Violencia digital en las relaciones de noviazgo durante la adolescencia

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En los últimos años, los entornos digitales han dado lugar a nuevas formas de violencia. El uso de plataformas, aplicaciones y redes sociales digitales ha facilitado la aparición de conductas abusivas y agresivas que antes no tenían un espacio tan amplio de difusión. Estas herramientas también han permitido que la ciberviolencia se manifieste en las relaciones interpersonales de los y las adolescentes, incluyendo las de noviazgo. Si bien la violencia digital en estos vínculos sexoafectivos puede manifestarse de manera explícita, también puede adoptar formas más sutiles, pasando desapercibida o no siendo reconocida como tal. Aquí se presentan algunas claves para conceptualizarla y prevenirla.

¿Qué es la violencia digital en el noviazgo?

La violencia digital en el noviazgo, también conocida como ciberviolencia en el noviazgo (en inglés cyber dating abuse), se refiere al uso de tecnologías digitales, como redes sociales y aplicaciones de mensajería, para acosar, controlar o causar daño emocional a la pareja o expareja. Esta forma de violencia se manifiesta de diversas maneras, desde el envío de mensajes amenazantes, hasta la difusión de rumores o la publicación de información privada sin consentimiento. También incluye el control sobre las interacciones en línea de la pareja, como espiar sus redes sociales o monitorear su ubicación a través de aplicaciones.

A diferencia de las agresiones que ocurren fuera de los entornos digitales, la violencia digital en el noviazgo aprovecha las características únicas de las plataformas tecnológicas para perpetrar, y perpetuar, el control y las agresiones. Por ejemplo, gracias a las particularidades del entorno digital, es posible vigilar constantemente a la pareja o exponerla públicamente a través de comentarios humillantes, fotos o videos. Estas conductas no solo causan daño emocional, sino que también pueden ser indicios de que la violencia se extiende fuera de los entornos digitales. Algunas investigaciones han demostrado que la violencia digital y la violencia fuera de línea en el noviazgo suelen ocurrir simultáneamente, y que una puede aumentar el riesgo de la otra. Además, el uso de medios digitales para ejercer la violencia pueden ser un recurso poderoso para el agresor, ya que sus características amplifican el efecto del acoso de una forma difícilmente alcanzable en la dimensión de lo presencial. La incorporeidad que caracteriza a las interacciones en línea hace que el maltrato pueda ejercerse de forma mucho más insistente que en persona, ya que el agresor puede controlar y violentar a la víctima a pesar de la distancia geográfica. Por otro lado, la variedad de plataformas y herramientas que brinda el entorno digital permite una gran diversidad en las formas de control y agresión, posibilitando que el acosador tome el control de las esferas pública y privada de la vida de la víctima.

¿Qué características tiene la violencia digital en el noviazgo durante la adolescencia?

Aunque las relaciones de noviazgo, en tanto vínculos sexoafectivos que están iniciando, pueden ocurrir a cualquier edad, son más comunes durante la adolescencia. La violencia en el noviazgo adolescente se diferencia de la violencia en relaciones de pareja más consolidadas por varios factores. A menudo, los adolescentes no conviven, no tienen hijos en común ni comparten responsabilidades económicas o bienes, lo que reduce algunos de los obstáculos que dificultan poner fin a una relación violenta en parejas adultas. Sin embargo, la adolescencia es un período en el que los jóvenes, debido a su falta de experiencia en relaciones de pareja, dependen en gran medida de los modelos sociales sobre el amor para formar y mantener sus primeros vínculos afectivos. Creencias culturales populares, como el mito de "la media naranja" o la idea de que los celos son una muestra de amor, junto con la adhesión a roles de género tradicionales, pueden contribuir a la normalización de la violencia y dificultar el desarrollo de relaciones de noviazgo saludables e igualitarias.

