“NOMBRAR LO VIVIDO” EXPERIENCIAS DE UNA INTERVENCION PSICOSOCIAL EN EL MARCO DE EMERGENCIAS SOCIONATURALES

  • Agrandar Texto
  • Achicar Texto

Palabras preeliminares

El presente texto constituye un relato de la experiencia de trabajo en equipo, desarrollada a partir de las situaciones de emergencias en desastres que se suscitaron en el marco de las inundaciones ocurridas en la ciudad deLa Plata(Bs. As. Argentina) y sus alrededores (durante el mes de abril del año 2013).

La transmisión de dicha experiencia de abordaje a partir de contextos de catástrofes, pretenderá dar cuenta de los ribetes de una modalidad de trabajo no ortodoxo, ya que partimos de un dispositivo asistencial construido en el transcurso de la praxis concreta; de tipo reflexivo hacia el interior de nuestra formación de grado como profesionales de la salud mental; desde una perspectiva crítica en tanto revisa los conceptos teóricos existentes mientras se los utiliza para abordar los hechos estudiados; a su vez pragmático ya que constituye la narración de una experiencia de intervención psicológica colectiva de base empírica y fundamentalmente supone una posición ética definida: como agentes de la salud mental compelidos a intervenir ante emergencias sociales.

En relación a la magnitud de la catástrofe socio-natural que implicaron las inundaciones,  nos sentíamos compelidos a producir todos los recursos y conocimientos disponibles, tanto técnicos como teóricos que estuvieran a nuestro alcance en aquel contexto a los fines de colaborar desde nuestros lugares. Revalorizar lo que habíamos aprendido durante nuestra formación de grado como psicólogos, era el primer paso para un sostenimiento teórico-técnico referencial y operativo; porque la angustia se manifestaba como "no sabemos nada, no nos enseñan nada", significantes que resonaban en el discurso de los colegas que nos autoconvocamos para asistir a los inundados. Angustia que, en esos momentos, se daba la mano con aquello que circulaba en el discurso de las víctimas: "lo perdimos todo, no nos sirve nada". Enunciados que -de alguna manera- daban cuenta de una vivencia de arrasamiento subjetivo que era necesario relativizar en estas situaciones. ¿Entonces de que tipo de inundación estábamos hablando? Inundación en tanto afectación material de los bienes y de los cuerpos, pero también inundación psíquica: la nuestra como profesionales, la propia del no-saber-hacer-ahí con lo real y la de los actores con los que intervenimos y la población general en diferentes grados y resonancias psíquicas. Se rescata en este punto finalmente, la idea de J.A. Miller acerca del único valor del saber, su máximo fin: que sirva para algo.

Introducción

Nuestro Código de Ética para el ejercicio profesional de la Psicología[1]establece que: frente a situaciones de emergencia social, el psicólogo estará comprometido a prestar su cooperación con las demás instancias de ayuda social que forman parte del Estado a fin de colaborar con la asistencia profesional de la población víctima del evento.

Dicho enlace jurídiforme anudado a un compromiso ético fueron los determinantes principales para la conformación de una serie de equipos asistenciales de intervención ante la urgencia, referenciados a un marco institucional y académico atravesado por múltiples coordenadas sociales, políticas, económicas, institucionales, teóricas y técnicas, etc.  

La propuesta de abordaje fue explicitada desde el inicio de las intervenciones como un servicio de asistencia a la comunidad, es decir un dispositivo de asistencia para aquellas poblaciones destinatarias que se encontraban directa y/o indirectamente afectadas por la catástrofe de las inundaciones. La necesidad del trabajo a corto plazo y por ende el encuadre que fue planteado de entrada en todas las  intervenciones, incluso la  necesidad de recursos humanos disponibles  produjo la conformación de equipos ad-hoc para la salida al campo.

Dicha propuesta tenía que ver con el propósito de ofertar un espacio de escucha y contención adecuados de aquellas necesidades que la población pudiera ir requiriendo; así como también generar dispositivos de producción del discurso de los diferentes actores sociales que fueron afectados a partir de la catástrofe socio-sanitaria ocurrida pocos días atrás en el marco de las inundaciones orientados por los resortes teóricos dela Psicología Socialy del Psicoanálisis.

La primera de las intervenciones de la serie se desarrollo a partir de un pedido explicito realizado por uno de los centros deportivos y recreativos de una de las zonas más afectadas por las inundaciones (Barrios de Berisso y Villa Argüello). La solicitud de ayuda fue vehiculizada a través de una de las colegas de nuestro equipo técnico, quien se acercó al Colegio de Psicólogos con el fin de conformar un equipo de abordaje que pudiese responder a esta solicitud.

