Juegos Musicales. Un modo de abordar las infancias.

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La música siempre nos acompaña, los sonidos están ahí para tomarlos. Y es a partir del juego, en la escucha y la mirada del otro, que esto cobra vida. Nos ayuda a vincularnos y nos hace crecer, fortaleciendo nuestros lazos y creando nuevos modos de relación. Sonamos para ser escuchados, para que nos respondan, para seguir resonando en el otro, para que nos canten y así poder expresarnos y alojarnos en ese interjuego sonoro. El presente trabajo pone a conversar diversos autores que trabajan la noción de juego en la infancia, promoviendo así su importancia desde distintos constructos teóricos.

“La música es un juego de niños”

En palabras de F. Delalande (2001) es a partir del despertar musical del niño, de su sensibilización por el sonido, por los cuerpos sonoros y sus efectos en los cuerpos y en el movimiento, que la percepción se vuelve un juego a tomar muy en serio. Las características musicales del juego,  tomadas de "La música es un juego de niños" por François Delalande, permite clasificarlos en juego Sensorio-motor, juego simbólico y juego reglado. Cada clasificación tiene en cuenta la correspondencia de cada uno de estos juegos, en relación a la edad y el desarrollo psicomotriz de cada niño. Así se relacionan con la música, de igual manera, siendo el sonido, el movimiento y los gestos correspondientes los que organizan cada uno de estos momentos y proponen sus características y su correlato en la experiencia musical.

Una misma experiencia musical puede tomar aspectos de dos o más juegos simultáneamente, promoviendo que se produzcan movimientos en las funciones de cada juego en una misma experiencia.

Delalande nos propone:

Juego Sensorio - Motor

En uno de sus primeros momentos es el gesto, el movimiento, la exploración y gusto por las distintas sonoridades acompañada de su posible manipulación. El niño escucha con las manos. Del gesto se desprende la imitación, con su correspondiente pausa entre un momento y otro, para esbozar el movimiento musical. Se podría jugar entonces con: Canciones imitativas, exploración de diversas superficies musicales y texturas, juegos de ejercicio con motricidad fina y gruesa y una selección adecuada de los cuerpos sonoros. Canciones de pregunta y respuestas breves.

Juego Simbólico

La manera en que la música evoca movimientos, paisajes y afectos, está ligado al imaginario y se concretiza en lo simbólico. La materialidad del sonido, los matices necesarios. Se podría jugar a sonorizar paisajes sonoros, relatos sonoros, dramatizar canciones y obras musicales, etc.

 Juego Reglado

En relación a la escritura, a la creación de un lenguaje, de una forma de organización. Es en esta etapa donde esperar los turnos en las rondas se vuelve necesario para poder disfrutar juntos de una organización musical, para poder jugar, entre otras cosas, con las instrumentaciones y las formas musicales.

Un juego a tomar muy en serio

Winnicott introdujo su teoría de la transicionalidad en mayo de 1951 en una conferencia pronunciada en la British Psychoanalytical Society denominada “Objetos y fenómenos transicionales. Un estudio de la primera posesión no-yo”. Más tarde fue publicada dentro del libro Escritos de pediatría y psicoanálisis (1958), y más adelante, se incluyó en el último libro publicado en vida de Winnicott, Realidad y juego (1971). El jugar crea espacio, espacio transicional que persistirá a lo largo de toda la vida ocupado por actividades lúdicas y que dará lugar a la actividad cultural. “La experiencia cultural comienza con el vivir creador, cuya primera manifestación es el juego”. (Winnicott,1971,p.135) 

Amplía el concepto de «objeto» con el término de «espacio transicional», dentro del cual se ubican los fenómenos transicionales, desmarcándose así desde lo más concreto a lo más abstracto. El objeto transicional (OT) tiene sentido dentro del espacio transicional en el que tienen lugar los fenómenos y las “experiencias transicionales”.  En palabras de Winnicott:

“Introduzco los términos ‘objetos transicionales’ y ‘fenómenos transicionales’ para designar la zona intermedia de experiencia, entre el pulgar y el osito, entre el erotismo oral y la verdadera relación de objeto, entre la actividad creadora primaria y la proyección de lo que ya se ha introyectado, entre el desconocimiento primario de la deuda y el reconocimiento de esta.”  (Winnicott, 1971, p. 18).

