¿Pueden trabajar las personas con padecimiento mental?

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Por diversos motivos, en el último tiempo me encontré presenciando reuniones con organizaciones de la sociedad civil, empresas o incluso funcionarios/as públicos/as en las que escuché que las personas que viven con padecimientos mentales no podían trabajar o no podían sostener cargas horarias laborales mayores de 20 horas semanales, aún después de haber demostrado con experiencias que sí es posible. Quienes trabajamos en procesos de vinculación laboral de grupos vulnerados, sabemos que sí, pero a veces no alcanza con decirlo, es necesario demostrarlo. Es por ello que el presente artículo pretende responder al interrogante: ¿pueden las personas con padecimiento mental trabajar?

Resulta importante comenzar recordando que la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece en su artículo 23 que toda persona tiene derecho a un trabajo libremente elegido, en condiciones satisfactorias y de igualdad con las demás, sin sufrir discriminación alguna (ONU, 1948). Luego, la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (ONU, 2006) reconoce el derecho de tales personas a trabajar en igualdad de condiciones, mediante un trabajo elegido por ellas, en entornos laborales que sean lo suficientemente inclusivos y accesibles. A nivel local, la Ley Nacional de Salud Mental N°26.657/2010, reconoce los derechos de las personas que viven con padecimientos mentales. Especifica, por un lado, su derecho a recibir una compensación justa por su desempeño en actividades productivas, y por otro, busca impulsar la inclusión laboral, en sus artículos 7 y 11, respectivamente.

Históricamente, las personas con padecimientos mentales eran colocadas en trabajos de tipo protegidos. Ejemplos de estos pueden ser los talleres protegidos de producción o bien talleres de rehabilitación en salud mental. Sus principales características son que permiten una mayor flexibilidad y menor demanda en cuanto a las tareas desempeñadas. Con frecuencia, se trata de trabajos rutinarios, repetitivos y en cadena, con retribuciones económicas inferiores a un salario mínimo. En tales dispositivos a nivel mundial, se demostró que dicha actividad no promovía la movilidad laboral ni contribuía a la construcción de un plan de carrera (Migliore, 2010).

Afortunadamente, estos días se describieron intervenciones efectivas, validadas, y enfocadas directamente en la incorporación en empleos disponibles en el mercado laboral abierto, es decir, en aquellos empleos regidos por normativas laborales vigentes, a los que toda la comunidad puede aplicar tenga o no una condición de salud determinada (Suijkerbuijk y cols., 2017). La evidencia demuestra que la incorporación en un empleo es fundamental en la recuperación, le brinda a la persona la posibilidad de aumentar los ingresos, mejorar su autoestima, desarrollar habilidades sociales, reducir las hospitalizaciones y desestigmatizar los problemas de salud mental (Gold y cols., 2016). Por el contrario, el desempleo conduce al aislamiento y a la privación económica, lo que a su vez reduce aún más las posibilidades de obtener un empleo, llevando en muchos casos a vivir en situación de pobreza, dependiendo de protecciones sociales, perpetuando así la exclusión social y laboral (Carlier y cols., 2013).

Sin embargo, resulta importante considerar que el empleo no siempre ofrece dichos beneficios para la persona, especialmente debido a que algunos entornos de trabajo pueden resultar estresantes para el/la empleado/a ya sea por la demanda de las tareas laborales o la falta de herramientas de gestión de personas del entorno social (Broom y cols., 2006). Otro factor que suele ser preocupante en aquellos casos que consiguen un trabajo es el subempleo, ya sea porque trabajan menos cantidad de horas de las que podrían o desearían, o porque pueden acceder a trabajos en los que no se contemplan y no se requieren el total de habilidades, conocimientos y experiencias que la persona trae consigo en su bagaje ocupacional, el tan famoso “desafío justo” del que tanto hablamos las profesionales de Terapia Ocupacional. Esto, además de no resultar estimulante para la persona, también trae aparejado un impacto en su economía, percibiendo menos ingresos que los que querría y podría si tuviera las oportunidades. Sorprendentemente, hay tres países en el mundo en los que se realiza una evaluación de productividad y desempeño laboral a personas con discapacidad que están trabajando en el mercado laboral abierto, y de acuerdo con los resultados que se alcanzan respecto de la productividad de la persona en su lugar de trabajo, determinan el ingreso a fin de mes, habilitando que dicho ingreso sea menor al salario mínimo establecido a nivel local. Esto es posible en Estados Unidos, Israel y Australia (Lysaght y cols., 2020). Dichas políticas parecen centrarse demasiado en la capacidad de la persona, dejando por fuera de la ecuación las oportunidades que se ofrecen desde dicho entorno, las posibilidades de estudio y formación, y las oportunidades laborales abiertas y disponibles para personas que viven con padecimientos mentales.