De esta manera fue, que como equipo, y luego de contactar a los referentes institucionales a fin de coordinar un encuadre previo con día y horario de encuentros, nos fuimos acercando a los diferentes territorios en los que luego se intervendría: En primer lugar el mencionado Centro deportivo y recreativo del cual partió la demanda; y al cual luego se le sumaron un Centro Cultural localizado en el casco urbano de La Plata (pero que cumplió la función de alojar en su interior a una gran cantidad de familias damnificadas de zonas aledañas) y finalmente, un Comedor comunitario situado en otro de los barrios periféricos afectados [2].

Por otro lado, aunque teníamos una idea aproximada sobre el grado de afectación en algunas zonas de nuestra comunidad, desconocíamos cuales serían en particular, las demandas emergentes de las personas que efectivamente se acercarían a los encuentros previstos.

En relación a este punto, nos guiamos por lo que las Dras. D. Kordon y L. Edelman plantean sobre las situaciones traumáticas de origen social cuyo impacto en la subjetividad colectiva es profundo. En estos casos, el trauma se asocia a pérdidas tan severas que pueden poner en juego la continuidad del sí mismo (Kordon y otros, 2010: 33-57)[3]. Entramados reparatorios, que en el mismo sentido de lo colectivo, considerábamos perentorio instalar.

 

El propósito de nuestras intervenciones. Alcances de una praxis socio-comunitaria.

El objetivo general que sostenía nuestro equipo tenía que ver con brindar atención psicológica a la comunidad afectada por las inundaciones del pasado mes de abril de 2013 pudiendo enfocar esta intervención a barrios y/o redes comunitarias que así lo solicitasen.

Nos propusimos llevar a cabo una escucha lo más abierta y libre de preconceptos posible, a fin de poder construir con las poblaciones asistidas, las posibilidades de intervenciones próximas en el tiempo y adecuadas al desarrollo de los espacios en los cuales se venían desplegando las actividades sociales de la organización hasta el momento de la inundación.

Los objetivos específicos e hipótesis causales con las que trabajamos, se fueron construyendo a partir de la labor en terreno, y a través de la interacción con los actores clave de la comunidad. Dentro de los objetivos específicos apuntábamos tanto a disminuir el alcance de los daños sufridos a nivel psíquico; así como incluso empoderar a la comunidad con recursos simbólicos que faciliten la tramitación de los potenciales traumatismos sociales.

La metodología -articulada al campo dela Psicología Socialen tanto disciplina orientada al tratamiento de la salud mental- que se presentó como la más apropiada dada la coyuntura desencadenante de la emergencia y definidos los objetivos a corto plazo, fue la de utilizar un encuadre Preventivo-Psicosocial consistente en la conformación de un dispositivo grupal que alojase la palabra de sus integrantes, y a su vez permitiese la construcción de significaciones socialmente comunes y compartidas por sus miembros frente al contexto que la realidad imponía.

Es por ello, que acordamos en trabajar desde una mirada atenta y en un rol de acompañamiento dentro de un marco psicosocial-preventivo, en la detección de alguna problemática puntual y/o de casos particulares en los que pudieran evidenciarse las consecuencias psicológicas de un posible cuadro postraumático (Síndrome de estrés postraumático). Motivo por el cual se despejaron algunas dudas planteadas sobre situaciones clínicas específicas que se detectaron en algunos sujetos afectados por el desastre; con lo cual se orientó para una derivación psicoterapéutica oportuna, en caso de que no remitiese el cuadro presentado.

 

El relato de una crónica (no) anunciada. El primer encuentro y el instante de ver

La realización del primer encuentro se dispuso para el día 18 de abril en la sede misma del club deportivo y recreativo; espacio físico en donde se podía observar un marcado estado de desorden en las instalaciones internas, con varios colchones dispuestos sobre los arcos de futbol que los chicos utilizaban hasta ese momento para sus actividades de recreación y aprendizaje deportivo. Previamente insistía entre nosotros la pregunta sobre cuales serian las demandas con las que nos encontraríamos.

¿Podría esta situación de desorden ser pensada, desde la lógica del análisis institucional, como un analizador a partir de los efectos de modificación del entorno cotidiano que se dieron, de manera generalizada en la ciudad,  luego de ocurrido el temporal? Las condiciones del entorno permitían suponer que allí se alojaba algo de verdad.

Durante el primer encuentro el grupo participante de mujeres expresó cierta actitud de desconocimiento y desorientación sobre cuál podría ser nuestro rol pertinente allí, con ellas. O sea, como participaríamos, como las podríamos ayudar, que podríamos aportar en esa situación.

