LA TOXICOMANIA UN SÍNTOMA SALVAJE

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El presente artículo es una modificación de uno que ha sido anteriormente publicado en “Pharmakon 6 / 7”, Ed. Plural, La Paz, Bolivia, 1998.

Hasta el momento me he preocupado, y creo compartir dicha preocupación, en separar la toxicomanía del síntoma. Siempre se ha puesto énfasis en que la toxicomanía no es un síntoma, por supuesto que se hablaba de un síntoma analítico o un síntoma que dice. Pues es tomando la teorización del síntoma en el último Lacan en tanto es aquello "que viene de lo real" [1] que podemos plantear a la toxicomanía como tal, pero dicho en términos de Lacan debiéramos decir "lo que en el síntoma opera salvajemente"[2]. Síntoma que, sin su envoltura formal, implica un goce y tiene la característica de lo más singular del sujeto.

En términos Lacanianos podríamos plantear que hay un goce del síntoma, que no pasa al inconsciente, que no se anuda al mecanismo psíquico. Lo que hizo que Lacan, ya en los últimos tiempos de su enseñanza, intente ubicar lo que del síntoma no es formación del inconsciente.

Aunque es recién en el último Lacan donde aparece formalizada la idea de un síntoma ex-sistiendo al inconsciente, ya en el Seminario X se encuentra una concepción bastante clara del asunto. Lo primero que destaca Lacan es que "no está esencialmente en la naturaleza del síntoma el tener que ser interpretado"[3]. Avanza luego haciendo una comparación con el acting out para plantear que "es posible -interpretar el síntoma- pero con ciertas condiciones que se le sobreagregan al síntoma, a saber, que la transferencia se halle establecida en su naturaleza. Porque -se lo olvida demasiado- lo que descubrimos en el síntoma, en su esencia, no es un llamado al Otro. El síntoma en su naturaleza, es goce, goce putrefacto, sin duda. El síntoma no tiene necesidad de ustedes como el acting out. Él se basta"[4].

Es riguroso Lacan al indicar que para que un síntoma sea interpretable -analizable- le hace falta el sobreagregado de la transferencia y que define la esencia del síntoma como goce; un goce que además se basta a sí mismo, o sea que no precisa del Otro[5].  

Hay entonces una transformación que implica pasar del síntoma en su esencia, en su naturaleza, como goce que se basta, al síntoma que se le sobreagrega la transferencia.

Lo que es interesante en este pasaje de la enseñanza de Lacan es que para el acting out se trata de la transferencia, pero como ya sabemos, sin análisis; a la cual llama transferencia salvaje. Si bien es un párrafo sumamente conocido y trabajado, entiendo que hay que poner el énfasis que en esta comparación - entre el acting y el síntoma-, no se trata del síntoma analítico. Estimo que vale la pena retomar esta oposición binaria porque permite clarificar el campo. Está comparando el acting como transferencia salvaje –y si se me permite decirlo de la siguiente manera -, con el síntoma salvaje.  

De un lado, ubica al acting que sí precisa del Otro, en donde hay transferencia -sin análisis-, del otro lado, centra al síntoma como no precisando al Otro -goce que se basta- y en donde no hay transferencia. Se ve de esta manera la lógica del por qué poner en comparación uno con otro. Se encuentran diametralmente opuestos. El acting apunta al campo del Otro y el síntoma a un goce que se autoabastece[6].

Se sigue de estos planteos que cuando transferencia y síntoma se anudan tenemos un compuesto[7] que hace del síntoma algo nuevo (el síntoma analítico) y lo desnaturaliza. Lo que me interesa a su vez destacar, es cómo la transferencia puede ser llamada salvaje cuando se supone vaciada del goce sintomático. Y vamos a decir que el síntoma es llamado salvaje o natural cuando no tiene el sobreagregado de la transferencia. 

Ahora bien, para que un síntoma sea interpretable, agrega J. Lacan veintidós años después, hay que creer en él y "creer en el síntoma es creer que puede querer decir algo"[8]. Creer que eso, que es lo más fijo del síntoma, se podría "reinsertar en la cadena y que de esa manera se lo podrá desplazar"[9]. Aquello que es lo que dura en el tiempo, lo más inmóvil del síntoma, dice Lacan, "se besuquea con el inconsciente"[10], es decir, podría devenir goce del descifrado.

En otro orden de cosas también Lacan nos alertaba que "la operación freudiana... es la operación propia del síntoma"[11]. Entiendo que no es la única operación posible, ya que recién nombraba a la operación salvaje. Es decir, que cada sujeto intenta operar con su síntoma, "con lo que le viene de lo real", con lo que le hace de malestar. Pues entonces, el toxicómano también hace su operación con el síntoma y, como decía Freud en el "Malestar en la cultura", la ingesta de un narcótico intenta producir un efecto químico para evitar el malestar. Entiendo esto como la operación médica que pretende atacar a lo real, como insoportable, por la vía de lo real. Producir un efecto real desde lo real. A esta operación la he llamado la cirugía del síntoma. Operación que, en muchos casos, se demuestra fallida ya que el síntoma resiste al amo de la ciencia. En este sentido, la medicina le ha creído al toxicómano y ha seguido el mismo circuito que él, para intentar la curación. Es por esto que la lógica de su intervención está encarrilada por el andarivel de la abstinencia o del cambio de substancia.

También tenemos el intento de tomar a lo real del síntoma como un problema de relaciones con el ambiente que rodea al sujeto en cuestión, aquí se ha creído que el síntoma es imaginario o simbólico y desde allí se intervino; llamo a esto: terapizar el síntoma.