Los mitos sobre el amor romántico a menudo actúan como factores de riesgo que dificultan que los adolescentes reconozcan la violencia en sus relaciones. Frases como “si no hay secretos entre nosotros, entonces dame tu contraseña” son comunes en noviazgos adolescentes, y reflejan creencias idealizadas que justifican comportamientos posesivos bajo la apariencia de afecto. Estos mitos, que promueven la fusión total entre las parejas, también se trasladan al ámbito digital. La idea de que el verdadero amor implica compartirlo todo, incluidas contraseñas y acceso a redes sociales, abre la puerta al control, la vigilancia en línea y la invasión de la privacidad digital. Otro mito peligroso es el de la exclusividad absoluta, que sostiene que el amor debe ser totalmente exclusivo, y que cualquier interacción con otras personas representa una amenaza. Esto puede derivar en conductas de control digital, como revisar mensajes, controlar amistades en redes sociales o exigir la eliminación de contactos considerados peligrosos por el agresor. El mito de la omnipresencia en la pareja, que sugiere que ambos deben estar siempre en contacto, puede manifestarse en la exigencia de respuestas inmediatas a mensajes y en la necesidad de estar constantemente conectado. Esta expectativa puede llevar al acoso digital, como el envío compulsivo de mensajes o la vigilancia continua de la actividad en redes sociales.

Asimismo, la creencia de que los celos son una prueba de amor puede justificar conductas de control y acoso en línea, como la solicitud de contraseñas o el monitoreo de las interacciones en redes sociales, percibiéndolas erróneamente como expresiones de cariño en lugar de señales de violencia. Además, el mito de que en una relación amorosa todo está permitido en nombre del amor, incluyendo el sacrificio de la privacidad o la tolerancia a comportamientos invasivos, puede enmascarar formas de violencia digital. El mito del amor como salvación, la creencia de que el amor puede cambiar o "salvar" a una persona, puede llevar a justificar el acoso o control con la esperanza de que la relación "mejore" con el tiempo. Del mismo modo, el mito de que "no hay amor verdadero sin sufrimiento" puede hacer que los adolescentes justifiquen conductas abusivas, creyendo que el sufrimiento es una parte normal de la relación. Así, los mitos del amor romántico no solo distorsionan la idea de lo que es una relación sana, sino que también permiten que, en ocasiones, la violencia digital pase desapercibida o sea aceptada como parte normal de la relación de noviazgo.

¿Cuáles son las formas de violencia digital en el noviazgo?

Si bien las formas que adquiere la violencia digital en las relaciones de noviazgo son múltiples y se actualizan constantemente debido al avance tecnológico, algunas modalidades frecuentes son el envío y difusión de insultos, términos despectivos y humillantes a la pareja, las llamadas telefónicas reiteradas, el envío y difusión de falsas acusaciones, el robo de la identidad digital, los daños al dispositivo o a la información que él contiene, y la extracción de información privada con fines de hostigamiento. A través de estas formas, la violencia digital tiene como objetivo generar angustia, vulnerar la autoestima y desestabilizar emocionalmente a quien la padece. Estos efectos producen la afectación del bienestar psicológico de los adolescentes que son víctimas de este tipo de violencia, repercutiendo negativamente en su salud mental lo cual, a su vez, dificulta su capacidad de respuesta o afrontamiento ante la violencia sufrida.