Sobre este tipo de demandas no articuladas que es propia de estas circunstancias traumáticas, podemos expresar que pudo haberse debido a una falta de conocimiento del rol del psicólogo y además al hecho de que no estaban aun bien establecidos los efectos de la catástrofe al momento de las primeras intervenciones.

Dicho emergente se articuló con un interrogante subyacente, que como profesionales del campo “psi”, nos venía interpelando desde nuestros encuentros previos durante los plenarios en el Colegio de Psicólogos de la Provinciade Buenos Aires (P.B.A.): ¿Qué lugar para los psicólogos y psicólogas en las intervenciones ante la urgencia? ¿Qué rol asumir en los abordajes socio-comunitarios que surgían como respuestas ante las demandas de la emergencia tanto subjetiva como social? y ¿Cómo uno se posicionaría ante la intervención concreta a partir de la demanda (no articulada) que recibiríamos?

Era evidente que las participantes que asistieron a la reunión, tenían un fuerte compromiso instalado desde el trabajo comunitario realizado con anterioridad, en las zonas afectadas. La cotidianeidad del trabajo social forjado con la comunidad hasta esos días, generaban las condiciones para favorecer un cierto ordenamiento social a través de diferentes actividades. De todas formas, lo disruptivo de la catástrofe había arrasado literal y simbólicamente las referencias institucionales. Instante de ver que se nos presentó como un elemento inminente con el cual comenzar a simbolizar un texto posible para nombrar lo vivido.

Resultó así, que a partir de la comunicación efectuada con una referente del club para coordinar esa intervención puntual; la demanda se expandió y diversificó hacia otras referentes que se desempeñaban bien como talleristas, bien como miembros de organizaciones políticas o bien en otras agrupaciones barriales y que también se sintieron convocadas por la necesidad de hacer frente a la situación crítica. Cada una de  ellas representaba a diferentes barrios periféricos con zonas anegadas, que atentas y preocupadas por la situación acuciante, decidieron acercarse también a tomar la palabra.

La mayoría de estas representantes venían impulsando actividades culturales diversas como por ejemplo talleres de murga, de artes escénicas, de murales y de música.

Las mujeres que se hicieron presentes a la reunión grupal eran en su mayoría estudiantes de la carrera de Trabajo Social dela U.N.L.P. que se desempeñaban previamente cómo talleristas en los barrios mencionados, organizando y desarrollando espacios de lectoescritura, juegos cooperativos y murga, entre otros. Con una fuerte participación en dicha comunidad y un gran compromiso en su tarea de voluntariado. Otras asistentes a la reunión eran miembros de organizaciones sociales emergentes a partir de la crisis sociopolítica generalizada del 2001 enla Argentina; y algunas de ellas miembros dela Mesa Coordinadorade siete barrios diferentes con gestión sociopolítica y comunitaria. También estuvieron presentes estudiantes dela Facultadde Bellas Artes dela U.N.L.P. que como voluntarias, estaban a cargo de talleres en la zona.

El género femenino obtuvo la unanimidad tanto en la convocatoria como en el acercamiento, excepto el caso del Presidente de la institución  deportiva (club), que ofició como contacto principal y nexo entre el equipo del Colegio de Psicólogos dela P.B.A., y el territorio. Fue esta misma persona quien nos habilitó para nuestro primer acercamiento al lugar de reunión.

El encuentro se desarrolló a través del dispositivo grupal, considerado como uno de los recursos técnico-metodológicos más eficaces para el tratamiento de problemáticas psicosociales de esta índole. El mismo fue dispuesto en forma circular y cara a cara (improvisado en la zona verde del club) en el cual todos pudieron tomar la palabra y expresar sus opiniones y percepciones sobre el estado de situación posterior a los hechos ocurridos el día del temporal. Nosotros, como miembros del equipo, les planteamos de inicio, cuál iba a ser nuestra modalidad de trabajo, con sus alcances y sus limitaciones (encuadre operativo). Del otro lado, se expresó un estado de desconcierto por el arrasamiento de la cotidianeidad del funcionamiento de sus actividades, situación que operó para que expresen abiertamente sus preocupaciones, ansiedades y dudas sobre qué tipo de ayuda podríamos brindarles.

En el discurso de algunas de las referentes, se recortaron emergentes que pusieron en evidencia cierto grado de “inundación psíquica” trascendente a la condición de afectación material de sus bienes, ante la ruptura de la cotidianeidad de las actividades que se venían planificando y ejecutando hasta ese momento en la comunidad. Continuidad que se vio conmovida en forma abrupta y disruptiva a partir del fenómeno meteorológico critico acontecido.

