Redes sociales: un dilema actual

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Sin dudas, la pandemia generada por COVID 19 ha conmovido profundamente el tejido social. Expuso de forma cruda la fragilidad de algunos de los lazos que hacían a nuestro mundo, así como la fortaleza de algunos otros; sacudiendo muchas de las significaciones establecidas hasta el momento.

Lo imprevisto se volvió, paradójicamente, casi lo único previsible forzando nuevos acomodamientos tanto colectivos como singulares.

Las redes sociales han sido protagonistas en esa conmoción. Ya estaban allí desde hace algunos años, sin embargo, con las restricciones de circulación propuestas a nivel mundial para paliar los efectos de la pandemia han tomado una nueva relevancia. Nada ocurre hoy sin Linkedin, sin WhatsApp, nada pasa sino pasa por Twitter, Instagram, Facebook, etc.

Ese protagonismo nos hizo poner foco en ellas, querer saber algo más de su funcionamiento y de las consecuencias de su utilización. En esa exploración, un documental del año 2020 nos llamó la atención. “El dilema de las redes sociales”, se propone como una mirada a las redes sociales desde su interior.

El documental comienza planteando con un formato testimonial -es decir, son los creadores de las redes, de sus mecanismos, los que hablan- cómo es la lógica intima de las aplicaciones que componen nuestra actualidad.

Se revela allí un desplazamiento, que va desde su estatuto inicial de herramientas hacia el desarrollo de una trama con vida propia, con efectos buscados y no buscados en la vida singular y colectiva.

Ese desplazamiento tiene como motor la intención de lo que llaman “monetización”, es decir, de hacerlas rentables. El acceso a las diversas redes sociales mayormente es gratuito, por lo que cabe la pregunta: ¿Cómo se monetizan? 

A esta altura no es un secreto: pagan los anunciantes, es decir, las empresas, por lo tanto, lo que venden las redes sociales es el tiempo de atención del usuario. Para eso, se inventan permanentemente procedimientos que le demandan al usuario su atención, su tiempo, su vida. El usuario ideal es el que está conectado a las aplicaciones todo el tiempo, preso de la red… lo que transforma al consumidor en el objeto de consumo.

En todas ellas -en las redes- se utiliza el sistema que se creó para las máquinas tragamonedas, ese desplazamiento constante de imágenes -scrolling- en la pantalla que produce lo que llaman “pequeños acontecimientos inesperados”. El desplazamiento de los posteos deja al usuario enganchado, a la expectativa de lo que vendrá en la próxima pantalla. Los likes de premio, los comentarios que pueden o no recibirse van dando entidad, van realizando un Otro cuyo deseo se manifiesta en mini dosis permanentes. Otro que mira permanentemente, desde donde el usuario se ve, muchas veces desde una mirada ciega, sin deseo, sin amor, sin un lugar para la singularidad.

La sugestión está allí a la orden del día, apuntando a producir lo que en el film llaman “pensamientos inconscientes”; significantes amo con los que se crea un mundo en el que estar conectado es vital.

Siempre es así, el asunto es conectado a qué. Se dice, hace tiempo, que el Otro ha cambiado; nunca tan evidente como en el Otro que se construye a partir de las redes sociales, que brinda un reconocimiento medido en likes, fugaz, vacío, que necesita renovarse sin pausa, produciendo zombis.

Se trata de la relación de los cuerpos con el Otro que se constituye allí; ¿se sostienen desde las redes sociales?

Distintos medios vehiculizan al significante; tejiendo redes a lo largo de la historia, sirviendo como soportes del deseo, del erotismo, del encuentro imposible entre los sexos.

Hoy internet lo sustancializa, multiplica su valor de uso; también lo banaliza, al transformarlo en código. Empuja hacia una estandarización de la humanidad y sus fantasmas, dejando a lo singular del goce corporal sin lugar en la pantalla.

 “El dilema de las redes sociales”, el documental, es un anzuelo, el puntapié inicial para interrogar no tanto cómo funcionan los gadgets, sino sobre todo qué efectos tienen a nivel subjetivo.