Otro tipo de violencia digital que puede ocurrir en las relaciones de noviazgo es el ciberacoso sexual perpetrado por la pareja o expareja. Aunque el cuerpo no está presente de manera directa en las interacciones virtuales, muchas formas de violencia digital pueden entenderse como una extensión de la violencia sexual. Esta violencia se manifiesta, por ejemplo, en el envío reiterado de mensajes o contenidos sexuales no deseados a través de aplicaciones, redes sociales u otras plataformas en línea, así como en la solicitud de prácticas sexuales indeseadas, como la exigencia de enviar videos o fotografías íntimas. Además, esta violencia sexual digital puede incluir amenazas de revelar dichos contenidos, lo que comúnmente se conoce como “sextorsión”. La difusión no consentida de contenidos íntimos en plataformas digitales, acompañada de la amenaza de exponerlos públicamente, busca generar un daño emocional en la víctima, afectando su imagen pública y, en muchos casos, obligándola a realizar actos no deseados. Estas amenazas pueden incluir la entrega de más imágenes o videos, el pago de dinero o incluso la presión para tener encuentros sexuales, todo bajo la amenaza de la divulgación de los contenidos. De esta manera, la extorsión sexual utiliza la violencia o intimidación para coartar la libertad de decisión de la víctima, forzándola a actuar en contra de su voluntad. En los noviazgos adolescentes, es común que el agresor haya obtenido las imágenes a través del sexting, una práctica habitual en las relaciones de pareja, aunque a veces no está libre de coerción. Enviar fotos sin vestimenta puede ser interpretado por algunos jóvenes como una “prueba de amor” necesaria para demostrar confianza en la pareja. Aunque los estudios sobre el tema no han encontrado diferencias de género en la frecuencia con la que las personas practican sexting, las víctimas de extorsión sexual suelen ser predominantemente mujeres. Al igual que lo que ocurre en situaciones de violencia sexual, cuando esa violencia tiene lugar en el entorno digital, el perpetrador suele ser una persona conocida por la víctima, no un extraño. Esto se relaciona con el hecho de que las mujeres tienden a enviar fotos íntimas a personas con las que tienen una relación de confianza. Sin embargo, la sociedad frecuentemente culpa a las mujeres considerándolas responsables por haberse comportado de manera descuidada y sin conciencia del riesgo que implica compartir ese tipo de imágenes. Este tipo de discurso refleja un claro sesgo sexista, ya que la conducta violenta del agresor no es cuestionada, sino que se naturaliza, y el ataque se ve como una consecuencia de alguna supuesta falta de prudencia de la mujer. A su vez, las víctimas de la difusión no consentida de contenidos íntimos suelen experimentar secuelas psicológicas muy similares a las de las víctimas de ataques sexuales, incluyendo síntomas relacionados con el trastorno de estrés postraumático, ansiedad, depresión, problemas de confianza y una sensación de pérdida de control sobre sus propias vidas. Así, los paralelismos no solo se observan en el contexto en que ocurre la agresión y en sus secuelas, sino también en el discurso social que culpabiliza a la víctima, enfocándose en lo que la mujer hizo o dejó de hacer para "exponerse" a la violencia. Aquí es importante considerar que cuando estas situaciones ocurren durante la adolescencia, la gravedad se multiplica debido a la vulnerabilidad emocional y psicológica de los jóvenes en esta etapa de desarrollo. El impacto puede ser aún más profundo y duradero, afectando su bienestar y sus relaciones futuras, lo que subraya la necesidad de prevención para proteger a los adolescentes de estas formas de violencia digital.

¿Cómo se puede prevenir la violencia digital en el noviazgo?

Prevenir la violencia digital en las relaciones de noviazgo requiere una combinación de educación, promoción de prácticas saludables y medidas de apoyo específicas. Una estrategia que podría ser efectiva es la implementación de programas educativos en escuelas y comunidades que aborden directamente la violencia digital, promoviendo relaciones saludables y respetuosas. Estos programas podrían abordar temas clave como el consentimiento, la privacidad digital y los derechos en las relaciones en línea. Además, se estima de relevancia enseñar a los jóvenes a utilizar la tecnología de manera segura, incluyendo la gestión de la privacidad en redes sociales y la identificación de señales de comportamiento abusivo en línea. La intervención temprana es otra medida crucial; establecer sistemas que detecten señales de violencia digital y proporcionen apoyo antes de que la situación empeore puede marcar una gran diferencia. También podría ser beneficioso promover relaciones de noviazgo basadas en el respeto mutuo y la igualdad. Las campañas de sensibilización, que incluso pueden aprovechar recursos digitales, pueden ofrecer ejemplos de relaciones saludables y herramientas para establecer límites claros en el entorno digital. Asimismo, en el ámbito legal, es importante apoyar y promover leyes que penalicen la violencia digital y protejan a las víctimas. Un ejemplo reciente en este marco es la “Ley Olimpia”, sancionada en 2023 en nuestro país. Esta ley incorpora la violencia contra mujeres en entornos digitales a la Ley 26.485 como una modalidad adicional. Según esta ley, se entiende por violencia digital o telemática cualquier conducta, acción u omisión en contra de las mujeres basada en su género, cometida, instigada o agravada, total o parcialmente, con el uso de tecnologías de la información y la comunicación. Esto incluye causar daños físicos, psicológicos, económicos, sexuales o morales en ámbitos privados o públicos, y abarca conductas que atenten contra la integridad, dignidad, identidad, reputación y libertad de las mujeres, así como el acceso, permanencia y desenvolvimiento en el espacio digital. La ley también abarca la obtención, reproducción y difusión sin consentimiento de material íntimo o de desnudez, discursos de odio misóginos, patrones estereotipados sexistas, y situaciones de acoso, amenaza, extorsión, control, espionaje, acceso no autorizado a dispositivos electrónicos o cuentas en línea, y robo y difusión no consentida de datos personales.

