer

L: ¡Está más allá del principio del placer!

F: ¿Más allá del principio del placer?

L: Sí, más allá del principio del placer está la plusvalía.

F: ¿Y eso qué es?

L: ¡Uy, la constante exigencia!

F: ¿De dicha?

L: Noooooooo, de trabajo forzoso, de enfermedad,  de hambre.

F: ¡Eso es la muerte!

L: ¿Y a usted que le parece?

F: Bueno, que no se les puede pedir a todos lo mismo, cada uno tiene aptitudes y necesidades

L: “De cada cual según sus aptitudes, a cada cual según sus necesidades”

F: ¿Y eso?

L: No sé, lo dijo usted.

F: No, yo no lo dije.

L: Bueno, a veces uno dice cosas que tienen sentidos que desconocemos.

F: ¡Me lo va a decir a mí!

L: Bueno,  no puedo perder más tiempo con burgueses, me voy a hacer la revolución ¡hasta la victoria!

F: ¿Está seguro de que van a triunfar?

L: El pueblo unido jamás será vencido. Aunque fracasemos, al final, triunfaremos.

Se levanta y se va.

F: ¡Tenga cuidado de no fracasar al triunfar!

Lenin levanta el puño izquierdo en señal de saludo.

Freud solo: ¡Se fue sin pagar lo que comió! Bueno, lo pongo en la cuenta de las contradicciones del sistema.

Revista Electrónica de la Facultad de Psicología - UBA | 2011 Todos los derechos reservados
ISSN 1853-9793
Dirección: Hipólito Yrigoyen 3242, Piso 3º - (1207) CABA | Teléfonos: 4931-6900 / 4957-1210 | e-mail: intersecciones@psi.uba.ar