 Habiendo recorrido resumidamente el marco legal vinculado con el trabajo y las personas que viven con padecimientos mentales, así como una breve historización sobre estos aspectos, los beneficios de trabajar y los perjuicios si es que no tienen acceso a dicha ocupación, es momento de preguntarnos qué es lo que dicen las propias personas al respecto. Veamos a continuación, cuáles son las barreras y cuáles son los apoyos que perciben para conseguir y sostener un empleo.

En un estudio realizado sobre los apoyos naturales y acomodaciones en el lugar de trabajo, se identificó que lo que más valoraban las personas que vivían con un padecimiento mental a la hora de conseguir y sostener un empleo, era la flexibilidad horaria del puesto de trabajo. Es decir, la capacidad de ese trabajador/a para manejar su propia agenda laboral. En segundo lugar, refirieron la posibilidad de contar con el apoyo de familiares, amigas/os y su equipo profesional de salud en favor de su trabajo. En tercer puesto, se encontraba el apoyo que recibían por parte de supervisores/as y compañeros y compañeras de trabajo, especialmente cuando estas personas debían asistir a turnos médicos, revelar desafíos vinculados con su salud mental o incluso pasar por una licencia laboral. En cuarto lugar, se hizo mención del entrenamiento que pudieran recibir para aprender a desempeñar las tareas laborales (Ciampa, 2021).

Luego, por medio de entrevistas semiestructuradas se les preguntó acerca de lo que les resultaba beneficioso para obtener y mantener un empleo. Principalmente, además de los apoyos ya descriptos, han reportado que cuando el puesto se adecuaba a sus necesidades y posibilidades, les era de gran ayuda. Lo que es conocido como la adecuación persona-puesto, es decir el entrecruzamiento entre las habilidades y capacidades de la persona con los requerimientos del puesto de trabajo. Otro de los puntos identificados, fueron los apoyos para buscar un trabajo, ya sea al momento de confeccionar su currículum, practicar entrevistas laborales, o durante la búsqueda laboral propiamente dicha. También valoraron cuando podían llevar a sus espacios terapéuticos los desafíos que encontraban durante su desempeño laboral y podían pensar estrategias para afrontar los mismos. Identificaron que en aquellas terapias donde tenían objetivos claros y un paso a paso establecido para cumplir los mismos y no abrumarse en el camino, les era beneficioso (Ciampa, 2022).

Al indagar respecto de aquello que no les ayudaba para poder conseguir y mantener un empleo, hicieron referencia a aquellos apoyos que resultaban inaccesibles, ya sea porque se enteraron tarde de su existencia, no estaban disponibles, les resultaba muy difícil de acceder o costosos económicamente, si lo debían abonar de manera particular. En cuanto a la asistencia profesional, los participantes tuvieron experiencias de haber recibido un diagnóstico y una medicación errónea para su condición, y de haberse sentido incomprendidos en su terapia. A su vez, la falta de apoyo por parte de compañeros, compañeras y supervisores/as en el lugar de trabajo las resultaba perjudicial tanto cuando no se sentían comprendidos, como cuando se sentían juzgados o creían que estaban mintiendo acerca de su problema de salud mental. Aquellas personas que llevaban un tiempo considerado sin trabajar, se mostraron preocupadas por no sentirse listas para volver a hacerlo, por todo el tiempo que habían estado sin trabajar y cómo iban a poder justificar o responder frente a la pregunta sobre el tiempo sin trabajar. Por último, participantes en este estudio también se mostraron desalentados cuando percibían del otro lado las creencias asociadas a la enfermedad mental, relatando hechos donde no se les posibilitaba una oportunidad laboral o un ascenso dentro de la misma empresa pensando que se debía a que habían declarado anteriormente su diagnóstico psicosocial en su lugar de trabajo (Ciampa, 2022).