De acuerdo a la concepción del trauma sostenida por D. Kordon y L. Edelman, la problemática de su elaboración está vinculada al sentido que este adquiere para cada persona y a la posibilidad de encontrar y sostener apoyos adecuados para el psiquismo. Es decir que cuando se trata de un trauma social las posibilidades están vinculadas al procesamiento colectivo de la situación traumática [4] (Kordon y otros, 2010:58)

Teniendo en cuenta que la característica de toda intervención psicológica posee una significación retroactiva, es decir que es (re)significada a partir de lo que el otro recibe y construye; entendemos que ese primer encuentro pudo haber tomado la forma de una verdadera intervención [5] que permitió a estas portavoces comunitarias, calmar el grado de ansiedad y desorganización en el que estaban inmersas.

Es por ello que, la convocatoria posterior de parte de estos actores sociales hacia el equipo de psicólogos y psicólogas, para participar de las actividades culturales programadas previamente (espacio de juegoteca, inauguración de talleres y otras asambleas interbarriales) se pudo interpretar como un intento de tejer un lazo social reparatorio, de las condiciones de fragilidad y ruptura que las inundaciones generaron. Asistíamos como equipo, a los inicios de construcción de una demanda en ciernes, que apenas comenzaba a emerger. 

Lectura reconstructiva que sólo es posible hacer a posteriori de la tarea, a partir de la respuesta del otro (destinatario) ante nuestra presencia. Entendemos que fue el instante de ver desde la mirada y la escucha que operaron en ese contexto, en el aquí y ahora de nuestra presencia allí, brindando la oportunidad de poner en palabras un malestar social que las conmovía profundamente como mujeres, trabajadoras y madres.

Esto aclara en parte, la modalidad que adoptó este primer encuentro -el cual tuvo  determinadas coordenadas de inicio a fin- al permitir que allí se ligue una cierta angustia flotante pudiendo pensar con detenimiento, en lo importante de continuar sosteniendo un deseo significado en la ayuda socio-comunitaria. Ideas en desarrollo que sirvieron para plantearnos como objetivo replicar esta dinámica potencialmente eficaz en las siguientes reuniones.

 

Las condiciones del segundo encuentro. El momento de comprender

Un segundo encuentro se llevó a cabo el día 23 de abril en el Centro Cultural con la participación de los miembros de la organización social que, junto al Programa del Voluntariado Universitario dela Facultadde Trabajo Social dela Universidad Nacionaldela Plata(U.N.L.P.) llevaban adelante las actividades del comedor comunitario.

De la reunión participó una trabajadora social que se comunicó con la coordinadora del equipo, por indicación de una de las asistentes a la reunión anterior en el centro deportivo y recreativo. También se encontraban presentes algunas estudiantes de la carrera de Trabajo Social y una de la carrera de Psicología, ambas dela Universidad NacionaldeLa Plata. Lasasistentes nos comentaron que los días miércoles realizaban un taller de lectoescritura que consiste en actividades lúdicas, deportivas y plásticas.

Se debatió sobre la importancia de retomar estas actividades luego del arduo e intenso trabajo de los días posteriores a la inundación, que consistió fundamentalmente, como en todos los centros de ayuda que se establecieron, en el reparto de ropa, colchones, elementos de limpieza y comida.

Por cierto, nos señalaron que a esta zona en particular habían arribado menos cosas que a otras, por lo que se produjeron algunos disturbios y saqueos que la policía reprimió, incluso con armas, y causa por la cual algunos vecinos aún se encontraban detenidos. Manifestaciones sintomáticas a nivel social del conflicto emergente.

Uno de los centros de salud de referencia permaneció cerrado o con horarios muy restringidos durante ese lapso, atendiendo sólo a la urgencia comprendida siempre en términos individuales- por razones de seguridad. Tampoco se conoce que se hayan planificado actividades especiales en estas circunstancias, ni siquiera la aplicación de las vacunas aconsejadas. Sólo algunas trabajadoras del centro de salud, por decisión propia, se acercaron a colaborar con el comedor, que se convirtió así en el único efector que respondió a las necesidades de la comunidad.

Se habló también sobre lo que nosotros como profesionales podíamos ofrecerles, y conversamos sobre las reacciones esperables de los damnificados y además, las que pudiesen presentarse como anomalías graves.

En este sentido acordamos también que no era conveniente trabajar directamente sobre el suceso como trauma, ya que si bien se puede hablar de “trauma colectivo” -y asemejarlo a lo que es un proceso de duelo, entendido como las circunstancias que rodean a cualquier tipo de pérdidas, tanto materiales como simbólicas - es necesario percibir cómo cada sujeto puede atravesar esta coyuntura, no siempre con secuelas negativas para su salud, por lo que nominarlo sólo desde nuestra perspectiva como “catástrofe” o “tragedia” en el trabajo concreto con ellos, sería abusivo o al menos, sesgado.