La transicionalidad es un fenómeno intermedio entre la realidad interna y la externa. Necesita a ambas y ambas la necesitan a ella. Winnicott tuvo mucho interés en aclarar que se trata de una experiencia intermedia, tal como explica en “La ubicación de la experiencia cultural” y en “El lugar en el que vivimos” (1971), pero prefiere llamarla “transicional” porque el término connota movimiento dinámico.

Lo postulado por D. Winnicott en referencia a los espacios transicionales juega un rol central en el presente trabajo. En los primeros momentos de la vida de un niño, este satisface su zona erógena oral con sus manos, para luego pasar a un objeto del “no yo” para satisfacer estas necesidades, suelen tratarse de los primeros juguetes u objetos de un niño, sus primeras posesiones.

Los objetos transicionales son reconocidos como algo fuera de su cuerpo pero no como parte real del mundo exterior, así como los fenómenos transicionales también forman parte de un espacio intermedio, como por ejemplo el parloteo o melodías mientras el niño se prepara para dormir.

 “El espacio transicional es como un puente que genera, une y separa a la vez el interior y el exterior del sujeto, y sólo importa lo que transita, se intercambia y transforma en él”. (Zirlinger, 2004. p.2).

Las experiencias transicionales son el paradigma de la subjetividad. Las experiencias transicionales representan, por tanto, la intersubjetividad, sugiriendo que el espacio transicional es, en realidad, un espacio intersubjetivo.

El estudio de los fenómenos transicionales llevó a Winnicott a redefinir el concepto de “juego”, y posteriormente el de “experiencia cultural”. Winnicott afirma que el juego se ubica dentro del espacio transicional y, a la vez, es un fenómeno transicional. Pensamos que en realidad es la capacidad de jugar la que hace posible la creación de un espacio en el que tendrán lugar las experiencias transicionales.

En el trabajo con niños, las articulaciones constituyentes en el orden del discurso, padecen de la fragilidad propia de los acontecimientos que todavía son futuros y están expuestas, por lo tanto, a las vicisitudes de su inscripción. Esto agrega el compromiso de ocuparse de lo que todavía no está constituido. El carácter estructurante del jugar lo hace provechoso para trabajar con personas de todas las edades, con presencia o no de patologías o síntomas específicos.

A través de juegos demostrados como universales como el “Fort-Da” y los juegos transicionales, podemos agregar, según Jerusalinsky, “Juegos de borde” o “Juego de la Caída”. Una clasificación propuesta, según Este autor,  que da cuenta de:

  • Jugar de “está, no está: El juego del “Fort-Da”, descrito e interpretado por S. Freud en Más allá del principio del placer. Es, como dice Freud, “el primer juego autocreado” por el niño, para apropiarse anímicamente de una situación angustiante, como es la partida de la madre. Según Freud, es el primer logro cultural del niño. Señala un momento constituyente del sujeto en el cual el pequeño niño captura su posición como objeto que puede faltar al Otro, lo que implica hacer entrar en función la serie presencia-ausencia.
  • Jugar de “éste es el otro”: Estos juegos  transicionales, aluden a la sustitución del objeto de deseo. Es el niño mismo que se inscribe como falta en el Otro. Esa capacidad representacional del futuro del niño que la escena del juego demuestra por excelencia, abriendo su campo de transicionalidad. El juego de las personificaciones.
  • Jugar de “cae, no cae”: Los niños son “especialistas” en andar por el borde, en una indagación constante sobre la extensión y aplicabilidad de la ruptura que la palabra introduce en la motricidad y en la mirada. Dos campos pulsionales que se recortan a través de estos juegos estructurantes y que abren, al mismo tiempo, la posibilidad de restructuración del espacio y las condiciones de la separación.

Es en estos juegos que el lenguaje encontrará el modo de producir sus marcas. Según Freud el jugar es el mayor logro cultural del niño.

