El goce de la transgresión en contexto de pandemia

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Los analistas y practicantes del psicoanálisis no solo tenemos la responsabilidad de hacer clínica interrogando y teorizando los efectos dentro del consultorio, en el ámbito público o privado, sino de hacer una lectura, interrogando y teorizando los efectos subjetivos a nivel social. Responsabilidad, tal como la etimología de la palabra lo indica (del verbo en latín respondere) en cuanto a poder dar una respuesta frente a problemáticas y acontecimientos sociales como lo es hoy la actual pandemia.

 

El Coronavirus COVID-19, es el nombre que hoy tiene el trauma, el cual se oye en exceso, se repite cada vez, todos los días, en todos los medios de comunicación. En esta repetición excesiva, cada vez, se intenta circunscribir, dar un sentido a este real que irrumpió en la sociedad mundial intentando simbolizar con un nombre científico y datos estadísticos, aquello que como real es imposible de simbolizar, de imaginar e imposible de soportar.

Frente a aquello no representable, existen diferentes respuestas subjetivas y, por supuesto, singulares, ubicándonos de modo diferente frente a la relación tanto con lo real como con la castración. Habrá quienes crean -y creen al modo de invención- y habrá otros que descrean de este límite que llamamos castración. Sin embargo, más allá de las respuestas singulares que pueda dar cada sujeto, nos detendremos a hacer una lectura a nivel social, pandémico, puesto que atraviesa la sociedad moderna, en torno a la respuesta adoptada frente a lo real del virus: la increencia como posición subjetivo-social. En este punto se puede hacer un parangón entre la psicosis y la respuesta social frente a la pandemia en el punto de esta increencia.

Cientos de conferencias, campañas publicitarias, enunciando “quedate en casa”, donde la enunciación que subyace y que parece presentar dificultad es la posición que debe tomar el sujeto respecto al Otro, en este caso al semejante: “quedate en casa, para cuidarte y cuidar al otro”. Es una frase que impresiona bastante altruista e ingenuamente empática, si no tuviéramos en cuenta la dificultad constitucional fundamental que implica para un ser hablante este pedido, más aún dentro de las coordenadas sociales actuales donde la declinación del Nombre del Padre es un hecho.

Remontándonos al Seminario sobre “La Ética”, J. Lacan hace un recorrido para dar cuenta de la relación paradójica que existe entre lo real y lo simbólico en términos de goce y Ley como barrera simbólica. A la altura de este Seminario, el goce se plantea, no solo como imposible, sino como estructuralmente inaccesible, de modo que únicamente se puede tener acceso a él por medio de un forzamiento, de una transgresión. Propone el mandamiento de “Tu amarás a tu prójimo como a ti mismo” para abordar el concepto de Ley simbólica, la cual impide alcanzar la Cosa, evitando los excesos constitutivos que el goce implica. Por lo tanto, franquear esta barrera simbólica, alcanzaría el desgarramiento del goce. En relación a ello, la resistencia ante este mandamiento, y la resistencia que se ejerce para trabar su acceso al goce son una sola y única cosa -al decir de Lacan-. El retroceso frente a este mandamiento que implica la Ley, da cuenta de la barrera frente al goce introduciendo una interdicción, al modo de un intento de regulación de aquel goce imposible, impidiendo alcanzarlo. Siguiendo a Lacan, retrocedemos “frente al atentar contra la imagen del otro, porque es la imagen sobre la cual nos hemos formado como yo[1]” (LACAN, J.; 1964: 242).

Esta noción es nodal para ubicar la posición de la sociedad actual frente a la pandemia y a la indicación, cual mandamiento, “quedate en casa”. Por eso es que planteamos una psicotización de la sociedad ubicando la fragilidad y la caída de estas barreras simbólicas como consecuencia, no solo de la declinación del Nombre del Padre, sino también de los efectos que acarrea esto. Se puede pensar la consecuencia en el lazo social, donde justamente la falta de mediación del Otro como ley, implica que la relación al semejante se torne en una rivalidad paranoica, donde lo que se pone en juego es la exclusión de uno o del otro, cayendo en la trampa en la que no hay uno sin el Otro.

Podría parecer no tan simple de comprender, pero justamente no se está en el campo de la comprensión puesto que implica un registro que engaña, sino más bien de escuchar y observar el entorno. Las imágenes, testimonios, videos que recorren los medios de comunicación, donde los profesionales de la salud manifiestan su padecimiento frente al colapso sanitario, poniendo el cuerpo allí donde lo real de la enfermedad del Otro acecha, pidiendo la colaboración de las personas quedándose en su casa, tomando las medidas y cuidados de higiene y distanciamiento. Sin embargo, esta solicitud a modo de mandamiento, parece no tocar el cuerpo de sectores de la sociedad. Es por ello que indagamos en estas cuestiones y planteamos una sociedad en término de psicosis en cuanto al modo de respuesta, en el punto, de esta transgresión e increencia al límite. Algo de esto efectivamente está sucediendo, la palabra hoy no tiene el uso y el efecto de mediación, por lo que se atenta contra el Otro y por lo tanto contra uno mismo.

Si con Freud aprendimos que la muerte y la sexualidad son límites de la condición humana, ya que son representantes que no-todo se puede, no-todo es posible, parece que en la sociedad actual no hay registro de este “no”, puesto que tenerlo implica una objeción al narcisismo. Es por ello que hay diferentes posiciones que se pueden tomar frente a lo real, a la no-relación: o la creencia, respondiendo frente al desarreglo fundamental con la invención, ya sea por medio del arte o del síntoma; o la increencia, habilitando que todo es posible, “alcanzando” en algún punto el goce- todo.

La increencia en el virus, en las medidas para evitar el contagio, el “a mí no me va a pasar nada”, nos deja expuestos a la muerte, franqueando las barreras, la transgresión nos lleva a la muerte.

Se tratará en todo caso de la lectura que cada uno pueda hacer de la situación y qué posición cada sujeto pueda elegir tomar, que sea menos riesgosa tanto para sí como para el otro, dando lugar a la invención singular, eso es la libertad.

 

Bibliografía:

-       Lacan, J. (1953-54). “El Seminario Libro 1: Los escritos técnicos de Freud”. Buenos Aires. Paidós. 2006.

-       Lacan, J. (1959-60). “El Seminario Libro 7: La Ética del psicoanálisis”. Buenos Aires. Paidós. 2006.

-       Miller, J.A. (1998-99). “Paradigmas del goce”. La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica. Los cursos psicoanalíticos de Jacques-Alain Miller. Buenos Aires. Buenos Aires. Paidós. 2008.



[1] Lacan, J. (1959-60). “El goce de la transgresión”. El Seminario Libro 7: La Ética del psicoanálisis”. Buenos Aires. Paidós. 2006.

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