Finalmente, los asistentes de este segundo encuentro nos invitaron a participar de la asamblea barrial que se daría lugar el día viernes 26 de abril, a las 16:00 hs. en el Comedor comunitario mencionado, espacio en el cual daríamos por concluida nuestra serie de intervenciones psicosociales.

En función de la segunda convocatoria que recibimos como equipo interviniente, nos planteamos los siguientes lineamientos de cara a la próxima asamblea: Dar cuenta de lo charlado y descripto respecto a las posibles secuelas psicológicas de la inundación, atender a posibles preguntas relacionadas con esto y trabajar con los prejuicios y desconocimientos sobre el rol del psicólogo (por ejemplo que no atiende "locos" en tanto significante que comenzó a escucharse, sino a sujetos y que es promotor de salud y no solo brinda atención a la enfermedad)

 Pero, ¿Con qué objetivos nos delineábamos esos ejes, con que propósito nos trazábamos esas directrices? Algún saber no-sabido (aun) nos motorizaba: Empoderar con capital cultural y simbólico, informar a la comunidad: Hacer de público conocimiento los lugares donde se brindaba atención gratuita individual en caso necesario, motivar y promover que las consultas no dejasen de realizarse por un prejuicio o vergüenza; y brindar un espacio de charla contenedora donde alojar el potencial sufrimiento psíquico causado por la catástrofe.

Por otro lado es digno de destacar, que durante este segundo encuentro en el Centro Cultural, los militantes del espacio disfrutaron la posibilidad de comentar sus actividades cotidianas de juego y escritura con los niños, y recibir de nuestra parte, sugerencias acerca de cómo llevarlas a cabo y reutilizar estas actividades en el contexto del trauma como medios de reelaboración simbólica. Señalamos un breve ejemplo para tal fin: en las horas de juego se pretende que realicen juegos no competitivos, ya que el ideal cooperativista de la organización apunta a establecerse en todos los ámbitos posibles. Sin embargo se les llamó la atención acerca del valor simbólico de la competencia y de cómo ésta permitiría descargar la agresividad de forma sublimada. Teniendo en cuenta la violencia de la catástrofe, le señalamos que sería útil armar un escenario competitivo que habilitase a la descarga de impulsos y su reelaboración en un ámbito idóneo y propicio para ello. Si se buscaba evitar los aspectos negativos de la competencia[6], el coordinador del juego podía mezclar los jugadores a su juicio y volver a hacerlo luego de un primer tiempo de juego. Esta sugerencia fue alegremente recibida ya que se caracterizó como un “impensado”.

En nuestro rol como trabajadores de la salud mental, debíamos estar atentos a cualquier desborde tanto negativo -como un exceso de angustia, inhibición o agresividad- como positivo-euforia, naturalización o negación del hecho-, que pueda expresarse verbalmente si se le da ocasión, a través de cualquier producción artística, cultural o deportiva.

Esto último, remite al aspecto principal de nuestras intervenciones: comenzar a nominar y simbolizar el encuentro con lo real traumático. Momento de comprender, en tanto potencialidad de ligar, de elaborar psíquicamente con miras a dar sentido a lo acontecido.

 

El tercer encuentro y el tiempo de concluir

Los miembros del equipo nos acercamos a las 16:00 del día 26 de abril para asistir a la asamblea barrial en el comedor comunitario barrial al que habíamos sido convocados previamente en el encuentro del Centro Cultural. Aún no había llegado nadie al momento de arribar. Luego de unos minutos se acercaron unos jóvenes miembros de la organización social.

En este contexto, se pudo percibir que la edificación estaba construida de manera muy precaria y la zona era bastante inhóspita. Calles sin asfalto y sin infraestructura. La plaza tenía bastante basura y eran los mismos vecinos quienes se encargaban de cortar el pasto. Saludamos y los miembros se dispusieron a buscar a los vecinos casa por casa ya que ninguno se había acercado todavía. Así que los esperamos un rato en la calle. Mientras tanto, charlamos con unos chicos de 10 y 11 años respectivamente, que se encontraban allí y que solían concurrir al comedor.

Los jóvenes militantes sociales regresaron -sin convocatoria vecinal-, luego se acerco un adolescente del barrio y nos dirigimos a la plaza. Conversamos unos minutos y esencialmente le transmitimos nuestra propuesta. En ese momento arriban a la plaza algunas vecinas. A esta altura ya no teníamos grandes expectativas respecto a nuestra intervención. El hecho de tener que volver a presentarnos, permitió deducir una falta de comunicación entre los miembros de la organización social y los vecinos. De hecho los vecinos que se acercaron fueron pocos y lo hicieron, paulatinamente. Tanta demora provocó que se buscara resolver otras cuestiones urgentes.