Lacan nos pone sobre la pista de que hay una operación que es la propia del inconsciente, ya que afirma: "que el inconsciente es lo que responde del síntoma"[12]. Que el inconsciente responda del síntoma, implica que lo simbólico responda de lo real. Ya se ve que no se trata de la ingesta de tóxicos, que indicamos cómo operaba vía lo real de la química. Ahora bien, hay sujetos que justamente realizan su operación con el tóxico allí donde la operación del inconsciente sobre el síntoma se demuestra fallida. Ya he indicado en otro momento con el ejemplo de los aborígenes, que allí donde el padre no alcanza de nombrar, donde lo simbólico falla, hace falta corroborarlo con la operación del tóxico, en lo real de la experiencia; cuando se acaba la operación de la estructura pasa a la operación química. Efecto químico que en aquellos casos de los aborígenes sostienen al padre, a la cultura. Pero era el mismo Freud que indicaba que esta operación tiene un peligro, agrego yo, y es que se descarrile de los andariveles de lo simbólico y es en ese lugar donde encontramos, ahora sí, la operación salvaje del síntoma. Aquí ya no está sostenido por los límites de la cultura, sino que avanza más allá, se descontrola, se descarrila. Quedan así delimitadas otras dos modalidades de operar con el síntoma. Ambas se realizan desde lo real hacia lo real, pero la primera encuentra su apoyo y sostén en la cultura y en el padre, en vez la segunda se topa con la falta de todo sostén y se realiza salvajemente. Esta última es la que realiza -a mi entender- el verdadero toxicómano.

Podemos así, pensar un pasaje necesario para que a un toxicómano le sea factible realizar un análisis, en el sentido de que empiece a hacer responder al inconsciente por lo real del síntoma, que como dice Lacan, "puede ser el responsable de su reducción"[13]. Sin olvidar que la operación del inconsciente no es idéntica a la del psicoanálisis, aunque la primera es necesaria para producir la segunda[14]. Lo que sí queda claro es que la cirugía del síntoma va en una dirección contraria a la operación del psicoanálisis, puesto que la operación del análisis se hace con el bisturí del inconsciente. El síntoma es un problema real pero introducido por el significante y es un error -así lo entiende Lacan- querer forzarlo por la vía real, que es la cirugía[15]. Error porque intenta desconocer la diferencia que introduce el significante y con la que trabaja el discurso analítico. Sabemos, por otro lado, que cuando la operación que realiza cada uno con su síntoma resulta fallida, se le pide, en algunos casos, intervención al analista. Es así que para dar el paso de un análisis hace falta que el sujeto crea en el síntoma, crea que puede tener un sentido y de esta manera ponerlo a hablar.

 Por último, una pregunta: ¿Qué lugar debe ocupar el analista cuando se enfrenta a sujetos que se presentan operando de esta manera? Dejemos que responda Lacan: "Lo curioso en todo esto es que el analista en los próximos años dependa de lo real y no lo contrario". "Su misión, la del analista, es hacerle la contra. Al fin y al cabo, lo real puede muy bien desbocarse, sobre todo desde que tiene el apoyo del discurso científico"[16]. Era la manera en que J. Lacan mostraba su orientación por lo real y fundamentalmente en relación con la época actual.


[1]- Lacan, J.: "La tercera". En Intervenciones y textos 2, ed. Manantial. Pág. 84. 

[2]- Lacan, J.: "Seminario XXII, R.S.I.". Clase del 21 de enero de 1975. Inédito.

[3]-  Lacan, J.: "Seminario X;La Angustia". Clase del 23 de enero, de 1963. Inédito.

[4]- Ibid.

[5]- Habría que desarrollar aquí de que goce está hablando J. Lacan cuando dice que él se basta a sí mismo, pero entiendo que se puede situar una correspondencia interesante tomando lo anterior en relación con el goce del toxicómano siguiendo el planteo que realiza J. A. Miller en su trabajo "Para una investigación sobre el goce autoerótioco" publicado en: Sujeto, Goce y Modernidad. Ed. Atuel TyA.

[6]- Estos últimos párrafos son extraídos de un trabajo realizado por mi denominado "El síntoma al natural" y publicado en el "Caldero de la escuela" N. 45. La relación acting out y síntoma, como así también síntoma primitivo y síntoma analítico, son allí desarrolladas con más detenimiento.

[7]- he tomado dicho término de una idea que Sigmund Freud desarrolla en el texto "Los caminos de la terapia analítica". Amorrortu editores. Tomo XVII.

[8]-  Ob. Cit. Lacan, J.: "Seminario XXII, R.S.I." 

[9]- Ob. Cit. Lacan, J.: "Seminario XXII, R.S.I.".

[10]- Ob. Cit. Lacan, J.: "Seminario XXII, R.S.I." 

[11]- Lacan, J.: "Del sujeto por fin cuestionado” Escritios". Ed. Siglo XXI. Pág. 224.

[12]- Lacan, J.: "Seminario XXII, R.S.I.". Clase del 10 de diciembre de 1974.

[13]- Ibid.

[14]- Hay que recordar aquí la definición que da J. Lacan sobre la praxis diciendo que es "la posibilidad de tratar lo real mediante lo simbólico". "Seminario XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis". Ed. Paidós. Pág. 14.

[15]- J. Lacan trabaja esta cuestión en la clase 8 de diciembre de 71en el "Seminario XIX, O peor .. ". Inédito.

[16]- Ob. Cit. Lacan, J.: "La tercera".  Pág. 87.

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