Tomando en palabras de Aracelli Marchessotti, la infancia como “un tiempo lógico” es que propongo, a modo de inventiva, enlazar algún juego que resuene en el otro, dándole vida a través de la música y abriendo el juego para quien se quiera sumar. Una resonancia que otorgue sentido y resignifique con su vivencia intersubjetiva un lazo de afecto y comunicación.

En la clínica musicoterapéutica con niños esto ya se ha explorado, invitando a la escucha de la singularidad de cada quién. A través de la puesta en juego de la creatividad que nos convoca en cada encuentro, abrazando la espontaneidad de las infancias y sus modos de hacer, de estar y de sonar siempre puestas en juego.

 

ANEXO

Características del juego Musical. (F. Delalande)

Tipo de Juego

 

 

Edad

 

Descripción

del Juego

 

Características

Del Juego en la música

 

Ejemplos en lo Sonoro-Musical.

Sensorio-Motor

Desde el

nacimiento hasta

aproximadamente

los dos años.

 

En el juego

sensorio motor el

niño encuentra

placer en la

repetición de los

movimientos.

Exploración del

sonido a través de

la realización y

repetición del

gesto o

movimiento.

Aplaudir o agitar

un instrumento

musical cuando

se produce una

pausa en una

canción.

 

Simbólico

A partir de los

dos años en

adelante hasta

los cinco años

de edad.

En el juego

simbólico el niño

hace "como si",

juega a ser otra

cosa.

Expresión y

significación en

la música está

relacionada al

juego simbólico.

Utilizar la voz o

instrumentos

musicales para

imitar los

sonidos del

ambiente o de

los animales.

 

Reglado

Desde los cinco

o seis años en

adelante.

En el juego

reglado los niños

cuentan con

ciertas reglas

que deben ser

respetadas.

La organización

del sonido es

una manera de

realizar juego

reglado.

Realizar juegos

musicales en los

que los niños

deban esperar su

turno para

participar

ejecutando el

instrumento que

le fue asignado

con anterioridad.

*Las características del juego en la música fueron tomadas de "La música es un juego de niños" por François Delalande.

 

Referencias Bibliográficas

-       Bermejo, F. S. (2017). Winnicott y la perspectiva relacional en psicoanálisis. Barcelona, España: Herder Editorial. 978-84-254-3922-3

-       Castilla, A. y Ramírez, F. (2008). Zona de transición. Entre Vygotsky y Winnicott. Revista de Psicoanálisis en Internet. (029)

               http://www.aperturas.org/articulo.php?articulo=0000540

-       Delalande, F. (2001)  La música es un juego de niños. Melos - Ricordi Americana. Argentina.

-       Delgado, M. (2021). La creatividad en la clínica musicoterapéutica de primera infancia: Descripción y Análisis de un caso clínico. ECOS - Revista Científica De Musicoterapia Y Disciplinas Afines, 6(2), 017. https://doi.org/10.24215/27186199e017

-       Freud, S. (1921/1985). Más allá del Principio de placer, Obras Completas, tomo XVIII. Argentina: Amorrortu.

-       Jerusalinsky A. (1994).  La educación, ¿es terapéutica? Acerca de tres juegos constituyentes del sujeto.  Artículo de Escritos de la infancia J0024 : Vol. a.03, no. 04 (1994) ; p. 11-16

-       Marchesotti, Aracelli. Infancia.(2020) Licenciatura en Musicoterapia. Facultad de Psicología. Universidad de Buenos Aires. Ficha de la cátedra Psicopatología (cód 304) UBA.

-       Marchesotti, Aracelli y Martinez Lis, Mariana (2020). La operación analítica en la clínica con niños pequeños: Perturbación e Instilación. XII Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología. XXVII Jornadas de Investigación. XVI Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. II Encuentro de Investigación de Terapia Ocupacional. II Encuentro de Musicoterapia. Facultad de Psicología. Universidad de Buenos Aires.

-       Winnicott, D. (1971) Realidad y juego. Editorial Gedisa. Barcelona.

-       Zirlinger, S. (2004). Revista “Psicoanálisis: ayer y hoy” -n°2- transicionalidad. Asociación Escuela Argentina de psicoterapia para graduados.  http://www.elpsicoanalisis.org.ar/old/numero2/transicionalidad2.htm

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