La Asambleacomienza pasadas las 16:30 y se desarrollan los puntos principales para la organización de un Festival Solidario previsto para el día el 12/05 con el objetivo de recaudar fondos. Habría comidas varias para vender (comidas típicas argentinas como la choripaneada, brochettes, y empanadas e incluso sopa paraguaya) bandas de música y talleres.

Luego de leer la nota diseñada que invitaba al festival se discute su longitud. Se decide agregar a la nota una invitación  breve tipo tarjeta para el festival. La nota dice más o menos:"como no nos conformamos con las migajas del gobierno, queremos trabajo (…) petitorio al municipio de Berisso por obras y necesidades –obras de saneamiento e infraestructura-. Se habla de las dificultades para reunirse, evidenciadas desde un principio. “Se puede cambiar para que venga la mayor cantidad”, “Mi vecina trabaja todo el día” son los comentarios que se escuchan. Discuten como traer una heladera que se donó al comedor y que se encuentra en el conurbano. Por otro lado, se habla de varios medios de comunicación alternativa para publicitar el festival (radios zonales y revistas de difusión barrial)

Alrededor de cinco vecinas se acercaron a la reunión, mujeres de aproximadamente unos cuarenta años y una chica joven también del barrio. Llegaron tarde y de a poco. Se tomaron las decisiones rápidamente y se distribuyeron los gastos y tareas proporcionalmente. Nos llamó la atención que no preguntaran quiénes éramos antes del comienzo de la asamblea, a pesar de que nos saludaron amablemente. Probablemente pensaron que éramos miembros del frente social y por otro lado pensamos que querrían ser expeditivas en la reunión. De hecho, a pesar de la demora fueron bastante ágiles en la toma de decisiones. Cada una se responsabilizó de tareas por iniciativa propia.

Finalmente, uno de nosotros, tomó la palabra y comentó quiénes éramos y cual era nuestro propósito allí. Luego de esto finalizó la reunión. Acordamos en obtener datos de atención psicológica cercana al barrio para enviárselos por correo electrónico a una de las chicas y así obtener una fuente de datos en caso de requerirlos para la atención psicoterapéutica específica.

No se observaron en ese momento, indicadores que evidenciaran la necesidad de atención psicológica. En cambio, tomó valor de hipótesis la necesidad de asistencia para algunos de los vecinos que no se hicieron presentes a la reunión de asamblea. En contraposición a esto, quienes efectivamente participaron de la asamblea, se encontraban en óptimas condiciones psicológicas, al menos a primera vista su participación social e implicancia en las tareas lo hicieron visible.

Vías simbólicas de expresión, de anudamiento, en tanto posibilidad de ligazón de nexos desligados; que ayudarían tanto a recuperar el ordenamiento cotidiano, como a tramitar los afectos en tanto exceso de estímulos externos sin ligazón representacional.

 

Objetivos Concretados o El alcance de nuestras intervenciones

Los encuentros grupales realizados en el club barrial y el Centro Cultural tuvieron un alcance fundamentalmente elucidatorio, elaborativo y organizativo, pudiendo brindar a las referentes que allí participaron un espacio en donde alojar la ansiedad y la confusión ante el ¿Qué hacer ahora?

Fue posible en este marco acotado de trabajo que transcurrió a lo largo de tres encuentros puntuales, una integración de nuestras intervenciones, que apuntaron a orientar y canalizar la angustia que en ese momento se escuchaba en el relato subjetivo, debido a la dificultad en avanzar/continuar con las tareas planificadas y/o en curso en los diferentes ámbitos. Todo esto en dirección a relanzar las motivaciones y actitudes puestas en juego en dicho trabajo.

Es decir, que los aportes de nuestro equipo apuntaron a reconectar a los propios actores sociales (referentes) con sus propios lugares de compromiso y actividad, para sostener el deseo y la continuidad del esfuerzo plasmado.

Es válido aclarar que en nuestro caso, no se trabajó con los miembros de la población directamente afectada de manera primaria (excepto en algunos casos en los que se hicieron participes espontáneamente a partir de nuestra presencia en el territorio); sino que se trabajo a través de los agentes comunitarios de referencia identificados/legitimados así por la población, ya que teníamos la certidumbre de que estos replicarían la labor al interior de sus respectivos grupos de pertenencia. Esto habla de las dificultades y vicisitudes de llevar a cabo un trabajo en territorio, a pesar de estar advertidos de un cierto furor curandis-ayudandis propio de estos escenarios de la práctica.