¿Cuál es el dilema de las redes sociales? ¿Son un dilema? ¿Qué es un dilema? Es un tipo particular de problema. Es un término que se utiliza en lógica y en ética con distintos significados. Un dilema es, en lógica, un razonamiento en el que se plantea una alternativa de dos términos que conducen a la misma conclusión. Por ejemplo: "Esta tarde irás al cine o al teatro. Pero si vas al cine, a la salida irás a cenar. Y si vas al teatro, a la salida irás a cenar. Por consiguiente, tanto si vas al cine como si vas al teatro, irás después a cenar".  Como decía Aníbal Lecter en la película El silencio de los inocentes: I have a friend for dinner. Tengo un amigo para cenar.

En ética, el dilema se presenta cuando debemos elegir entre dos alternativas, sin que haya elementos para decidirse por una u otra, al haber en cada una de ellas aspectos positivos y negativos, según los valores que hayamos adoptado, y sin que estos nos permitan tomar una postura que no sea contradictoria en alguna medida.

Entonces, las redes sociales ¿son un dilema?

Podríamos hacer un elogio de las redes sociales. Sin dudas ofrecen grandes beneficios.

Clínicos. No solo nos permiten encontrarnos, trabajar hoy; en algunos casos se han revelado como una herramienta útil aún en situaciones en que la presencialidad es posible.

Epistémicos. Nos permiten estudiar y conversar en este momento, y la experiencia con ellas nos fuerza a llevar algunas ideas un poco más allá de donde estaban en distintos campos; los desarrollos acerca de la transferencia, la presencia del analista, podrían ser un ejemplo de ello.

Políticos. Han permitido un nivel de acceso y circulación de la información, de la palabra, revolucionario en muy distintas situaciones sociales.

También, y por qué no, comerciales.

Por otro lado, también podríamos hacer una crítica de ellas, y es lo que muestra el documental, como decíamos inicialmente: su desplazamiento del estatuto inicial de herramientas, hacia su desarrollo como una trama con voluntad propia, una inteligencia artificial, hija de un algoritmo, con efectos buscados y no buscados en la vida singular y colectiva.

De un inicio aparentemente al servicio de la gente, al servicio de la ruptura de la autoridad concentrada, desplazándose hacia un cambio de usuario, al servicio del capitalismo de la vigilancia que se sirve también de las fake news que los algoritmos multiplican, “la verdad es aburrida” dicen los usuarios.

El encierro en la mismidad que producen los algoritmos que regulan las redes limitan los matices del dialogo, la dimensión metafórica, equívoca, dialéctica de otros tipos de intercambio en el lenguaje.

Se percibe en el documental la angustia de los científicos -ingenieros en ese caso- de la que advertía Lacan en la entrevista que le realizaran en la Revista italiana “Panorama”, en noviembre de 1974. Allí dice: “Y ¿si todo explotase?; ¿Y si las bacterias tan amorosamente criadas en los blancos laboratorios se transformaran en enemigos mortales?; ¿Y si el mundo, con toda la mierda que lo habita -comenzando por los científicos de los laboratorios- fuera arrasado por una horda de esas bacterias?”[i].

No sólo Bill Gates anticipó la pandemia.

Ellos sí, están ante un dilema; sin manual para tomar una decisión; exponiendo por las redes el problema de las redes… Son la cena misma.

Ahora bien, y los psicoanalistas ¿Estamos ante un dilema?

Esa banalización del Otro no es a causa de las aplicaciones o las redes sociales. Y se advierte que cada usuario hace un uso singular de ellas.

Lo que se destaca en el documental es el empuje del mercado, más allá de la voluntad de cada uno, que se pone en marcha solo por entrar a la feria; ante el que hay que estar muy atentos para no verse arrollado por él, para no convertirse uno mismo en el objeto de consumo, al menos no totalmente.

En este punto, subrayemos el tema más relevante: el uso que hacen los más jóvenes de las redes.

