La Facultad de Psicología invitó a la última clase teórica de la materia Neurofisiología, a cargo de la Profesora Pilar Kufa, a la Asociación Bocalán Argentina, una entidad dedicada a fomentar la inclusión e integración de personas con discapacidad, a través de la interacción con animales. El encuentro fue realizado a pedido de los alumnos, quienes se interiorizaron por el tema, especialmente por la ayuda que pueden ofrecer los perros a los chicos que padecen autismo, un tema trabajado en la materia.

Asistió la Profesora Lucía Rossi, Vicedecana de la Facultad, quien recibió a las invitadas de la Asociación: su Directora, la Psicomotricista Margarita Ziade, y Victoria Cisneros, entrenadora de perros. Además de los alumnos, entre quienes presenciaron la clase se encontraron la Profesora María de los Ángeles Izcurdia, del área de Psicología Forense con experiencia en discapacidad y autismo, y el Profesor Paul Yorston, de Psicopatología Infanto Juvenil.

El inicio de la clase estuvo a cargo de la Profesora Kufa, quien sostuvo “la importancia de empezar a trabajar desde temprano en los casos de autismo para sacar lo mejor de quienes lo padecen”. Y agregó: “Una persona que no tiene autismo procesa palabras. En cambio, una persona con autismo, procesa imágenes. Por eso, uno empieza a entender por qué el perro puede llegar a calmarlo y ayudarlo a conectarse con el mundo”.

Al momento de su intervención, Ziade contó: “Estos perros son ayudas técnicas, son asistencias, no mascotas, porque colaboran para mejorar la calidad de vida y la autonomía de una persona que tiene una necesidad puntual. Tratamos de cortar barreras arquitectónicas o sociales a través de la inclusión de un perro de asistencia. Están entrenados para pasar desapercibidos y ser ‘invisibles’, ya que tienen acceso a espacios públicos”. Luego sostuvo: “Una de las mayores habilidades que tienen estos perros es el anclaje. En los casos de asistencia, el chico sale a la calle tomando al perro de un asa para sentirse seguro, pero a la vez se le pone un cinturón que va atado al chaleco del animal. Si el chico quiere salir corriendo, el perro percibe que le soltaron el asa e inmediatamente se sienta e impide que el niño se vaya. Esto desmotiva al paciente hasta que, finalmente, se logra extinguir esta conducta”

Además de la seguridad vial, estos perros tienen otras habilidades. “Por ejemplo, muchas parejas tienen que dormir con su hijo en el medio de la madre y el padre, porque el chico necesita contención. Entonces, lo que logramos es que duerma en su cama, pero espalda con espalda con el perro. Con el animal por encima de las sábanas. Y vamos aumentando el criterio. Luego el perro duerme en el piso, al lado de la cama y la idea final es que el chico pueda dormir solo”.

Durante la clase se difundieron las dos modalidades en las que estos perros ayudan a chicos con autismo, al igual que a pacientes con retrasos madurativos, esclerosis múltiple, parálisis cerebral, adicciones y a adultos mayores. Una es a través de intervenciones, las cuales son asistidas por profesionales de la salud. Y la otra es a través de perros de asistencia, donde se entrena a un perro para asistir a una persona en particular. Victoria Cisneros contó al respecto: “En este último caso, antes de que esa familia se lleve al perro, se necesita un mes de acoplamiento, en el que prácticamente nosotros convivimos con ellos para que el perro se acostumbre a su nuevo hogar, sus rutinas y a que va a vivir con ellos y no con nosotros. Además, hacemos un seguimiento de rutina, al principio con mayor frecuencia, hasta que llega a dos veces al año”.

La clase fue una muy buena experiencia, tanto para alumnos como para profesores y autoridades, al punto tal que, al finalizar la misma, se comenzó a dar forma a la posibilidad de realizar futuras actividades conjuntas.