En relación a los alcances que nuestras intervenciones tuvieron, consideramos licito señalar en primer lugar que: el dispositivo grupal permitió resignificar las experiencias atravesadas y connotarlas positivamente, que los sujetos descubrieron aptitudes y capacidades no conocidas sobre ellos mismos y los miembros de su entorno, que los encuentros permitieron por parte de los militantes del frente social revisar y repensar las acciones llevadas a cabo durante y posteriormente a la inundación, que los vecinos estrecharon sus lazos en la tragedia y esto pudo señalarse en el discurso y ser valorizado; y por último que se buscó no sólo exigir a las autoridades correspondientes la ayuda necesaria, sino también apostar a la acción colectiva para resolver las urgencias, luego de darse cuenta que ni el Estado ni las autoridades eran agentes competentes en la desgracia.

 

A modo de conclusión

El presente texto intento transmitir las vicisitudes, logros, aciertos y dificultades de una experiencia no ortodoxa, pero sobre todo, crítica y reflexiva acerca de las potencialidades de abordaje de situaciones de emergencias de origen social que se encarnan en la subjetividad produciendo respuestas sintomáticas en los sujetos ante el contexto desencadenante.

El mensaje que pronto nos devolverían los portavoces comunitarios, se tornaba claro y evidente: eran esas también, las preguntas que nos formulamos nosotros  mismos ante esa coyuntura desencadenante. Coyuntura que por otro lado, abría un cierto “vacío de representación” ante una falta en la formación, o un déficit de recursos metodológicos para el abordaje de este tipo de problemáticas psicosociales.

En tanto especificidad del rol del psicólogo continuará siendo el discurso; en tanto productor de significaciones compartidas y la importancia de darle valor a la palabra se torna aquí un elemento ineludible para nuestras intervenciones.

No podemos claudicar en esta cuestión ante instancias de crisis subjetivas como las que atravesamos durante los momentos posteriores a la catástrofe socio-natural de las inundaciones. Será tanto en el ámbito de un consultorio privado, como extramuros, aquellos espacios en los cuales valuar la palabra y la escucha como el medio fundamental de trabajo.

En síntesis, se trataba de poder superar las circunstancias adversas con el menor costo subjetivo posible, y aún rescatar situaciones, gestos y conductas que fueran sumamente provechosas para los sujetos y la comunidad, como las conductas de solidaridad, acompañamiento y preocupación por el otro,  así como también las redes comunitarias existentes previamente al momento de la catástrofe; posibilitando su articulación con el constructo psicológico de resiliencia entendida como la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y ser transformado positivamente por ellas.

En este punto, siguiendo a Melillo, Estamatti & Cuestas [7], estos autores por su parte, presentan la promoción de la resiliencia psicológica asociada a la prevención y destacan en esta capacidad dos elementos cruciales:

“(…) la resiliencia se produce en función de procesos sociales e intrapsíquicos. No se nace resiliente ni se adquiere “naturalmente” en el desarrollo: depende de ciertas cualidades del proceso interactivo del sujeto con los otros (...)” (Melillo y otros, 2001: 87)

Por otro lado, solo para dar cuenta de los recursos (herramientas) que como profesionales tomamos de aquellas referencias bibliográficas, teóricas y clínicas recibidas a lo largo de nuestra formación, podríamos autorizarnos  a mencionar brevemente que si fue posible hacer esta lectura de la realidad empírica con estos articuladores epistemológicos y técnicos, ha sido también para sostenernos en una escucha y en una praxis que aportara la posibilidad de ayuda y contención a quienes, del otro lado, se encontraban en posición de victimas, más o menos conscientes, de una situación de emergencia socio-ambiental.

Praxis teórica mediante para lo cual esta producción textual se hará un lugar, marco de elaboración psíquica  a través de la escritura, de aquello a lo cual nos vimos convocados como demanda en y desde lo traumático.

Para finalizar, tomamos lo que señala el psicoanalista platense E. Suarez, a propósito del tema de las inundaciones[8]:

“El analista no cede y autorizando la palabra se encarga de probar que la miseria neurótica tiene su dignidad. La moral cristiana y la marxista ponen las causas sociales por sobre las subjetivas, para el analista, en el dispositivo, una vale tanto como la otra (…) Pero aquí vemos una razón particular que prueba que vale la pena porque si el trauma tiene alguna elaboración analítica es porque el análisis permite recortar algo que el sujeto puede extraer, en su beneficio, del encuentro con lo real. La cuestión es cómo se alcanza el punto en que ese real se entrama con el sujeto y su recorrido” (Suarez, 2013)

Entonces, siguiendo las líneas precedentes, podemos sostener que una de las claves sobre la que el psicoanálisis nos orienta, sería recortar como ese real traumático de la inundación se entramó en la vida cotidiana de los sujetos concretos. Tarea de conceptualización que a su vez nos interpela como profesionales en el devenir de un recorrido sociohistórico con coordenadas precisas, y que constituye el reverso de la tarea de los sujetos víctimas de esta catástrofe socio-ambiental en tanto nominar lo vivido, y ponerle nombre a una experiencia, las mas de las veces inefable.