Los estudios que se presentan en dicho documental coinciden con otros[ii] en los que se exponen datos de un aumento notable -más del 150 por ciento- de las lesiones autoinfligidas y los intentos de suicidio en niños y adolescentes. También manifestaciones de pánico y vómitos al negársele el acceso a sus dispositivos… No podemos responsabilizar a las redes sociales por ello, sí a la lógica en la que se inscriben.

Otro es el lugar, del que se espera un reconocimiento que, en las coordenadas actuales de la civilización, llega fugazmente, impersonal, sin amor, o no llega. Lo que conocemos como la soledad globalizada.

Instagram está desarrollando una versión para niños de 6 a 13 años. Se discute sobre la seguridad de lo que los niños verán; lo que está en juego en realidad es la fidelización. Lo hemos visto en la industria farmacéutica, en la industria alimenticia con las consecuentes epidemias de obesidad, de opiáceos. Como se ha dicho alguna vez, la competencia de Netflix, no es HBO, es el sueño. ¿No está en juego allí la construcción moral del consumidor?[iii]

Esa competencia por el tiempo de los consumidores deja a muchos sujetos consumidos, sin recursos ante el deseo del Otro, reducidos a su cuerpo ¿Cómo no reconocer allí los signos de una angustia que fácilmente puede volverse desamparo?

Retomando la entrevista que le hicieran a Lacan en 1974. Allí dice:

 “… este hombre medio que para comenzar no existe. No es más que una ficción estadística. Existen individuos, eso es todo. Cuando escucho hablar del hombre de la calle, de las encuestas de opinión, de fenómenos de masa y de cosas por el estilo, pienso en todos los pacientes que vi pasar sobre el diván de mi consultorio en cuarenta años de escucha. No hay uno, quien sea de alguna manera parecido al otro…. “[iv]

Ahora, es necesario trabajar hoy para que esa gente de la calle pueda tener acceso a una experiencia con Otro no estandarizado.

Otra vez, nos preguntamos, los analistas, ¿estamos ante un dilema?

Para responder, podemos tomar las palabras de Lacan: “No me incluyo ni entre los alarmistas ni entre los angustiados. Infelices los psicoanalistas que no hayan superado su estado de angustia. Es cierto, hay a nuestro alrededor cosas horripilantes y devoradoras, como la televisión, por las cual una gran parte de nosotros se encuentra regularmente fagocitada. Pero es únicamente porque existe gente que se deja fagocitar, incluso se inventa un interés por aquello que ve”[v]

Palabras que ofrecen una orientación, la de una ética que pone el acento en la invención, más que en la cuenta de los valores; en el uso que puede hacerse de los gadgets, más que en un consumo que deja a los seres humanos finalmente consumidos. Un uso que pueda estar a favor de hacer un lugar a la singularidad.

 

Bibliografía

Investigación de UNICEF: El suicidio en la adolescencia. Situación en Argentina, 2018; disponible en https://www.unicef.org/argentina/media/6326/file/Suicidio_adolescencia.pdf

Lacan, J. “Entrevista en la revista Panorama”, Lacaniana 22, EOL, Bs. As.

Miller, J.-A., "Presentación del tema del IX° Congreso de la AMP", Wapol. Disponible en: https://wapol.org/es/articulos/Template.asp?intTipoPagina=4&intPublicacion=38&intEdicion=13&intArticulo=2468&intIdiomaArticulo=1.de 2014

Sinatra, E. Adixiones, Grama, Bs. As. 2020.

El dilema de las redes sociales, Netflix, 2020.



[i] Lacan, J. “Entrevista en la revista Panorama”, Lacaniana 22, EOL, Bs. As. Argentina, pág. 14.

[ii] Investigación de UNICEF: El suicidio en la adolescencia.

[iii] “La moral del consumidor”, título del Seminario anual del Departamento de toxicomanías y alcoholismo del Instituto Clinico de Buenos Aires, durante el año 2018.

[iv] Ibid i, pág. 15

[v] Idem. Pág. 16.

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