En síntesis, la violencia digital en el noviazgo representa una forma contemporánea de violencia que trasciende las barreras físicas, amplificando el control y la manipulación a través de las plataformas tecnológicas. Este tipo de violencia no solo afecta la privacidad y el bienestar emocional de las víctimas, sino que también revela y refuerza dinámicas de poder y control que pueden extenderse a otros aspectos de la relación. La educación y prevención son fundamentales para enfrentar esta problemática.

Algunas recomendaciones:

- Recordá que todo lo que subas a redes o compartas con otras personas puede llegar a hacerse público en un futuro. Es importante que, si decidís compartir o recibir material privado, lo trates como tal. Si bien hay aplicaciones que eliminan los mensajes y no permiten hacer capturas de pantalla, tené en cuenta que igual se pueden capturar con otro teléfono.

- Si recibís una imagen o video sexual de una persona u otro contenido donde se la agreda o humille, recordá que cada vez que otra persona comparte tales agresiones o publica comentarios que la culpabilizan, la víctima es revictimizada. Por lo tanto, si recibís esta clase de contenido no lo muestres ni lo compartas, ya que si no sos partícipe de su recirculación ayudás a que las agresiones dejen de ser visibles para muchas otras personas. A su vez, podés advertirle al responsable de difundir estos contenidos que puede estar incurriendo en una falta y que puede recibir una sanción por ello. Asimismo, si conocés a la víctima de las agresiones, es recomendable que puedas alertarla sobre la difusión de tales contenidos para que pueda denunciar esta situación lo más rápido posible.

Si actualmente estás atravesando alguna situación de violencia que involucra medios tecnológicos o digitales:

- Es recomendable que no respondas a las agresiones.

- En la medida de tus posibilidades, conservá un registro de la violencia. Capturá la pantalla de tu dispositivo y guardá la imagen; no borres mails, conversaciones ni ningún intercambio que sirva de evidencia de la violencia sufrida.

- Cambiá tus contraseñas y las preguntas de seguridad de manera recurrente y no brindes datos personales en Internet (ya sea contraseñas, datos de tarjetas o cuentas bancarias, información de tus familiares, etcétera).

- Configurá el máximo nivel de privacidad en las aplicaciones, redes sociales y otras plataformas en línea que utilices. Si es necesario, create un nuevo perfil de usuario.

- Si formás parte de grupos a los que el agresor tiene acceso, pedile a tus contactos que por el momento no te etiqueten ni publiquen datos, información, imágenes u otros contenidos que remitan a tu persona.

- Si las agresiones las comete tu pareja o expareja, cambiá las contraseñas que compartis o compartiste. Si configuró el dispositivo en algún momento quizás resulte conveniente que restablezcas la configuración de fábrica. Borrá el historial de navegación (búsqueda de ayuda, asistencia, refugio).

- Desactivá el geoposicionamiento de tu dispositivo. También el geoposicionamiento vinculado a redes sociales y a archivos de imágenes o videos (muchos teléfonos tienen activada la función de geolocalización de fotos/videos, la cual añade la ubicación geográfica a los mismos y la envía junto con estos en un formato que puede ser leído por cualquier persona que acceda a esos contenidos).

- Bloqueá usuarios y no aceptes gente desconocida (podría tratarse de posibles perfiles falsos del agresor).

- Colocá un antivirus a tu dispositivo.

- Denunciá la agresión y asesorate respecto de cómo proceder.

 

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