Referencias Bibliográficas

  1. Kordon, D., Edelman, L., Lagos, D. & Kersner, D. (2010) (Eds.) Sur, dictadura y después… Elaboración psicosocial y clínica de los traumas colectivos. Buenos Aires: Psicolibro Ediciones.
  2. Melillo, A., Estamatti, M. & Cuestas, A. (2001). “Algunos fundamentos psicológicos del concepto de resiliencia”. En Melillo Suarez, O. (Ed.) Resiliencia. Descubriendo las propias fortalezas (pp. 83-102). Buenos Aires: Editorial Paidós.
  3. Munist, M., H. Santos, M. A. Kotliarenco, E. N. Suarez Ojeda, F. Infante y E. Grotberg (1998) Manual de identificación y promoción de la resiliencia en niños y adolescentes. OPS/OMS.
  4. Suárez, E. (2013) “Hundidos y Salvados” Conferencia dictada en Centro de Trabajo Analítico (pp.1). Disponible en: www.citalaplata.com.ar/nota_traumasocial_eduardosuarez.php

 

Datos de los autores

Farré, Jorgelina Beatriz

Licenciada y Profesora en Psicología, Docente e Investigadora en Proyectos dela Cátedrade Psicología Social, Facultad de Psicología, Universidad Nacional deLa Plata.LaPlata, Argentina.

Velazquez Zilberberg, Javier

Licenciado en Psicología, Facultad de Psicología, Universidad Nacional deLa Plata. LaPlata, Argentina.

 

El equipo de intervención sociocomunitaria estuvo constituido, además de los autores, por las colegas Licenciadas  en Psicología María Soledad Nieto y Analía Bertolotti, quienes con su valioso aporte durante el trabajo de campo hicieron posible la redacción esta experiencia psicosocial.

[1] Colegio de Psicólogos de la Prov. Bs. As., Distrito XI, Capitulo II Responsabilidad en la práctica profesional, Art. 5. En Código de Ética (p. 5).

[2] Por razones éticas y de confidencialidad se preservan tanto la identidad de los actores sociales participantes como de aquellas instituciones y organizaciones sociales que recibieron la asistencia psicosocial en el marco de las inundaciones.

[3] El título del presente escrito está inspirado en el contenido teórico, técnico y metodológico de las conferencias dictadas por las autoras Diana Kordon, y Lucila Edelman durante el mes de abril de 2013, en el marco de las emergencias socio-naturales acontecidas en nuestra ciudad, que fueron realizadas en la Facultad de Psicología (U.N.L.P.)

[4]  Para ampliar dicha temática, sugerimos la lectura del capítulo de la obra citada denominado Grupos de reflexión-Elaboración del trauma social.

[5] Entendemos que se trata de una modalidad de intervención psicológica no sistematizada debido a que se trata de instancias de grupalidad espontánea, en lugares informales surgidas a partir de dudas o preguntas ligadas a temas personales, pero vinculadas con el suceso traumático (Kordon y Edelman, 2010).

[6] La presente es una organización que se opone radicalmente a la ideología neoliberal. Razón por la cual son reticentes a cualquier práctica asociada a la competencia y al individualismo que ella genera.

[7] Melillo, A., Estamatti, M. & Cuestas, A. (2001). Algunos fundamentos psicológicos del concepto de resiliencia. En Melillo Suarez, O. (Ed.) Resiliencia. Descubriendo las propias fortalezas (pp. 83-102). Buenos Aires: Editorial Paidós.

[8] Suárez, E. (2013) “Hundidos y Salvados” Conferencia dictada en Centro de Trabajo Analítico (pp.1). Disponible en: www.citalaplata.com.ar/nota_traumasocial_eduardosuarez.                 

VOLVER

  

Revista Electrónica de la Facultad de Psicología - UBA | 2011 Todos los derechos reservados
ISSN 1853-9793
Dirección: Hipólito Yrigoyen 3242, Piso 3º - (1207) CABA | Teléfonos: 4931-6900 / 4957-1210 | e-mail: intersecciones@psi.uba.ar