A partir de estos resultados, resulta interesante preguntarse qué intervenciones estamos realizando desde terapia ocupacional en particular, y desde las profesiones de salud mental en general para favorecer la vinculación laboral de personas con padecimientos mentales. No quedan dudas que decir que las personas que viven con padecimientos mentales no pueden trabajar, no sólo es falso, sino que no favorece la vinculación laboral de este grupo vulnerado. En este estudio, las personas no han reportado específicamente acciones que pudieran realizar profesionales de salud mental principalmente porque no siempre las conocen, pero sí han reportado lo importante que les representa la flexibilidad horaria y el apoyo de su red social, aspectos vinculados con sus terapias y la preocupación asociada al estigma. Entonces me pregunto de qué manera podemos informar a las empresas y organizaciones acerca de los apoyos disponibles, tanto profesionales como naturales, y brindar herramientas para favorecer la vinculación laboral de personas que viven con padecimientos mentales.

Finalizo citando al cineasta Fernando Birri: “La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos, y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.” Si bien estamos lejos de vivir en una sociedad que valore y se enriquezca en la diversidad, apoyando los procesos de incorporación laboral de personas cuyos derechos laborales están siendo actualmente vulnerados, es importante reconocer y poner en valor los esfuerzos, las acciones e intervenciones que se vienen realizando para seguir construyendo colectivamente a partir de ahí.

 

Referencias:

Broom, D.H., D’Souza, R.M., Strazdins, L., Butterworth, P., Parslow, R., & Rodges, B. (2006) The lesser evil: Bad jobs or unemployment? A survey of mid-aged Australians. Social Science & Medicine, 63, 575-586.

Carlier, B.E., Schuring, M., Lötters, F.J., Bakker, B., Borgers, N., & Burdorf, A. (2013) The influence of re-employment on quality of life and self-rated health, a longitudinal study among unemployed persons in the Netherlands. BMC Public Health;13(1):503.

Ciampa, M. A. (2021). Desafíos en inclusión laboral: Patrones y apoyos efectivos en usuarios/as de servicios de salud mental. Tesis de Doctorado en Psicología. Universidad Maimónides.

Ciampa, M.A. (2022). Inclusión laboral de usuarias/os de servicios de salud mental. ¿Qué dicen las propias personas al respecto?. Revista Argentina de Terapia Ocupacional, 8 (2), 6-14

Gold, P. B., Macias, C., & Rodican, C. F. (2016). Does Competitive Work Improve Quality of Life for Adults with Severe Mental Illness? Evidence from a Randomized Trial of Supported Employment. The journal of behavioral health services & research, 43(2), 155–171. https://doi.org/10.1007/s11414-014-9392-0.

Ley 26.657/2010. Ley Nacional de Salud Mental. Disponible en https://bit.ly/2XL2V3k

Lysaght, R., Bobbette, N., & Ciampa, M. A. (2020). Productivity-Based Wages and Employment of People With Disabilities: International Usage and Policy Considerations. Journal of Disability Policy Studies. https://doi.org/10.1177/1044207320943605.

Migliore, A. (2010). Sheltered Workshops. En: JH Stone, M Blouin, editors. International Encyclopedia of Rehabilitation.

Organización de las Naciones Unidas (2006) Convención internacional sobre los derechos de las personas con discapacidad. Extraído de: http://www.un.org/esa/socdev/enable/documents/tccconvs.pdf

Organización de las Naciones Unidas (1948) Declaración Universal de los Derechos Humanos. Asamblea General de las Naciones Unidas en París, el 10 de diciembre de 1948. Resolución 217 A (III).

Suijkerbuijk, Y. B., Schaafsma, F. G., van Mechelen, J. C., Ojajärvi, A., Corbière, M., & Anema, J. R. (2017). Interventions for obtaining and maintaining employment in adults with severe mental illness, a network meta-analysis. Cochrane Database of Systematic Reviews 2017, Issue 9.

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